Desde hacía por lo menos un año se anunciaba la llegada de la Corriente de El Niño. Llegó e hizo todo lo que se sabía que iba a hacer. Y se sabía, también lo que había que hacer para evitar las consecuencias. Se trata, entonces, no de una tragedia, sino de un crimen. Un crimen social.
La creciente volvió, una vez más
Cíclicamente el río crece. Todos los años, una o dos veces el río sube su nivel, inunda tierras saliendo de su cauce. Por lo tanto, resulta relativamente sencillo establecer cuáles de ellas son aptas para ser habitadas y cuáles deberían ser dispuestas como espacios verdes y de amortiguación.
Pero la última crecida tuvo un carácter particular. Desde hacía por lo menos un año se anunciaba la llegada de la Corriente de El Niño –el calentamiento del océano Pacífico que genera un aumento de las lluvias en Sudamérica.1 Por ello, no se explica (a priori) el motivo por el cual miles de personas se vieron afectadas por una creciente tan anunciada y contra la cual existe más de un manual lleno de recomendaciones para evitar sus consecuencias.
Como otras crecidas, la ciudad de Concordia fue la más afectada de la provincia de Entre Ríos. La noche del 24 de diciembre el río alcanzó en aquella ciudad el pico de su crecida, 15,86 cm. Su altura normal ronda entre los 2 y 3 metros. En esa altura, la ciudad tenía más 10 mil evacuados.2 Si el río atravesaba la marca de 18 metros, la cantidad de desplazados podía ser del doble.3 La asistencia estatal iba a la cola de los hechos. Los vecinos fueron los primeros en auxiliar a los más afectados y pronto, la conformación de cuadrillas fue alcanzada por la apertura espontánea de escuelas y clubes para dar cobijo a los desplazados.4
En otras localidades, como Colón y Concepción del Uruguay, el escenario no era tan grave en comparación a Concordia, aunque la creciente se hizo sentir con la fuerza de la mayor de las últimas décadas. En la primera, las cifras oficiales hablaban de más de mil evacuados –el off de record ampliaba a 1.500- mientras que en Concepción el número era de poco más de 200.5
¿Por qué Bordet compró una lata de pintura amarilla?
Luego de más de dos semanas de ascenso, el agua se detuvo para mantenerse una semana estacionada y comenzar un lento y prolongado descenso. Pasó casi un mes desde que el río comenzó a crecer hasta que volvió casi a su curso normal. Mientras tanto, el agua trajo algo más que evacuados. La coyuntura de una provincia quebrada genera trastornos en una dirigencia política siempre dispuesta a los realineamientos abruptos. En efecto, mientras el nuevo Presidente asumía el sillón de Rivadavia, el ex intendente de Concordia, devenido en Gobernador, se apresuraba a tender un puente sobre la “grieta”: “Vamos a estar trabajando, poniendo lo mejor de cada uno de nosotros, para encaminarnos a resolver los objetivos comunes que tenemos…”, dijo Bordet.6 La creciente del río fue la excusa perfecta para que Bordet diera otro paso: “Es la primera vez que un mandatario viene a Concordia cuando hay un momento crítico”, elogió el gobernador entrerriano.
En ese contexto, Macri aprovechó a decir: “Son demasiados años que los han sanateado con obras estructurales que nunca se hicieron, pero nosotros acá venimos a cumplir”.7 Bordet no dejó pasar la oportunidad para pedir financiación de Macri para las obras “definitivas”.8 Junto con la fueguina Rosana Bertone, Gustavo Bordet se consagró entre los primeros borocoteadores del kirchnerismo.9 Ni resistencia, ni aguante, oportunismo. Una población cansada de la catástrofe anunciada, puede ser un problema serio en estos momentos de ajuste. Bordet intenta evitar, entonces, que el agua se lleve puesto su gobierno, curándose en salud. Con unos pesos del gobierno nacional, unas pocas obras y abundante repartija de corruptela punteril, tratará de bajar la temperatura y dejar que el tiempo pase, hasta la próxima inundación.
Nosotros, los trabajadores, debemos hacer lo mismo. El capitalismo tiene como principal fin la obtención de ganancias. El capitalista, propietario de tierra con monte o selva, procederá sin ningún remordimiento a la tala del bosque para disponer de tierra “limpia” para explotar obreros, ya sea con ganadería o agricultura. Lo mismo hará el capitalista que vive de la renta urbana. En conclusión, las mejores tierras, las que están más cerca de todos los servicios que dispone la sociedad, que facilitan la socialización y, claro, que no se inundan, tendrán un precio superior. Allí se asentarán los ricos. Los pobres, a mojarse. Por lo tanto, los perjuicios por las crecidas de los ríos no son una “catástrofe natural”, sino el resultado de la desigualdad social. El río siempre creció y lo seguirá haciendo. Lo que cambia es cómo nosotros, los trabajadores, los afectados, nos posicionamos frente a ellos, los capitalistas y su Estado.
Una tendencia para pensar el futuro
La crecida más grande que se recuerda fue la de 1959. Las dos últimas han roto esa marca, a pesar de que el río Uruguay, hoy, posee 14 represas que gestionan –más o menos- las crecidas. Por lo tanto, podría ser peor. ¿Algo nuevo está pasando? Demandamos que el asunto sea estudiado a fondo por un comité científico controlado por la población afectada. Mientras tanto, la solución definitiva al problema de la creciente está vinculada a la construcción infraestructura necesaria (defensas costeras, obras de represamiento, relocalización de las poblaciones afectadas, etc.). La misma organización obrera debe demandar también su derecho de fiscalización sobre las obras públicas necesarias, no solo para que se hagan, sino también para que no sean una nueva oportunidad de enriquecimiento de especuladores inmobiliarios que se apropien de las tierras rescatadas y expulsen, de nuevo, a los trabajadores a tierras marginales.
Notas
4http://goo.gl/P2Zxyt y http://goo.gl/XIEZfr
La Asamblea por el Agua
Rodolfo Leyes (Grupo de Investigación de la Historia de la Clase Obrera Argentina-CEICS)
Parece mentira. La ciudad de Colón, inundada y con vecinos desplazados, llegaba a enero sin agua. Sí, faltaba agua. Pero ahora lo hacía en las cañerías de las casas. Desde hace décadas esta ciudad tiene un crecimiento que la ubica entre las de mayor crecimiento en toda la Argentina. Sin embargo, el déficit signa la planificación urbana. Exceso en el costo de la tierra producto de la renta inmobiliaria, ocupación estacional, falta de servicios básicos como agua potable y cloacas, y un estado calamitoso de la periferia, son un somero cuadro de situación.
En este contexto es que la planificación del servicio de agua aparece en tapas de diarios cada vez que la temperatura alcanza niveles por encima de lo normal o bien, la llegada de contingentes de turistas dispara el consumo. La falta de agua, una canilla que ni gotea, se repite a lo largo de todo el año como ícono del abandono estatal de los servicios básicos.
El descontento popular fue potenciado y dirigido por un sector del peronismo, opositor al Intendente Mariano Rebord, devenido por la coyuntura en el kirchnerismo. Pero la demanda excedió a los conspiradores. La noche del 27 de enero en una marcha por la principal arteria de la ciudad en reclamo de agua1 se propuso la formación de una asamblea permanente. El fin era que aquel espacio sirviese para el debate y desarrollo de una política que busque la solución definitiva del problema, demandando al Estado la resolución y llevando el problema hacia los barrios carentes de ese derecho básico que es el agua potable.
Entre las tareas que hemos realizado los miembros de la Asamblea Agua para Todos de Colón se destacó la convocatoria permanente de asambleas abiertas en las puertas del Municipio, la presentación de notas de pedidos de los proyectos estatales al problema del agua y la reunión con diferentes autoridades. También hemos realizado asambleas barriales junto a la proyección del corto “Lo que dejó la última creciente” en la que participaron vecinos de los barrios afectados.
El crecimiento de la Asamblea se ve materializado en la cristalización del grupo de vecinos que proponen y desarrollan una política independiente del gobierno, que ha generado algunos dolores de cabeza al Ejecutivo municipal por su prédica, a lo que éste responde con aprietes, amenazas y desatención de los pedidos.2
La Asamblea por el Agua de Colón3 demuestra que existen formas de construcción independientes del Estado, donde la participación de miembros de partidos patronales se ve excedida por el desarrollo y la disputa de posiciones clasistas. La conciencia socialista tiene terreno fértil en miles de trabajadores que no encuentran en el régimen social establecido las respuestas reales a sus problemas concretos.
Notas
3La página oficial de la Asamblea es: https://www.facebook.com/groups/547818372045232