Cómo finalizar con la degradación de la educación pública
Las mentiras sobre la terminalidad en el secundario (Plan Fines I y II)
Romina De Luca
Grupo de Investigación de educación argentina – CEICS
El kirchnerismo machaca sobre lo mucho que defiende a la escuela pública. Si usted tiene dudas al respecto, pase y lea esta nota. Podrá ver cómo las políticas educativas K se encaminan más bien hacia su destrucción. Y para peor, lo hace con un discurso de “inclusión”, en donde afirma que la clase obrera nunca podrá tener una escuela de calidad.
El kirchnerismo no se cansa de reiterar lo mucho que hizo y hace por la educación pública. Y, sin repetir y sin soplar, enumera sus logros: Ley de Educación Técnica, Ley de Financiamiento Educativo, nueva Ley de Educación Nacional (LEN) -con el consecuente aumento de la obligatoriedad escolar-, distribución de libros y computadoras en forma gratuita en las escuelas, incorporación de más y más días de clase, etc.
Según sus propios dichos, la defensa de la educación pública, al igual que los derechos humanos, constituirían sus banderas históricas. Dentro de esa argamasa, eligió un foco estratégico: la escuela secundaria. La LEN inició el camino, a partir de sancionar la obligatoriedad del nivel, en 2006. Cuatro años más tarde, el 17 de febrero de 2010, se anunció el programa “Secundario para todos” donde se explicitaba que la secundaria constituiría la “promesa y apuesta histórica de la sociedad”. Si bien la Ley proclamó la obligatoriedad, rompiendo, a decir suyo, con la estructura meritocrática del antiguo secundario de clase media, se requería, a juicio del gobierno, un cambio mayor. La tarea de la hora residía en modificar internamente la vieja escuela para transformarla de “excluyente” a “incluyente”. También de crear una nueva institucionalidad dirigida ahora a un público más amplio. La inclusión de otras clases implicaba proyectar nuevas formas de acceso, permanencia y terminalidad para esos “sectores populares”.
A tales efectos, el gobierno creó programas ad hoc como el “Encuentro”, “FinES” o “Volver a la Escuela”, iniciativas direccionadas a garantizar la mentada obligatoriedad. Aquí analizaremos una: el Plan de finalización de estudios secundarios y primarios (FinES). Veremos cómo más que una apuesta histórica por la educación pública se trata de su contrario. Espejitos de colores bajo la forma de empleos precarizados, destrucción del currículum y títulos deteriorados.
Vacas flacas
El Plan FinEs resulta un desprendimiento del riñón de la Ley de Educación Nacional (Ley 26.206). En su Artículo 138°, la Ley establece que “diseñará programas a término destinados a garantizar la erradicación del analfabetismo y el cumplimiento de la educación obligatoria […] para la población mayor de 18 años que no la haya alcanzado […] que asegure la calidad educativa así como la permanencia y egreso de las/los participantes”. Reconocido desde sus orígenes que el programa no es más que un paliativo, sus voceros destacan dos ventajas. Por un lado, a diferencia de la estructura tradicional que dejaría a los alumnos librados a su propia suerte, se dispone el acompañamiento permanente por parte de profesores-tutores. Por el otro, la adecuación de los planes de estudio a las necesidades laborales y sociales de una matrícula mayor de 18 años, expulsada del sistema por la Ley Federal.
Ahora bien ¿por qué fue necesario crear un programa de compensación? Los voceros oficiales argumentan que las políticas educativas de los noventa habrían profundizado la deserción de los niveles primario y medio. Valgan de ejemplo algunos datos del año 2000. Si al finalizar el EGB 3º en todo el país se registraban 627.027 alumnos, al año siguiente se contabilizaban en el primer año del polimodal 399.763 alumnos, es decir, un 37% menos; de esa misma cohorte educativa llegaron al último año en 2003, 384.127. ¿Nada mal? Bueno, de ésos egresaron apenas un tercio (128.734 alumnos egresados) [1]. Como si eso fuera poco, según los datos del Censo 2001, 3.463.364 mayores de 16 años no tenía completa la escuela primaria, mientras que 10.115.567 carecían de título secundario.
Con todo lo que el oficialismo quiera decir acerca del fin del “menemismo educativo”, ese horizonte “neoliberal” no ha sido modificado por la década K. No es una novedad que cuando se conocen los resultados de las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), el gobierno tiene un dolor de cabeza. En el 2006, Argentina se ubicó 100 puntos por debajo de la media internacional, lo que le valió los puestos 51 y 53 sobre 57 países en matemática y lectura, al obtener 381 y 391 puntos, respectivamente. En esa oportunidad, se adujo poco tiempo de gestión. En 2009, nuestro país obtuvo 388 y 401 puntos en matemática y ciencias lo que una vez más le valió la cola de la tabla [2]. Sileoni aclaró, en su momento, que la calidad educativa no refería solo a los resultados, sino también al nivel de inclusión de la escuela secundaria. ¿Mejores números ahí? Nada de eso. El Proyecto Educar 2050, durante el mes de agosto de este año, difundió los resultados de un estudio realizado sobre la base de informes de la Unesco. Allí advertía que nuestro país cuenta con la tasa más baja de graduación del nivel secundario en la región. Según los datos del Censo de 2010, completó sus estudios medios solo 1 de cada 3 jóvenes de 18 años [3]. Al mismo tiempo, apenas el 51% de los niños que terminan el primario llegan al último año de la escuela secundaria. De ésos, además, un tercio no completará sus estudios [4].
Como los flacos resultados no son buena propaganda para un gobierno que dice defender la educación, el Plan FinES propuso una certificación exprés a fin de poner sobre la mesa cifras más halagüeñas. Veamos
La máquina de sacar títulos
Si bien el Programa FinES fue lanzado por el gobierno nacional en abril de 2008, sus primeras líneas comenzaron a delinearse el año anterior. En efecto, el Consejo Federal de Educación dio sanción a la Resolución nº 22, en noviembre de 2007, donde se fijaban “los lineamientos del plan federal de educación permanente de jóvenes y adultos, 2007-2011” [5]. Dentro de sus objetivos, la Resolución ordenó: el “Incrementar el número de personas mayores de 18 años que finalicen sus estudios de nivel primario y secundario” identificando sus necesidades y requerimientos así como el “asegurar las condiciones institucionales y materiales requeridas para lograr el ingreso, permanencia y egreso de los jóvenes y adultos participantes”. Dentro de sus metas, puntualizó que, para el 2015, el 100% de los jóvenes entre 18 y 30 años culminaran los estudios obligatorios (primario y secundario) mientras se esperaba resultado similar para un 70% de los mayores de 30 años. Objetivos y metas implicaban la generación de un “salto cualitativo” que abriera el “panorama a la creatividad y a la innovación pedagógica, didáctica e institucional”. Para ello se dispuso la generación de programas que comprometerían a distintos actores con acciones diversas y concertadas.
El plan FinES cuajó como resultado de la agenda de trabajo fijado en esa oportunidad y se formalizó, meses más tarde, a través de la Resolución 917/08, de julio de 2008. El plan contemplaba dos etapas. La primera dirigida a jóvenes y adultos, mayores de 18 años, que habiendo cursado el último año del secundario adeudaran materias. En la segunda etapa (2009-2011) ya acogería a quienes nunca hubieran iniciado estudios primarios y/o secundarios o no los hubieran finalizado. Acorde, con lo que se diseñó como “concertación de esfuerzos”, el programa funciona en diversas sedes: entidades sindicales, empresariales y de la comunidad, las 2.000 escuelas del programa nacional de becas estudiantiles y escuelas CENS de todo el país (474 en total). La primera etapa implicaba la preparación de los alumnos, por parte de los tutores, con material ad hoc, para que los jóvenes rindieran sus exámenes y recibieran su título [6]. Según las declaraciones del Ministro Sileoni, hasta septiembre de 2012, el FinES I contaba en su haber con, por lo menos, 330.000 egresados [7]. Lo que no explicita el ministro es que buena parte de esa “graduación” se realizó gracias a la estructura punteril que preside el plan y que otorga títulos a cambio de lealtades, o que permite a los directivos de las estructuras oficiales obtener un sobresueldo por alojar en sus sedes al Plan y garantizar su éxito. Consultado por nosotros acerca de la naturaleza del FinES, un director de CENS de la CABA nos contestó: “es más plata…”
Si bien originalmente se dispuso que, entre junio y agosto de 2008, se darían a conocer las acciones para la segunda etapa, ello nunca ocurrió. Sin embargo, ambas etapas del programa se han diseminado como hongos a lo largo y ancho del país. Las provincias tienen sobrados motivos para promoverlo. Sencillamente porque mejora “los resultados” educativos provinciales al mismo tiempo que les implica recursos cero: la Nación financia los gastos operativos de las “escuelas” y el equivalente a salarios por 25hs cátedra semanales por sede. Por su parte, las provincias solo rinden cuentas y certifican la prestación de servicios. Buena parte de las sedes funcionan en unidades básicas del PJ o bien en las nuevas sedes de La Cámpora: los “centros de orientación barrial” o las “casas compañeras”. También sirven comedores o bibliotecas barriales. Todos espacios que no están habilitados ni son adecuados como escuelas [8].
En su segunda etapa, el FinES va por más. Lo que originalmente era un esquema de tutores mutó a un armado mayor. Mientras el gobierno se muestra obsesionado por cumplir 180 días de clase y ahora proyecta 190, el FinES “dos” habilita a obtener título secundario en solo 6 cuatrimestres. ¿Cursada mañana, tarde y noche de lunes a domingo? Nada de eso. Alcanza con apenas dos días a la semana, 4hs por vez. Es decir, contenidos que se desarrollan a lo largo de un año serán condensados en apenas 48hs con suerte. Un maravilloso poder de síntesis para resumir, por ejemplo, toda la historia argentina. Así las cosas, la expulsión de matrícula que “de oficio” produce la escuela secundaria tendrá un nuevo nicho donde refugiarse sin resolverse el problema de base. Resulta claro, entonces, que la iniciativa no puede apuntar más que a una rápida titulación. De un miserabilismo absoluto, además, en tanto se lo presenta como aquello a lo que pueden aspirar los nuevos sectores de la clase obrera incluidos ahora al nivel.
Como consecuencia, además, los CENS, las verdaderas escuelas de adultos, resultarán vaciadas de alumnos en tanto ¿quién va a querer pasarse tres años allí a razón de cuatro horas por día, cinco días a la semana, para obtener lo que puede conseguir en menos de la mitad? La contracara del FinES será entonces, la desocupación en masa para los docentes “oficiales” y la expansión de una capa docente no siempre preparada ni titulada para la función a la que la convocan, que cobra sustantivamente menos y en negro, y trabaja en condiciones de trabajo deplorables, incluso en comparación con las ya deterioradas condiciones del conjunto de los docentes argentinos.
Sin educación
Lo cierto es que el Plan FinES entronca con otra serie de medidas que apuntan a lo mismo: mejorar la estadística con un esquema vaciado de contenido. Recordemos que en abril de 2012, en la provincia de Buenos Aires (allí donde estudia casi 38% de los alumnos del país) se resolvió que se les otorgaría el título de “primaria completa” retrospectivo a quienes hubieran abandonado entre séptimo y noveno grado entre 1996 y marzo de 2007. Por supuesto, su titulo los habilita para la inscripción al secundario (que entre gallos y medias noches pueden obtener en seis cuatrimestres cursando el esquema FinES) [9].
Así las cosas, el kirchnerismo, bajo una máscara de “progresismo”, no hace más que profundizar la tendencia hacia la degradación y destrucción de la educación pública. La izquierda focalizó sus denuncias en los aspectos del programa que apuntan a la precarización laboral, al vaciamiento de escuelas y a la creación de una estructura punteril de adoctrinamiento [10]. Y no cabe duda que el esquema avanza en esa dirección. Pero no podemos dejar de denunciar el legado más profundo y duradero que el programa cederá a las generaciones futuras: la consolidación de cientos de miles de analfabetos funcionales “titulados”. La defensa de una escuela científica y de calidad para la clase obrera es la única política revolucionaria seria que se opone a la tendencia profunda que corroe la educación argentina desde hace más de medio siglo: la degradación permanente. Contra ella debemos pedir la eliminación del Plan FinEs y el fortalecimiento de la educación de adultos. Becas para los adultos que estudian, permisos laborales automáticos, garantías de estabilidad horaria para que puedan asistir a clase, reducción de la duración de la jornada laboral, trabajo estable para todos y remunerado adecuadamente, ése es el principal “paquete” de medidas educativas que mejorará la calidad de la educación y, a la postre, las cifras que tanto preocupan al gobierno. Sólo así se finalizará con un presente bochornoso y un futuro de brutalidad e ignorancia.
NOTAS:
[1] ME-DINIECE: Anuario estadístico educativo, Año 2000, 2001 y 2003 Buenos Aires, 2002-2003. Los datos corresponden a la modalidad común. Los datos representan le evolución teórica de una cohorte educativa incluyendo la inscripción año a año lo que torna los datos más favorables para las estadísticas oficiales.
[2] La Nación, 8/12/2010. Consultado el día 29/11/2012 en http://www.lanacion.com.ar/1331752-preocupante-retroceso-dela-argentina-en-educacion
[3] http://www.educar2050.org.ar/imagenes/flyer/InfoEduUnivBelgrano.pdf
[4] INDEC: Censo 2010. Consultado el día 4/12/12 en: http://www.censo2010.indec.gov.ar/archivos/censo2010_tomo1.pdf
[5] CFE: Resolución 22/07. Anexo I, Buenos Aires, noviembre de 2007. Link consultado el 4/11/2012 http://www.me.gov.ar/consejo/resoluciones/res07/22-07-anexo01.pdf
[6] Ministerio de Educación de la Nación: Resolución 917/08. Consultada el 4/12/12 en http://repositorio.educacion.gov.ar/dspace/bitstream/handle/123456789/78435/13512.pdf?sequence=1
[7] Declaraciones de Sileoni en la Asamblea del Consejo Federal de Educación, realizada el 26/9/2012. Consultado el 4/12/12 en: http://www.juventudinformada.com.ar/2012/09/26/sileoni-presidio-la-asamblea-del-consejo-federal-de-educacion/
[8] Tómense como ejemplo Altos de San Lorenzo, en La Plata, que no es más que una unidad básica o “La abanderada”, otra unidad básica. Véase también la Asociación Barrial Lealtad-Comedor “Los Pirulines”, en cuyo muro de facebook puede verse en primer plano a Juan Domingo y Eva Perón.
[9] Clarín, 20/4/2012. Consultado el 4/12/12 en http://www.clarin.com/sociedad/titulo-primaria-terminaron-vieja-EGB_0_685731518.html
[10] Valga de ejemplo: Tribuna Docente, número 96, septiembre de 2012. Consultado el 4/12/12 en: http://www.tribunadocente.com.ar/tribuna96/Tibuna96.pdf