Semanas atrás, tuvieron lugar las elecciones para delegados en Danone. La novedad fue que se impuso una lista “opositora” a las conducciones de la Seccional Capital Federal y del Consejo Directivo Nacional de la Asociación de Trabajadores de la industria Lechera (ATILRA). Los medios de comunicación presentaron el resultado como “un duro golpe” para el secretario general “Etin” Ponce y para Gustavo Campos, responsable de la Seccional. Los ganadores están respaldados por la familia Moyano y el Sindicato de Camioneros, quienes mantienen desde hace algún tiempo, una disputa por el control del sindicato. Unos días después, la disputa tuvo un nuevo episodio: desde el sector “disidente”, denunciaron que dirigentes de ATILRA levantaron las elecciones que debían llevarse a cabo en la planta de La Serenísima-Longchamps, por temor a que se impusiera la lista de Cristian Oliva, también aliado del moyanismo.
La realidad es que cualquiera de las opciones son dos caras de la misma moneda. Estamos ante dos burocracias que disputan para sus propios intereses, el control de lo que consideran tan solo un aparato. Ninguno tiene en el horizonte poner en pie a los trabajadores del sector para combatir el ajuste que estamos sufriendo.
Ponce entregó el convenio colectivo hace dos años, negoció paritarias a la baja y permitió el desguace de Sancor, con la pérdida de más de 2000 puestos de trabajo. La banda de Moyano se limitó a ser simple espectadora, cuidando sus cargos y aguardando el momento propicio para intentar posicionarse al frente de la Seccional. En ese sentido, y en sintonía con la gran mayoría de las burocracias que dirigen nuestros sindicatos, esta gente apuesta a los comicios de octubre y nos asegura que un recambio patronal es la única opción para cambiar la realidad de los trabajadores.
Como sabemos, Moyano impulsó durante todo el 2018 un frente sindical en la CGT con SMATA y la Corriente Federal (el Frente Sindical por el Modelo Nacional) y un frente más amplio que integraba a las CTA de Micheli y Yasky (el 21F). El objetivo: maniobrar para asegurarse un lugar en la candidatura del kirchnerismo y el peronismo. Hoy esa candidatura es un hecho: los Fernández-Fernández, que van a dar continuidad con el ajuste y el ataque a nuestras condiciones de vida. Ponce no fue ajeno a todo esto, ya que su sindicato está integrado en la Corriente Federal.
Lo cierto es que sea cual fuere el resultado de las próximas elecciones, la reforma laboral, la flexibilización y precarización de las condiciones de trabajo ya están en la agenda de los candidatos patronales. Quienes manejan hoy el gremio o quienes pretenden disputar su control, ya han demostrado que no serán los que resistirán los avances contra los obreros del sector.
Recordemos que ambos están siendo investigados por causas relacionadas con enriquecimiento ilícito y negocios turbios. ¿De dónde sacaron todos esos recursos sino lucrando con los cargos sindicales que debieran usar para defendernos? Su única preocupación es zafar de esas investigaciones. En cambio, luchar contra el ajuste los tiene sin cuidado. Y si así se comportan contra Macri, imagínese lo que harán con un gobierno al que acompañan en las listas. Atilra no debe ser ni de los Moyano, ni de los Ponce. No deben tener lugar sus fórmulas patoteriles y burocráticas, que funcionen como herramienta de los gobiernos capitalistas. Por el contrario, debe ser la herramienta para que los afiliados puedan luchar por sus intereses, con asambleas de fábrica y elección democrática de sus representantes, y apelando a la solidaridad del resto de los trabajadores. Solo el desarrollo de una perspectiva clasista puede poner en pie una herramienta semejante.