Las dificultades de inserción internacional del pollo argentino
La caída de las exportaciones dejó en una situación crítica a varias firmas, de las cuales Cresta Roja (Rasic Hermanos) fue la que tomó mayor difusión mediática. Mientras otros países expanden sus exportaciones y la producción, la carne de pollo argentina se estanca.
Por Camilo Robin (OME – CEICS)
En el mundo amoroso de las aves galliniformes, su cresta cumple un rol fundamental a la hora de la seducción. Un gallo vigoroso hará alarde de su frondosa protuberancia y la exhibirá con gallardía, mientras que los desahuciados competidores que hayan quedado sin pareja no podrán disimular su congoja y el accesorio les quedará cayendo a un lado de su cabeza. Similar situación atraviesa la industria avícola argentina frente al poderoso gallo brasileño, que ha logrado penetrar con éxito cada vez mayor en los mercados del mundo.
Mientras las exportaciones de productos avícolas cariocas baten records en los últimos meses, superando las 470.000 toneladas en julio, las de pollos argentos, que de por sí no representan más que el 10% de las primeras, vuelan más corto: caída de exportaciones de 21% en peso y una caída todavía mayor en términos de valor. Como evidencia de ello basta señalar la situación crítica de varias firmas, de las cuales Cresta Roja (Rasic Hermanos) fue la que tomó mayor difusión mediática.
De Rusia con amor
Para entender la coyuntura vamos a viajar bastante. Arrancamos en Crimea, primera mitad de 2014, cuando se desató el conflicto entre rusos y ucranianos, estos últimos aliados del G7. Las sanciones estadounidenses y de otros países europeos no se hicieron esperar, por lo que Rusia responde vetando el ingreso de toda una gama de productos del Tío Sam, entre ellos, las aves, lo cual abría la posibilidad de la entrada triunfal del pollo argentino. Con el correr de los meses, también los productos de la Unión Europea registraron la misma suerte en el mercado del país más extenso del mundo.
Sumado a este cuadro, a fines del mismo año, en Estados Unidos comienza a extenderse como reguero de pólvora la peor epidemia de gripe aviar de la historia de la actividad en ese país,[i] generando una caída del 15% en sus exportaciones en valor. Solo el pasado mes de junio comenzó la recupeción, lentamente, luego de sacrificar 44 millones de aves de diferentes especies. Este panorama presentó la posibilidad de que el cierre de los mercados antes abastecidos por el segundo mayor exportador mundial pasasen a ser parcialmente cubiertos por la producción argentina.
Este cuadro presentaba entonces la oportunidad de compensar la anemia de compras venezolanas, principal destino de los pollos argentinos, vía aumento de los envíos a Rusia y otros mercados donde no estaban pudiendo recalar las exportaciones de los EE.UU.
Decime qué se siente
A pesar de este contexto potencialmente favorable, y si bien algunas empresas locales pudieron exportar a la Federación Rusa, no fue suficiente para compensar la retracción en las exportaciones generales argentinas. Por su parte, fue Brasil el que aprovechó la “vacante” en el mercado ruso. En efecto, cuando las exportaciones de los EEUU a la Federación Rusa caen (de 306 a 142 millones de dólares entre 2013 y 2014), ese segmento es ocupado por Brasil (que aumenta de 154 a 312 millones) y no por Argentina, que sigue como cuarto proveedor de pollos detrás de los cariocas, Bielorrusia y EEUU. De todas formas, no es un mercado relevante: si bien el 6% de las exportaciones argentinas del sector van a ese país, Rusia apenas representa un 3% del comercio mundial. Los envíos argentinos tuvieron una evolución dispar, aumentando durante los primeros seis meses de 2014 un 36% respecto al mismo período de 2013, pero cayendo nuevamente un 23% hasta junio del presente año.
Mientras tanto, y más importante que Rusia, la caída de los precios del petróleo minó la capacidad compradora de Venezuela. Parece ser que el ave que aconsejaba a Maduro cómo manejar el Estado, también le aconsejó reducir la entrada de sus primas argentinas. En promedio, este país representaba hasta mediados de 2014, cuando se desploman sus compras, el 40% de las exportaciones totales de pollo argentinas, lo cual lo ubicaba por lejos como el principal comprador. Este guarismo no alcanza a reflejar el peso de este mercado en el rubro particular de “carnes”, donde su participación alcanzó en los primeros seis meses de 2013 un 54,7% en tonelaje. Si tenemos en cuenta que de los 10 millones de toneladas de carne de pollo que se comercializan a nivel mundial, 6,5 van a países petroleros,[ii] podemos tener una idea de la influencia que tiene la caída del barril desde los u$s100 a u$s45 durante el último año y medio. Para el caso particular que analizamos, sus compras en Argentina se reducen 16 % de enero a junio 2013-2014 y otro 89%, si comparamos primer semestre de 2014 vs 2015, en carnes.[iii] Es decir, pasa de importar 74.437 toneladas de esta carne blanca de enero a junio del 2013 a apenas 6.798 en el mismo lapso de 2015. Esto lo desplaza al 6º lugar entre los compradores argentinos, sin que el resto de los importadores haya elevado significativamente sus compras. El volumen exportado cayó casi 60.000 toneladas entre 2013 y 2015, un retroceso del 32%.
Los envíos argentinos a otros mercados, si bien evolucionan positivamente, no alcanzan a compensar la caída de los embarques para Venezuela. En ese sentido, la crisis del sector podría haber sido más severa de no ser por el respirador de China, que incrementó sus compras de productos avícolas en los últimos años. No en carnes, sino en subproductos y derivados de la faena: en el primer semestre de 2013 se exportaron 13.398 toneladas de subproductos, mientras que en 2015 el volumen alcanzó los 19.089.
Inundados de carne y plumas
Si bien algunos clientes de carne de pollo perdieron capacidad de compra, afectando las exportaciones argentinas, la tendencia también a la baja del maíz y la soja, repercutió en una mejora en el precio de esta carne. No obstante, el atraso cambiario, sumado a la devaluación del Real y la mayor escala de esta rama en el vecino país, provocó que Argentina no lograra cubrir otros mercados como lo hizo Brasil. Por ello, la carne que no se logró exportar ni a Venezuela ni se compensó con Rusia u otros mercados, se volcó al mercado interno. A pesar de una leve retracción del 2% en la producción, los precios mayoristas del pollo cayeron un 5% en términos nominales, en un contexto inflacionario. Esto se reflejó en un aumento del consumo aparente per cápita de 40 kg hab/año a 46 kg hab/año en promedio.[iv]
Como consecuencia del cuadro, los problemas no tardaron en hacerse sentir. Ya en junio de 2014, la segunda mayor empresa procesadora avícola del país (Rasic), que ya mostraba intenciones de cerrar uno de sus tres frigoríficos, se presentó a concurso de acreedores.[v] Aunque hoy el conflicto parezca solucionado, debemos recordar que se precisó la mediación y promesas de ayuda económica por parte de la Provincia de Buenos Aires para que se reincorporaran los 3.000 trabajadores despedidos. Es característico de esta empresa el hecho de que su orientación al mercado interno es más marcada que en sus competidores, lo cual la hace vulnerable a una caída de los precios locales, sin el salvavidas de dólares de exportación en igual proporción que la competencia. Por caso. otras firmas como Las Camelias, en Colón (Entre Ríos), exporta tanto como vende localmente.[vi]
Otro elemento que explica las dificultades de la actividad es el recorte de subsidios desde 2011, lo que hace que no solo Rasic se vea enjaulada. La crisis también está acogotando a dos empresas de baja faena: FePaSa (Concepción, Entre Ríos) y Pividori (Santa Fe), que se encuentran en serios problemas ante este contexto. Otra de las firmas en problemas es Beccar (Super S.A.), de Concepción del Uruguay. Esta empresa de más de 50 años presentaba problemas desde 2014; finalmente, fue absorbida por Tres Arroyos, el capital más grande de la rama.
Mientras otros países expanden sus exportaciones y la producción, la carne de pollo argentina se estanca. A medida que se achica la torta local, los capitales menos productivos que no logran exportar ni sobrevivir el tiempo suficiente en el mercado interno a la espera de una recuperación de los precios, independientemente de su tamaño, comienzan a quebrar. En una próxima nota analizaremos la tendencia a la concentración en esta rama y por qué a varios de sus miembros se les ha caído la cresta.
Notas
[i]Véase http://goo.gl/pfDl6N
[ii]Véase http://goo.gl/IHOuhW
[iii]Elaboración propia en base a SENASA. Véase: http://goo.gl/fQ3ZHv
[iv] Véase http://goo.gl/sa7eSG
[v]Véase: http://goo.gl/orWkT2
[vi]Vínculos, 2014, Nº 144.Pg 32.