Charla-debate sobre el documental Octubre pilagá. Memorias y archivos de la masacre de Rincón Bomba, de Valeria Mapelman.

en El Aromo n° 96

DSC03139“El juicio penal se cayó y el juicio civil está cajoneado”. Charla-debate sobre el documental Octubre pilagá. Memorias y archivos de la masacre de Rincón Bomba, de Valeria Mapelman.

En octubre de 1947 en La Bomba, por motivos sociales y religiosos, se concentró gran cantidad de indígenas semiproletarizados de la etnia Pilagá. Gendarmería inicia tratativas para desalojarlos. Ante la negativa de los pilagá, 400 gendarmes se dirigen hacia las tolderías y abren fuego sobre la población.

 Marina Kabat

Directora del CEICS


El sábado 22 de abril, en la cátedra Historia Argentina III B, se proyectó el documental Octubre Pilagá Relatos sobre el silencio. Estudiantes de la cátedra y público presente debatieron con la directora del film, Valeria Mapelman.1

El film se estructura en base a los testimonios de sobrevivientes y testigos de la masacre de La Bomba, Formosa, hasta hace poco negada por las autoridades, tratada como un mito por los antropólogos e ignorada por historiadores. En octubre de 1947 en La Bomba, por motivos sociales y religiosos, se concentró gran cantidad de indígenas semiproletarizados de la etnia Pilagá, bajo el liderazgo del cacique Pablo Navarro –Tonkiet. Gendarmería  inicia tratativas para desalojarlos y trasladarlos a una colonia.  Ante la negativa de los Pilagá, 400 gendarmes se dirigen hacia las tolderías y abren fuego sobre la población. Los cádaveres son quemados y las cenizas, recolectadas con topadoras y arrojadas al monte.

Grupos de sobrevivientes huyeron al monte donde fueron perseguidos por tierra y por aire. Se empleó un avión junker al que se le instaló una ametralladora. Muchos murieron de hambre y de sed en el monte, otros fueron alcanzados y asesinados allí. Otros fueron detenidos y confinados en las colonias, donde fueron forzados a trabajar para el Estado.

La prensa oficial negó la represión y trató de presentar a las víctimas como victimarios difundiendo la idea de un malón. El único diario que denunció los hechos, El Intransigente de Salta, fue acusado de inventar  historias fantásticas. Dos años más tarde, fue blanco privilegiado de la censura estatal.2 En base a los testimonios de los sobrevivientes, antropólogos forenses pudieron localizar fosas comunes. Las pericias en la fosa n° 3  encontraron los restos óseos de 27 cadáveres.

Se iniciaron dos juicios uno contra el Estado por crimen de lesa humanidad y otro contra Carlos Smachetti, copiloto del avión. En la demanda, los abogados siguieron relatos de la misma Gendarmería reproduciendo adulteraciones históricas, presentando a las víctimas como peronistas, al tiempo que se restringía la responsabilidad a los partícipes directos, liberando de todo compromiso al jefe de Gendarmería, al Ministro de Guerra y a Perón.

En la charla que presentamos Mapelman denunció la lentitud del juicio, la falta de apoyo a de parte de la mayoría de organismos de derechos humanos (no casualmente del sector comprometido con el kirchnerismo) y la censura que sufrió el documental en ciertos espacios.

 

 Valeria Mapelman (VM): Bueno, muchas gracias por la invitación, por el comentario sobre el libro, eso está bueno. Lo que a mí me sucedió hace ya 10 años –esta película tiene 10 años- fue que escuché, trabajando en otra película, que este hecho había sucedido. Lo escuché en las comunidades Guaraníes de Misiones, porque la Masacre de La Bomba era conocida en las comunidades indígenas. Pero bueno, no había sido investigada, no había material bibliográfico ni nada. Lo interesante entonces era ir hasta allá y hablar con los sobrevivientes, que fue lo que hicimos para hacer el documental. En esa época había unas veinte personas vivas, hoy ya no están. De los que ustedes ven en la película quedan dos sobrevivientes en Formosa. La idea del trabajo fue conversar con ellos y escuchar de primera mano qué era lo que había sucedido durante la masacre. El trabajo comenzó con la recopilación de la memoria, de las memorias del hecho. Después se completó a lo largo de cuatro años con la búsqueda en archivos de documentación que apoyaran los testimonios. Entonces fue cuando dimos con los “confidenciales” y “secretos” del Ministerio del Interior, que aparecen ahí, y con algunos diarios, de los cuales uno en esa época había denunciado lo que había pasado, que fue El Intransigente de Salta.  Después lo van a cerrar y, unos años más tarde, lo clausuran. Es el único diario que envía un corresponsal a Formosa y relata lo que ve en el lugar, una vez quemados los restos humanos y de las viviendas que había en Lomitas. Así que así se realizó ese trabajo. Como tenía mucho material que no entraba en esta película, y los mismos abuelos me dijeron: “vos filmaste cien horas y acá estamos viendo una hora y pico. ¿Dónde está todo lo que tenés adentro de la cámara?”. Así fue como empecé a trabajar en el libro, que es un formato que permite un poco más de tiempo y de espacio para contar lo que teníamos recopilado. Por eso el libro salió después, el proceso fue un poco al revés de lo que haría un historiador. Porque no empezó en los archivos, no empezó en la investigación, sino en la escucha que se hizo en [el idioma] pilagá. Es decir que yo supe lo que ellos me estaban contando cuando viajó un traductor de Formosa y trabajó conmigo. Es decir, es ahí en donde aparece la historia, una vez traducido el material. Porque yo no entiendo el pilagá, entonces lo que tenía grabado en los casetes yo no lo entendía. Sabía que me estaban contando de una masacre, de hecho la gente se quebraba y lloraba entre medio, a lo largo de la hora y pico que duraba el testimonio completo. Porque los pilagá tienen una forma de contar las cosas, que empiezan a contarlas desde el antes, el durante y el después, todo de un saque… como que no se detienen. Asì que yo cambiaba los casetes pero no sabía lo que me estaban diciendo. Cuando pude traducir esos testimonios, ahí me apareció toda la historia. El antes, el durante y lo que sucedió después durante el cautiverio en las reducciones indígenas. La película termina de alguna manera en esa parte, pero es lo que un poco se desarrolla después en el libro y lo que tiene que ver con el trabajo que estoy haciendo ahora, que es el cautiverio en las reducciones, que durante el primer peronismo estaban a cargo de la Dirección de Protección al Aborigen, que dependía de la Secretaria de Trabajo y Previsión. Y qué sucedió ahí: cuánta gente había, cómo trabajaban y qué pasó con todas esas familias que quedaron cautivas en esos lugares. Un poco la película termina ahí porque no da para más, pero eso sí apareció en los testimonios de los abuelos. Los años de cautiverio fueron muy dolorosos para ellos también, hasta que lograron escapar de las reducciones un año más tarde, a fines del año 1948. Bueno, más o menos así fue el proceso.

 

Pregunta: Yo tengo una pregunta, porque lo que no me quedó muy claro es, puntualmente, si la masacre tiene un objetivo económico. El objetivo económico está pero ¿había una estrategia, un programa para qué hacer con los indios, o no?

 

VM: Desde mi punto de vista, la masacre del año 1947 tiene que ver con un proceso que empieza en la época de los españoles, pero que tiene su punto más álgido durante la presidencia de Roca con la Campaña del Ministro de Guerra y Marina, Gral. Benjamín Victorica al Chaco. Masacres como esta, desde 1880 en adelante, hay muchas. Por lo menos, las más conocidas: la del año 1924 en Napalpí, la del año 1933 en El Zapallar, la masacre de Fortín Yunká del año 1919, durante la época de Yrigoyen, que fue una represión grandísima a todos los pilagá en Formosa, y la de 1947. O sea, hay una continuidad. Vos tenes que pensar que Formosa es, hoy todavía, una sede de escuadrones de Gendarmería Nacional, que en su época fueron fortines de la Gendarmería de línea y, antes, de regimientos de caballería de línea del ejercito de Roca. Entonces, lo que hay acá, es toda una estrategia. Las reducciones de “Bartolomé de las Casas” y “Colonia Muñíz” fueron inauguradas en el año veintipico o 1930 y, junto con Napalpí, eran tres. Napalpí fue inaugurada antes, a principios de 1900. O sea que las reducciones indígenas tienen muchísimos años, no es un hecho aislado la masacre de La Bomba. Al contrario, tiene muchos antecedentes y tiene que ver la represión que se da, porque ellos se niegan sistemáticamente a irse a las reducciones, entonces tiene que haber un control de la población indígena. Hay un mandato ahí, tienen que ser controlados y tienen que hacer lo que el Estado quiere que hagan, que es ir a cortar quebracho. Pero no es un hecho aislado, hay varios antecedentes. De hecho, la Masacre de Napalpí que ocurre en el año 1924, ocurre dentro de la reducción de Napalpí.

 

Pregunta: Pero ligándolo con una cuestión de clase, Perón no tendría una estrategia para con la población indígena del norte, sino directamente continúa una tradición que venía ocurriendo.

 

Marina Kabat: A ver, “cierta continuidad” es mantener una estrategia. Lo que se ve en algunas cuestiones en estos mismos archivos secretos, un poco para atrás, es que hay una preocupación realmente muy grande por el tema de la mano de obra y población que combina trabajo proletarizado con la auto subsistencia. Es algo que no aparece como que se pueda tolerar y una búsqueda de que todo eso sea tolerado por las reducciones. Desde finales de los treinta hay muchas quejas de “vino alguien de tal ingenio y contrato indígenas sin pasar por la reducción”, eso no lo quieren permitir más y hay un in crescendo en eso. Yo no estudié específicamente indígenas, pero lo que se ve muy fuerte es el problema del interior y del obrero rural para el peronismo. Ahí lo que ves es al obrero rural que no tiene las condiciones del obrero urbano, el estatuto del peón rural es letra muerta y lo que hace falta en todas las reducciones provinciales es mano de obra barata. Entonces hay un disciplinamiento que tiene distintas maneras en distintos lugares, por ejemplo hay algunos de estos documentos secretos que hablan sobre la población indígena en la zona de Comodoro Rivadavia y va haber otro tipo de política, pero que también va asociada a mantener la mano de obra barata, en ese caso para la esquila de oveja, y que va asociar esta idea de que para resolver el problema “vamos a separar a los niños de las familias”, pero ahí asume otra forma, sacan a los chicos y los llevan a hogares de la fundación Eva Perón. Pero otra vez, hay una búsqueda consciente en buscar desarmar esa familia, de desarmar esa estructura familiar y garantizar la continuidad de la reproducción de la mano de obra barata.

 

VM: Bueno, lo que yo veo que puede ser distinto es el tema racial. Había un Instituto Étnico Nacional que tenía un proyecto que tenía que ver con el mestizaje, es decir, el indígena no era el modelo de hombre que buscaba el peronismo, era el mestizo el que buscaba el peronismo como modelo. Entonces cuando ve, por ejemplo el afiche del 12 de octubre de ese año, que sale en todos los diarios y ve a la figura del conquistador muy grande y delante de él la figura un poco más pequeña de un hombre criollo con una pala, que representa el trabajo, ese es el modelo del hombre peronista, no el indígena. Entonces la búsqueda de ese mestizaje se ve en el proyecto de las reducciones, porque en la reducción el hombre indígena, la mujer indígena, la familia originaria, no puede hacer su vida natural, digamos seguir con su religión, con su forma de vida, su cultura, eso no está permitido. En la reducción se habla castellano, se implanta la religión cristiana, hay curas y monjas, no se permite hablar el idioma originario, se les cambian los nombres a las personas, ya no se les permite salir a cazar y a recolectar algarroba, se acabó la fiesta de la algarroba, la chicha. Eso no se permite, está totalmente prohibido. Por eso digo, eso es muy fuerte durante el peronismo, la intención de convertir al hombre originario en un hombre mestizo, apto para el trabajo sedentario.

 

Pregunta: ¿Esas dos reducciones ya eran católicas, no? ¿Esas dos que dijiste?

 

Pregunta: Ese criollo, que no forma parte de la comunidad indígena, la comunidad no indígena ¿qué reacción tiene? ¿Son indiferentes? ¿Lo pudiste ver?

 

VM: Por ejemplo en Las Lomitas, es un pueblo que nace de los gendarmes que fueron implantados ahí en el regimiento, entonces casi todos están emparentados con los gendarmes. Sin embargo, de hecho, hay criollos que o fueron obligados a colaborar con los represores o vieron lo que sucedió desde lejos y hoy en día se animaron hablar. Entonces tenemos como dos visiones distintas. Obviamente que la institución de la Gendarmería, sigue contando la historia de que ocurrió un malón y que ese malón fue reprimido, mientras que por otro lado los criollos o blancos de la zona, saben que esto no fue así y como tuvieron el digamos, el “privilegio” de estar del lado de afuera y verlo, hoy son testigos de lo que paso y lo ven críticamente.

 

Pregunta: ¿Cómo fue que pudiste conseguir la financiación para hacer la película, tuviste recursos del Estado?

 

VM: No, yo me presenté en el INCAA y había un jurado de cinco personas, entre los cuales había, por ejemplo, hijos de desaparecidos de la dictadura de los ‘70. Entonces tardaron mucho tiempo, me preguntaron varias cosas, hubo una ida y vuelta acerca del proyecto, y en ocho meses más o menos conseguí el financiamiento. La censura apareció después. Hubo lugares donde no la quisieron pasar, es un tema que lamentablemente no despierta interés, ni político ni de la Justicia tampoco. Esta masacre dio lugar a un juicio por crímenes de lesa humanidad que demoró diez años. Entonces, el único procesado vivo murió hace tres meses, el juicio penal se cayó y el juicio civil está cajoneado. Solo Nora Cortiñas, Esquivel y ahora hace poco APDH Matanza acompañaron de alguna manera los reclamos de los pilagá. Pero después, no hubo ninguna otra organización de DD.HH y tampoco ningún organismo estatal que los ayudara, que los apoyara y que los acompañara de ninguna forma.

 

Pregunta: ¿Qué aducían para no pasar la película? ¿En dónde sucedió?

 

VM: Yo te cuento de dos casos que son geniales… El Centro Cultural de la Cooperación (CCC) no la pasó nunca por la cercanía que tenía el Partido Comunista con el gobierno anterior. No la quisieron pasar, excepto Atilio Borón que la pasó en su Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, y que fue el que me contó que desde arriba del CCC no querían pasarla. Y después también hubo otro caso así, genial. Rocambole dirigía el Centro Cultural Malvinas y la censuró en las últimas elecciones, cuando ganó Macri. La íbamos a pasar en octubre, en el centro cultural junto con la muestra de un artista plástico, y le dijo al artista plástico: “Bueno, vos podés poner tu muestra, pero está película no la podés pasar, menos antes de las elecciones”. Así que, bueno, esos fueron dos casos, que supe por qué la habían censurado. Pero lo que más duele de lo que pasa con esto es la poca atención que el caso tuvo de parte de los organismos de DD.HH. De hecho, fuimos a la procuraduría de  crímenes de lesa humanidad.

 

Pregunta: ¿Se sabe qué número de personas murieron?

 

VM: No. Algunos dicen que eran miles de personas las que estaban reunidas en La Bomba. Lo único que se puede inferir son cálculos. Por ejemplo: una ametralladora pesada puede disparar quinientas balas por minuto. Además, disparaban con fusiles a repetición que pueden atravesar a dos personas de un solo tiro. Eso sucedió el primer día, el 1 de octubre, pero la represión dura hasta fin de mes, veinte días. Hace pocos días una persona que vive al norte de Las Lomitas me dijo que hay más fosas comunes, porque han perseguido a los grupos en el territorio y los siguieron matando por muchos lugares. En el ‘47, Formosa tenía mucho monte y ellos no podían volver a buscar a los heridos, ni a los muertos. Entonces, la masacre de La Bomba tuvo muchos desaparecidos. Han desaparecido familias por completo. Entrevisté a una persona en Estanislao del Campo que cuenta que sabe cómo exterminaron a un grupo entero, hallaron a dieciocho personas y las mataron a todas. De hecho, un documento de secretos y reservados habla de catorce personas asesinadas. O sea, hay grupos que fueron exterminados y no hay testigos. Quizás eran familias enteras, con lo cual no hay posibilidades de saber que esa familia no está. No hay registro.

 

Pregunta: ¿Cómo era la conformación de los escuadrones?

 

VM: La Gendarmería Nacional dependía del Ministerio del Interior para la vigilancia, y del Ministerio de Guerra para situaciones especiales, siempre bajo orden directa del Poder Ejecutivo. Eso fue lo que pasó durante la masacre del ’47. El Ejecutivo movió a la Gendarmería desde el Ministerio del Interior al de Guerra para reprimir. Además, la participación de quien dirigía toda la zona norte, llamado Villafañe, queda registrada en las actas de vuelo, porque el avión se detiene en Formosa donde le ponen la ametralladora, en donde se sube Villafañe, y sobrevuelan junto a seis o siete personas sobre Formosa. Es decir que tenemos a la Gendarmería y la Fuerza Aérea involucradas.

Notas

1Valeria Mapelman también es la autora del libro: Octubre Pilagá Memoria y archivos de la masacre de La Bomba, Buenos aires, Tren en movimiento, 2015. Obra que seguimos para presentar esta crónica.

2Kabat, Marina: “¿Clarín miente, Perón comunica?”, en El Aromo, n° 95, marzo de 2017 goo.gl/GRnbsR

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