Bestias en el diván. El fracaso político kirchnerista como fuente de barbarie – Ricardo Maldonado

en El Aromo n° 98/Entradas

Esta sociedad está enferma, pero la enfermedad no hay que buscarla en las nosografías psicoanalíticas, ni psiquiátricas. La enfermedad se llama capitalismo, y la única terapéutica viable es la clase trabajadora enarbolando la bandera socialista.

Ricardo Maldonado

Psicólogo-Razón y Revolución


Un psicoanalista se convirtió en el nuevo gurú de Cristina Kirchner. Jorge Alemán se define como lacaniano, está radicado en España e integra Carta Abierta. Fue discípulo de Laclau. Sus críticas a Cambiemos”[1]

 

Esta aparición fulgurante de un psicoanalista K en Clarín, fue contemporánea de la de otro, en este caso, en Radio Mitre. Esta última, en relación a la nota aparecida en Página/12 firmada por Alejandro Del Carril. El (también psicoanalista) Federico Andahazi se la explicaba así a Alfredo Leuco:

 

“Alfredo, vos sabés que nuestro país es uno de los más psicoanalizados […]  la famosa grieta, también atravesó el campo de los psicólogos. Hace tiempo que se viene dando una batalla sorda que la mayoría de la gente ignora. […]  Esta ‘batalla cultural’ se está dando dentro de los consultorios. Muchos pacientes llegan a consulta después de haber tenido experiencias verdaderamente graves: psicólogos que los han querido cooptar con las viejas técnicas de lavado de cerebro o los han echado de sus consultorios por votar a Cambiemos. […]  Ayer, en Los Leuco, presentamos, te diría la confesión en primera persona de un psicoanalista militante que trata a los votantes de Cambiemos de ‘sadomasoquistas anales’ […]

En una nota aparecida, cuando no, en Página/12, titulada ‘Por qué los votan’, el psicólogo Alejandro del Carril publicó la siguiente aberración. Repasemos fragmentos de la nota: ‘Muchas personas se mostraron sorprendidas por el triunfo de Macri en las elecciones de 2015 y por la defensa de su gobierno que realizan muchos ciudadanos a los que dichas políticas afectan negativamente […]

Se suele decir que dichas personas votan contra sus intereses.’ O sea, si votaste a Cambiemos, o sos un estúpido o sufrís de alguna psicopatología. Como dice Cristina: es alguien que se dejó ‘psicopatear’ por el gobierno. No puede entender que alguien que no vote al kirchnerismo e intenta explicarlo mediante la psicología. Después, violando la regla básica del secreto profesional, cuenta intimidades de sus pacientes: ‘Tuve la oportunidad de analizar a dos ‘militantes’ del PRO. Uno había vivido muchos años en un país acosado por el narcotráfico […]  en una ocasión la policía lo había detenido sin razón y lo había mantenido preso de forma ilegal en una comisaría durante tres días, donde unos presos se dedicaban a violar a un homosexual todas las noches.’

A raíz de lo cual, se infiere, sufrió ‘varios problemas en su ano y recto que lo habían llevado a tener que realizar varias operaciones en dicha zona (la zona, aclaro, no es el país, sino el ano o el recto). Vuelto a la Argentina se afilió al partido de Mauricio Macri.’ O sea, se afilió al partido de Macri porque había vivido en un país narco y porque fue violado. Entonces, los afiliados a alguno de los partidos que integran Cambiemos, lo son porque tienen problemas anales y fueron violados. No es una interpretación. Ahora lo va a decir con todas letras. ‘El segundo, por simpatía y conveniencia laboral, había terminado trabajando con algunos jerarcas del PRO que le prometían ascensos y premios que nunca llegaban’.

Acá podés ver como este psicólogo quiere construir el perfil del monstruo: el paciente es un trepador y los jefes, los jerarcas del PRO, unos mentirosos que lo engañan. Pero sigue hablando de su paciente: ‘tenía VIH y sabía que si ganaba Macri era posible que el acceso a la medicación se complicara. Aun así se ponía la camiseta […]  ambos resultaron ser militantes del masoquismo anal’. Pero no se queda ahí; lo hace extensivo a toda la dirigencia de cambiemos de una manera canallesca, porque se mete con tema muy sensible que es el abuso de menores: ‘Recientemente, Rufino Varela, ex alumno del Newman, colegio en el que se formó el presidente de la Nación y muchos integrantes de su gabinete, hizo pública la existencia de abusos sexuales a niños en aquel colegio durante la década del 70. Luego se sumaron declaraciones del mismo tenor de parte de otros ex alumnos. […]

Los abusadores sexuales suelen decir, cuando los atrapan, que los niños abusados deseaban esas prácticas. Lo cual puede ser cierto en algunos casos’. No, Alejandro del Carril, no. En ningún caso un chico desea ser abusado. En ningún caso. Puede ser amenazado. Puede ser presionado. Puede ser engañado, Pero jamás un chico desea ser violado. […]  Celebramos que la Secretaría de DDHH haya tomado esta denuncia, gravísima, y le de curso.”[2]

 

Psicoanalizando la realidad

 

La larga transcripción obedece a que Andahazi menciona textualmente largos párrafos de la nota de la que hablamos. Incluso son muy razonables las críticas que le hace. La nota de Del Carril es una bestialidad sin atenuantes. Bestialidad publicada en un diario de circulación nacional, que tiene una sección semanal dedicada a la psicología en la que escriben los popes kirchneristas del tema, incluido el “gurú de CFK”, Jorge Alemán, al que le suelen conceder frecuentemente la contratapa. Es decir, que hay una línea editorial psi k, y esa línea editorial coincidió con la nota abominable. En los 20 días siguientes no hubo ninguna nota explícitamente rectificadora de los dichos del psicoanalista progresista, sólo una pequeña declaración del interventor del INADI (un funcionario radical del gobierno de Macri): “desde el Inadi queremos invitar al autor del mencionado artículo a reflexionar, recordarle que las palabras muchas veces generan violencia simbólica…”[3]

El silencio y la aberración generaron que el cuestionamiento llegara, pero desde otro colectivo, al que esta nota denostaba expresamente. El suplemento SOY del mismo diario publicó una semana después:

 

“Pasarse de la raya: la fábula del neo-anal-liberalismo

 

La explicación político/berreta/psicoanalítica publicada la semana pasada en este mismo diario, donde se le atribuyen gustos masoquistas y sodomitas al votante argentino que, para decirlo en criollo, ‘vota para el culo’, recibe aquí sus encendidas respuestas y rectificaciones.” (Alejandro Modarelli) “Alejandro del Carril se sitúa en un lugar de supuesto progresismo y denuncia y critica el votante macrista en las urnas, cuestión que no se puede más que compartir, pero para ello apela a la metáfora más retrógrada, la de la entrega del culo como rito sacrificial doloroso y humillante. (Adrian Melo)”

 

Pero la bestialidad de género no debe ocultar la otra bestialidad. El psicoanálisis fecha su nacimiento en la aparición de La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud, en el año 1900. En esa obra la relación entre un contenido manifiesto y otro latente, entre una versión del sueño accesible a la conciencia y una que requiere de la interpretación, ocupa un lugar central. Tanto como la afirmación de esa construcción interpretativa como absolutamente única y singular en esa relación, en transferencia. De hecho Freud contrapone la interpretación quinielera típica de los sueños, a la psicoanalítica. Así como no se trata de “interpretar” que la aparición de un persona que ha fallecido es el 47 o un cocinero el 23, tampoco se trata de “interpretar” que tal o cual postura política expresa directamente tal o cual estructura, fantasma o deseo inconsciente. Contrariamente, la nota de Del Carril se titula “Abusos políticos, económicos y sexuales – Por qué los votan”, intentando sacar reglas generales de posiciones subjetivas inconscientes (contra toda la lógica de Freud y de cualquiera de sus verdaderos intérpretes) y establecer una ley visible y general de la subjetividad. Pero intentar explicar por qué Cambiemos obtiene 8.400.000 votos mediante la militancia del masoquismo anal, no sólo es renegar del psicoanálisis sino que tiene otras aristas que es necesario destacar. En principio, digamos que Del Carril sólo continuó, con excesivo machismo, lo que ya se publicaba con anterioridad:

 

“lo que está en juego es el masoquismo primordial que distingue al ser hablante y por el cual una persona soporta amigos que se burlan, jefes maltratadores o pésimos gobernantes sin necesidad de estar secuestrado ni ser sometido a la tortura. Freud brinda una pista: ‘el precio del progreso cultural debe pagarse con el déficit de dicha provocado por la elevación del sentimiento de culpa’. La tarea de empoderar a los ciudadanos debe tener en cuenta este oscuro aspecto de la condición humana: el masocrismo (perdón: masoquismo…) primordial.”[4]

 

Él mismo, trece meses después, titulaba otra nota: “Lo que sostiene a Cambiemos – Que a los otros les vaya peor”

 

¡Es la conciencia, estúpidos!

 

El psicoanálisis no es una cosmovisión, aseveró categóricamente Freud en 1932, una época nada fácil. Lo singular del sujeto no explica la estructura social. Y agregaba: “Aquel de nuestros prójimos insatisfecho con este estado de cosas, aquel que pida más para su inmediato apaciguamiento, que se lo procure donde lo halle. No se lo echaremos en cara, no podemos ayudarlo, pero tampoco pensar de otro modo por causa de él.”[5]

Lo que Jorge Alemán construye afirmativamente,[6] Zabalza y Del Carril lo complementan. El mundo no puede cambiar. Las simpatías y militancias políticas están ancladas en lugares inaccesibles a la conciencia. Y sólo pueden ser herederas de legados populares (peronistas), masoquistas anales que eligen lo peor o privilegiados gozadores de la falta en el otro. El recurso bestial al psicoanálisis sirve para elidir la cuestión de la conciencia y el cambio. El conocimiento de la sociedad y la economía, la elaboración de un programa para transformar esa sociedad, la construcción de una herramienta para hacerlo, queda de lado cuando se trata de millones de autómatas descerebrados.

Lo que llevó a estas cumbres de la ignorancia, es el triunfo de Cambiemos, que cuestionó la utilidad y la seriedad de una maquinaria intelectual construida para negar la posibilidad de transformación social. En lugar de buscar las razones subyacentes en lo social, se apela a insultantes construcciones seudo freudianas.

Los 32 tomos de la obra de Freud son una apuesta a la conciencia, escribe para explicar, para justificar, para convencer. El fundador del psicoanálisis entendía que un sujeto puede ser objeto de la práctica analítica, pero en la sociedad se interviene con argumentos, se apunta a la conciencia. Esta sociedad está enferma, pero la enfermedad no hay que buscarla en las nosografías psicoanalíticas, ni psiquiátricas. La enfermedad se llama capitalismo, y la única terapéutica viable es la clase trabajadora enarbolando la bandera socialista.

Notas

[1]https://www.clarin.com/politica/psicoanalista-convirtio-nuevo-guru-cristina-kirchner_0_B1vLR3d_W.html

[2]https://radiomitre.cienradios.com/segun-un-psicologo-militante-los-votantes-de-cambiemos-son-masoquistas-anales/

[3]https://www.pagina12.com.ar/58470-el-peso-de-las-palabras

[4]Zabalza, Sergio: “¿Síndrome de Estocolmo o masocrismo primordial?”, en https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-299654-2016-05-19.html

[5]http://psicopsi.com/Obras-Freud-35-conferencia-En-torno-de-una-cosmovision

[6]“Las dinámicas de experiencia social, memoria, militancia, lecturas, indagaciones históricas, reconocimientos simbólicos que tuvieron lugar en la situación K, constituyen una reserva ética y política que en primer lugar debe ser custodiada.” http://www.lateclaene.com/jorge-alemn-kirchnerismo

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*