Curas críticos (pero no tanto). Un análisis de la relación entre los Sacerdotes para el Tercer Mundo, Montoneros y el programa revolucionario

en El Aromo nº 69

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Curas críticos (pero no tanto)
Un análisis de la relación entre los Sacerdotes para el Tercer Mundo, Montoneros y el programa revolucionario
 
Julieta Pacheco
Grupo de investigación de la lucha de clases en los ‘70
 
En el número anterior, lanzamos un debate sobre el lugar del cristianismo en la formación de la crisis de conciencia a fines de los ‘60. Aquí, presentamos nuestra posición, en la que explicamos el papel del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y su vinculación con el programa de Montoneros. En este artículo, el lector podrá apreciar que ni el primero fue revolucionario ni el segundo católico. El único elemento de unión entre ambos fue la defensa del programa de liberación nacional. 
 
En el número anterior de El Aromo, Francisco Martínez Hoyos publicó una nota sobre la vinculación entre el cristianismo y las organizaciones de izquierda durante los años ‘60-‘70. Allí asume que el Movimiento de Sacerdotes Para el Tercer Mundo (MSTM) defendía un programa radicalizado y vincula de manera directa a esta línea del cristianismo con Montoneros. Por el contrario, consideramos que, antes que la relación con  los dirigentes que luego conformaron la Conducción Nacional (CN) de Montoneros importa indagar los antecedentes programáticos que  dicha organización encuentra en aquel Movimiento. Desde nuestra perspectiva, el MSTM fue una importante vertiente del programa de liberación nacional, no socialista, y, en tal sentido, su producción teórica y su pensamiento contribuyeron a la constitución del programa que Montoneros defendió durante el período 1970-1976. 
 
Antecedentes programáticos
 
El MSTM fue una importante agrupación que nucleó en Argentina a sacerdotes que se sintieron identificados con las encíclicas papales elaboradas durante el II Concilio Vaticano en los primeros años de los ‘60. En términos generales, cuestionaba la clásica relación entre la Iglesia y la comunidad y el lugar de los sacerdotes y los cristianos en la sociedad, bregando por la obligación de volcarse a un profundo compromiso con “los pobres”. 
Si bien los referentes del MSTM defendieron estas posiciones durante toda la década, fue hacia 1968 que se constituyó el Movimiento, se realizaron congresos y se elaboraron informes. En ellos se manifestaba la adhesión a la teoría de la dependencia para explicar la situación económica y política de los países del denominado Tercer Mundo. Esto significaba la existencia de una división social basada en una alianza entre la oligarquía nacional y el imperialismo en contra del pueblo. Los primeros actuarían como opresores del desarrollo de la nación, en tanto orientarían la economía en base a sus propios intereses y no a los que el pueblo necesitaría para independizarse y ser libre. 
La manera en que pensaban resolver esta situación era a partir del surgimiento del “hombre nuevo”, el cual sería producto de la búsqueda del socialismo latinoamericano. A pesar de que esta afirmación pueda aparecer como una posición política radicalizada, el MSTM se encargaba de aclarar que este socialismo no se trataría del propuesto por los partidos socialistas revolucionarios de origen marxista.
Este punto quedó esclarecido a raíz de un conflicto entre los curas del MSTM y las autoridades eclesiásticas, en 1970. El problema estalló cuando uno de sus sacerdotes se vio vinculado con el asesinato de Aramburu asumido por Montoneros, el 29 de mayo de aquel año. El escándalo ameritó que el Episcopado elaborara un documento cuestionando las actitudes de irrespetuosidad por parte de estos sacerdotes frente a las jerarquías eclesiásticas y criticara las concepciones ideológicas del Movimiento. Por su parte, los miembros del MSTM, como no querían ser expulsados de la Iglesia, contestaron estos cuestionamientos en un texto titulado “Nuestra Reflexión”. En primer lugar, ratificaban ubicarse dentro de los postulados por el II Concilio Vaticano y las declaraciones de Medellín. Es decir, dentro de una corriente que era aceptada por la Iglesia a nivel mundial.  En este sentido, y aquí aparece el punto central, presentaban su descargo frente a la utilización de la palabra revolución. Allí declaraban no estar haciendo referencia a la concepción clásica del socialismo, ya que afirmaban que este término hacía tiempo que se había desligado del sentido impuesto por al marxismo-leninismo para ser utilizado por el sentido común, siendo esgrimido por un amplio sector social de la Iglesia que no se reducía a los cristianos o sacerdotes denominados revolucionarios. 
Otro de los puntos del descargo se refería al cuestionamiento que hacia el MSTM respecto de la siguiente declaración por parte del Episcopado “erradicación definitiva y total de la propiedad privada de los medios de producción” [1]. En este aspecto el MSTM declaraba que se había omitido hacer referencia a la oración siguiente a esa consigna “Vale decir: erradicar para siempre el concepto de la empresa basada en el lucro como incentivo para el trabajo”. Es decir no apuntaban a la eliminación privada de los medios de producción, como una medida socialista, sino a la función benéfica del capital. Concretamente, proclamarían una sociedad en donde todos los hombres accedieran a los bienes materiales y culturales, donde se penara la explotación del hombre por el hombre. Si bien se proclamaba el final de la explotación, no se mencionaba cómo se iba a lograr. O, mejor dicho, al no proponer la destrucción del capitalismo, antes que la eliminación de las clases sociales, se está proponiendo la convivencia armónica entre ellas. En este sentido, y consecuente con sus planteos, postulaban un proyecto de sociedad con características nacionales y populares, donde se respetara la “condición humana”. Sobre el lugar de la violencia, se señalaba que “la instauración del socialismo podía o no ser producto de un proceso violento”. 
Consecuente con este planteo adhirieron de manera explícita al peronismo. Así quedó plasmado en mayo de 1970 en el “Comunicado de Santa Fe”, donde se manifestaba por primera vez la adhesión a la experiencia peronista, en tanto expresaba el proceso revolucionario por el cual atravesaba el pueblo. En este mismo sentido, dos años más tarde en el documento “Dependencia o Liberación”, se señalaba que debía construirse el “socialismo nacional”. Coherentes con esta adscripción, Carlos Mugica y Jorge Vernazza representaron al MSTM en la campaña por el retorno de Perón a fines de 1972. 
 
La CN montonera y los curas del Tercer Mundo
 
Un supuesto fuerte en la nota de Martínez Hoyos es la idea de la existencia de una vinculación directa entre los curas tercermundistas y Montoneros. Supuesto sostenido, a su vez, en la relación de la CN con los presupuestos de dicho Movimiento. En este punto es importante tener cuidado, porque la idea de que un grupo de pocas personas es el responsable de esgrimirle un sentido a una organización de masas, que no hizo más que crecer desde el momento que se conformó, puede terminar demasiado cerca de la teoría de los dos demonios, según la cual, la historia de la lucha de clases en la etapa se resume a la intervención de pocos individuos alejados del movimiento real de la sociedad.  
Aquí, importa señalar que, efectivamente, existió un vínculo político y personal entre algunos miembros que conformaron Montoneros e importantes militantes del catolicismo de izquierda. Por un lado, Mario Firmenich, Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina y, por el otro, Carlos Mugica y Juan García Elorrio. Ambos miembros de las instituciones cristianas influyeron de manera considerable en la formación política de estos militantes y difundieron entre ellos la opción establecida por el Vaticano a partir del II Concilio, que era posible luchar por los pobres dentro de las filas del cristianismo y, en el caso de Elorrio, las armas eran la vía para llevarla adelante. 
Sin embargo, el hecho de que algunos de los miembros de la futura CN montonera provinieran de las filas del catolicismo no quiere decir que esta organización tuviera una base religiosa. En este sentido, es importante diferenciar el origen político de los militantes de los antecedentes programáticos de la organización de la cual forman parte. 
En el caso de Montoneros, ya hemos analizado anteriormente cómo desarrolló un programa reformista de liberación nacional. Aquí vimos cómo el MSTM fue uno de los antecedentes ideológicos de dichos objetivos políticos. Allí priman las coincidencias, más allá de los derroteros individuales, de los militantes que nutrieron a las organizaciones peronistas de los ’70. 
 
NOTAS:
[1] Pontoriero, Gustavo: Sacerdotes para el Tercer Mundo: el fermento en la masa (1967-1976), CEAL, Buenos Aires, 1991, Tomo I y II. Todas las citas fueron extraídas de este texto.

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