Siete números, siete logros, siete veces el esfuerzo de discutir y editar, difundir y defender el proyecto colectivo centrado en la publicación de esta revista. Hemos crecido y al constatarlo no disimulamos nuestra satisfacción con falso pudor, estamos demasiado contentos: Razón y Revolución adquiere con cada nuevo número un perfil más definido, construye una identidad que le es propia.
Desde el comienzo nos propusimos dar vida a una revista socialista marxista, tal cual reza la leyenda en la primera página. Uno de nuestros aciertos ha sido ser conscientes de nuestras limitaciones: una revista, aunque al servicio de la revolución social, no es un partido. RyR no intenta constituirse en tal, no busca remplazarlo en sus tareas ni pretende cambiar la realidad con un montón de papeles, pero aún así hay tareas que puede llevar a cabo, y con ellas nos hemos comprometido. El pasaje a las filas de la burguesía de importantes capas de intelectuales y la ofensiva que ésta desarrolla en el plano ideológico acompañando sus avances materiales sobre la clase obrera, vuelven central la disputa también en el terreno ideológico, y si Razón y Revolución ha sido considerada una revista dura, ha sido precisamente por su intransigencia en este punto. Además, de a poco fuimos conformando un espacio de discusión dentro de la izquierda, desarrollando el debate y la crítica, todo esto porque creemos que el marxismo es una potencia viva. Por ello nuestra forma de defenderlo no es la de los dogmáticos, aquellos que se aferran canónicamente a las escrituras, pero tampoco la de los “coiffeurs”. Estos estilistas de la ciencia desconfían de la vitalidad del marxismo y, más preocupados por la moda que por la verdad, se aprontan a introducirle modificaciones que son más antiguas que la teoría que ellos pretenden remozar.
En esta disputa ideológica, el marxismo es el arma con la que contamos. Sin embargo ésta no puede batirse por nosotros y, más importante aún, de nada nos servirá si la mellamos so excusa de afilarla. Debemos pensar los nuevos problemas que la realidad nos plantea, desmontar las explicaciones que la intelligentzia burguesa propone, confrontando con éstas los resultados de nuestras investigaciones; en síntesis, conocer la sociedad en que vivimos como primer paso para transformarla. Por eso, nunca nos resignamos a ser una mera compilación periódica de traducciones. En cambio nos propusimos formar una revista con producción propia, que no sólo diera cuenta de las discusiones globales que atañen hoy al marxismo, sino también de la realidad local, y en este sentido no es casual que la historia argentina contemporánea ocupe la mayor parte de nuestro contenido. Naturalmente, esta tarea no podría haberse completado de inmediato, por eso nos alegra ver madurar los proyectos de investigación concebidos en nuestro ámbito, lo que hoy nos permite, entre otras cosas, presentar un dossier con artículos de nuestra autoría. Esto, junto con el Seminario de lectura de Gramsci y el Club de Amigos de la Dialéctica, organizados por dos de los miembros de nuestro Comité Editorial, refleja un crecimiento colectivo, pero también personal. Y esto último no deja de ser motivo de orgullo, porque RyR se planteó desde su inicio como un espacio de formación. A través de los talleres de lectura y los grupos de investigación, que se enriquecen con los aportes de la gente que se acerca a trabajar con nosotros, se renueva ahora ese viejo desafío.