Mara López
Grupo de Investigación de Literatura Popular – CEICS
El lunes 7 de abril, a las 19 horas, El Aromo asistió a la primera charla del ciclo “Café de la SEA” que anualmente organiza esta institución. Bajo el título “La narrativa argentina actual, una mirada de autor” se dieron cita Mario Goloboff (coordinador), Martín Kohan (Dos veces junio, Museo de la revolución, Ciencias morales), Florencia Abbate (El grito, Magic Resort) y Juan Terranova (El bailarín de tango, El ignorante).
Repite, repite que algo quedará…
La presentación de la charla corrió por cuenta de Aráoz, anunciada por Terranova como presidenta de la “SADE”… La mujer elogió a la nueva narrativa por “la solvencia increíble” que ha demostrado en los últimos años, aunque no quedó claro en qué consiste tal “solvencia”. Reconoció el espacio “del café” como un lugar abierto al debate, al encuentro y a todas las escritoras y escritores asociados que deseen participar de él. Hizo hincapié, sobre todo, en la importancia de la lucha por la pensión del escritor. Iniciada la mesa, la pregunta que abrió el “debate” fue lanzada por Goloboff: ¿cómo ven estos narradores, desde el lugar de autores, a la nueva narrativa argentina? Hablaron entonces los tres convocados: Abbate afirmó que la NNA está en un “momento prolífico”. Hay buena calidad en la producción, algo que no siempre se observa en las ventas: que un libro venda no significa que sea bueno. Un ejemplo lo constituye, a su entender, Paulo Coelho. Los nuevos escritores atraviesan un buen momento aunque las ventas muchas veces no superen los 2.000 ejemplares. Kohan, en una aclaración redundante, destacó que él no pertenece a la “joven” narrativa. Acto seguido, realizó una serie de consideraciones que ya conocemos: la narrativa argentina tiene muy buenas producciones desde hace mucho tiempo, el problema era que no se desarrollaba “un ajuste en la circulación”. Es decir, en el circuito escritores-editoriales-crítica. A partir de las nuevas “pequeñas y medianas editoriales”, los escritores tuvieron la posibilidad de hacerse conocidos e incluso a partir de allí acceder a las grandes editoriales. Juan Terranova, en un breve y confuso discurso, habilitó la pregunta de Goloboff acerca de las vinculaciones entre literatura y política. Terranova afirmó que ahora “está tratando de escribir textos más políticos después de que el tema del campo lo colocara en la necesidad de intervenir”. El asunto quedó ahí, nadie más emitió palabra sobre el tema. Digamos que ninguna de estas posiciones constituyen novedad: son los mismos argumentos que venimos escuchando, al menos, desde el 2004. Será por eso que el evento contó con la exigua presencia de treinta personas, de las cuales la gran mayoría parecía haber acudido por alguna relación personal más o menos cercana a alguno de los autores.
Kirchnerismo a la carta
Como hemos visto ya en números anteriores de El Aromo, Martín Kohan es el escritor más conocido de entre los nuevos. Es, además, el único de todos ellos que ha tenido reconocimiento internacional. La fortuna de su literatura se explica bastante bien por la ubicación en tiempo y espacio. Kohan es el mejor representante del progresismo literario local, con un discurso a mitad de camino entre Foucault y Carrió, que coquetea con la izquierda sólo para mostrar que la revolución es imposible. No extraña, entonces, que siendo el escritor de las “buenas causas”, al estilo del dramaturgo español Juan Mayorga, sea premiado en España. El tibio progresismo español es capaz de pensar en el autor de Museo de la revolución como en un escritor de izquierda. Un tipo que habla de la revolución, después de todo, ¿podría no serlo? Justamente en el examen pormenorizado que hemos realizado de su obra observamos lo contrario1 : Kohan habla de la revolución, sí, pero para negar su posibilidad. Kohan cita a Trotsky y a Lenin, es cierto, pero para contradecirlos. Digamos que Terranova, con todas sus limitaciones, es el más consecuente de los tres: kirchnerista en el 2003, kirchnerista ahora. Su apoyo al gobierno no ha sufrido el más mínimo cambio2 a pesar de que el bonapartismo local ya ha mostrado su faz más dura para con la clase obrera. Con un individualismo extremo, para él “Kirchner es el mejor presidente que conoció desde que nació, en 1975”. Por esta razón firmó, el 27 de marzo de este año, una carta abierta en apoyo a Cristina.3 Digamos, de paso, que Terranova no es precisamente un defensor del “setentismo” en la figura del Presidente y su esposa. En El ignorante, libro que curiosamente rara vez se menciona cuando de Terranova se trata, el autor se larga con lindezas por el estilo:
“La vieja generación frustrada y aturdida de viejos libidinosos,
Jinetes sin caballo, muertos de miedo, troskistas putos de mierda,
Montoneros de la nada,
La caja craneana rellena de pasto pampeano,
La izquierda bien pensante,
Soberbios y megalómanos
Que se dejaron arrastrar por una pulsión de muerte heróica,
La clase media con culpa,
Vamos a hacer la revolución con una guitarra…
(…)
Y los reventaron a palos,
Y los mataron como se mata a un insecto vidrioso con un diario enrrollado
(…)
Lo único que revolucionaron
Fue el arte de tirar la piedra y esconder la mano.
Ahora están muertos.
Los torturaron pero yo los desprecio.
(…)
Para la utopía fueron maestros, y pensaron en el mundo.
Para la traición fueron geniales, y marcaron a sus compañeros,
Mujeres e hijos
Desde los míticos y reales Fords Falcon verdes”4
¿Entrarán en estos versos los desaparecidos publicados en el libro de la SEA? Sería bueno que algún miembro de la dirección de la SEA lo aclarara. La tercera participante no destaca por su praxis militante, precisamente. La autora de El grito, novela en la que llama a volver a la familia y a la vida privada en pleno 2002 argentino, reconoció en su momento que
“Durante aquel diciembre, mis amigas me llamaban y me decían. ‘Flor, está todo pésimo, hay saqueos, vení a ver la tele’. Y yo: ‘Bueno, no será para tanto…’ De repente prendimos la tele en la casa de una amiga y en la pantalla la veo a mi madre, con una cacerola, frente a la casa de Cavallo. Me sentí una especie de hija neoconservadora (que no soy) diciendo: ¡¿Pero qué hace esta mujer ahí?! ¡¡La voy a tener que ir a sacar de la comisaría!!”.
La pregunta que queda flotando es por qué un sindicato manejado por la izquierda, la SEA, repite actividades tan trilladas como ésta y, para peor, excluye la posibilidad de un debate serio sobre literatura y política. Sepa el lector que los socios de la SEA de Razón y Revolución habíamos presentado una propuesta de mesa parecida, que fue rechazada por la comisión directiva encabezada por Graciela Aráoz. La diferencia estaba en la inclusión, en el panel, de una perspectiva crítica como la que aquí expresamos, que habría dado pie a un debate real y no al mismo recitado de siempre.
Notas
1 López Rodríguez, Rosana, “Todos y ninguno”, en El Aromo nº 30, agosto de 2006.
2 López Rodriguez, Rosana, “Un ‘ignorante’ de derecha”, en El Aromo nº 15, octubre de 2004.
3 La carta abierta puede consultarse en www.nacionapache. com.ar/archives/2114
4 Terranova, Juan: El ignorante, Tantalia/Crawl, Bs. As, 2004