Colón – A llorar a la iglesia: el ajuste a los desocupados en el departamento de Colón

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En plena pandemia, el intendente de la ciudad de Colón, José Luis Walser, amenaza con negarle la comida a los trabajadores.

El 30 de abril aparecieron carteles en las puertas de los comedores de la ciudad de Colón que rezaban “a partir del lunes 04 de mayo el ingreso familiar de emergencia ($10.000) reemplazará el beneficio del plan de emergencia alimentaria municipal (viandas nocturnas y bolsón de emergencia)”. Una macaneada del municipio, primero, porque el IFE no tiene por qué reemplazar a ningún programa social ni subsidio en vigencia; segundo, y más importante, porque no se puede pretender que 10 mil pesos miserables resuelvan los problemas de una familia obrera.

La “gestión” de Walser fue más allá y, en la voz del Secretario de Desarrollo Comunitario Oscar López, aclaró que hubo una “mala comunicación” de las intenciones del municipio. López es un hombre de confianza del intendente y el nexo con la iglesia local, ya que fue miembro de Cáritas. El funcionario aclaró que no se quiere negar la asistencia pero que sí se apela a la “buena voluntad” de quienes son beneficiarios de más de un plan social para que se “solidaricen” con aquellos que no tienen siquiera para comer.[1] Voluntad, responsabilidad, solidaridad… ¿le suena esta perorata? Una lección de la facilidad del peronismo para hacer de miseria virtud y del poco respeto que tiene por la clase obrera, a pesar de cualquier discursito encendido.

La asistencia municipal con viandas y bolsones de comida se realiza desde la Red Comunitaria de Ayuda, programa que se improvisó en el marco del Plan Alimentario de Emergencia tras la sanción del aislamiento obligatorio. Su objetivo es captar donaciones para los comedores y bolsones alimentarios. Esta Red afecta a más de 1.000 personas y está plagada de arbitrariedades y desmanejos. Participan decenas de instituciones, pero la Iglesia Católica cobra un rol protagonista: se le asignó la peculiar responsabilidad de “prestar” la cuenta bancaria donde se reciben las donaciones y las compras se harán a su nombre. Específicamente, se asigna esta función a la parroquia que preside Néstor Toller, conocido entre otras cosas por poner en peligro la salud de todos al romper la cuarentena para dar misa en la calle. El mismo que llamaba a votar por Walser desde el púlpito todos los domingos.

La organización de la Red Comunitaria de Ayuda da cuenta de la privatización y tercerización de la política social por parte del Estado municipal, que se da en un momento clave de la crisis socio-sanitaria que vivimos en todo el país. Aparentemente, el presupuesto para la política social del municipio se restringe a los 2 millones de pesos. ¿Qué clase de contención se puede ofrecer con esta suma? No es extraño, entonces, que de la miseria del asistencialismo estatal pasemos a la organización de la beneficencia lisa y llana. Un claro exponente de lo que significamos los trabajadores para la burguesía y sus políticos: migas en el suelo. Ahora, la suerte de estos trabajadores, cuya vida se ve amenazada por el capitalismo, ya no depende de los magros ingresos de la asistencia estatal (que además son garantizados por la propia clase obrera), sino de las “buenas acciones” de un puñado de burgueses.

Estas “buenas acciones” están inspiradas por un decreto del gobernador, que se descontó a él y a sus funcionarios el 50% del sueldo para hacer demagogia. En Colón, el catolicismo encontró la forma de hacer demagogia y ahorrar. Se estima que, en promedio, Walser y sus funcionarios donaron informalmente menos de $4.000 cada uno. La suma es de $200.000 y con las donaciones de otros privados llega a unos $500.000, una suma paupérrima si recordamos que se trata de la alimentación de más de 1.000 trabajadores. Walser decía en campaña “tenemos el desafío de llevar los valores de la vida privada a la vida pública”. Hoy esos valores quedan a la vista: el Municipio se excusa en el IFE para recortar las viandas y bolsones a los trabajadores, en vez de aumentar el presupuesto destinado a tal fin.

El ajuste a los desocupados se replica en otros lugares. En el barrio de El Brillante (San José), son más de 500 familias las que dependen del comedor municipal con sede en el Centro de Integración Comunitaria (CIC). Hasta el mes de marzo, previo a la pandemia y sus respectivas medidas de aislamiento social, muchas de estas familias recibían un bolsón de alimentos a través de Desarrollo Social.

En el mes de abril, con la excusa de haber reforzado las viandas municipales, por orden del intendente Bastián (Frente Ciudadano – PJ) se dejaron de entregar. La falta de recursos para atender a la población desocupada y precarizada no es nueva. Esta problemática existía antes de la cuarentena y se intensifica con la misma. Son cientos los trabajadores en negro que no pudieron continuar con sus trabajos, elevando los pedidos al área de Acción Social, y que hoy engrosan la lista de espera para recibir alimentos.

Hay fracciones enteras de la clase obrera argentina que hoy dependen del asistencialismo estatal para sobrellevar la profundización de la crisis, que hoy se ve agravada por la pandemia, pero es anterior a ella. El problema no es el virus, sino que la cuarentena mostró las consecuencias reales de las condiciones de trabajo y de vida de la clase obrera argentina. El principal responsable de esta situación es la burguesía argentina. Entre Ríos es una provincia productora de alimentos y nos encontramos con que hay personas que no saben si van a poder comer hoy. Lo que conduce a esta situación es el interés de la burguesía por sostener su ganancia a toda costa, incluso de la vida de la clase obrera. Este único interés nos lleva de crisis en crisis y obliga a los trabajadores a pagar por sus experiencias. El Estado nacional, provincial y municipal son los garantes de esa ganancia y de la miseria de la clase obrera, en alianza con los credos religiosos que predican la conciliación de clases y la posibilidad de un capitalismo “solidario y responsable”.

Que el Estado se haga cargo: Entrega inmediata de bolsones de alimento y viandas a todos los compañeros desocupados y precarizados.

Subsidio universal al desocupado, sin contraprestación laboral, igual a la canasta familiar real y financiado por los patrones.

¡Separación de Iglesia y Estado ya!

Por una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados para dar una salida final a la crisis capitalista.

Razón y Revolución Entre Ríos


[1]Diario El Entre Ríos, 1/5/20. Disponible en https://bit.ly/3ff8gbh

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