La praxis revolucionaria. Sobre Marx, Epicuro y la lucha contra el conservadurismo hegeliano
Pablo Lucero
Club de Amigos de la Dialéctica – CEICS
“El joven filósofo percibe delante de sí, obstruyendo el camino, dos monstruos fríos, dos masas enormes tan abrumadoras como las pirá- mides de Egipto y la Esfinge que las guarda: el Estado y el Sistema (hegeliano). Nuevo Edipo, Karl Marx, resolverá el enigma planteado por la Esfinge […] El término del enigma es el hombre y sólo el hombre. Ni la naturaleza en sí, ni el espíritu en sí» Henri Lefebvre, “La crisis del filósofo” (1967)
¿Cuál es el sentido de la tesis doctoral de Marx en su propio desarrollo intelectual y político? Y, sobre todo, ¿qué nos dice hoy la Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro, tal su nombre? De estos dos problemas, que en el fondo son el mismo, trata este artículo.
Marx y Epicuro
Marx analiza en su tesis el fenómeno de la disolución de la filosofía especulativa griega (Platón, Aristóteles) en oposición a la filosofía de la naturaleza, heredera de la tradición jónica. Intenta fundamentar allí la oposición teoría-praxis. Retomando el antiguo problema de la relación entre teoría y práctica, heredado de los griegos, la tesis se convierte en una reflexión sobre su propia relación con la filosofía hegeliana, a través del redescubrimiento de la filosofía de Epicuro, como oposición a las tendencias especulativas que la precedieron. Bajo esa forma se manifiesta la lucha por la herencia revolucionaria hegeliana, es decir, su dialéctica, y contra los apologistas del “fin de la filosofía”.
¿Por qué la necesidad de este movimiento crítico? La muerte de Hegel tiene dos consecuencias políticas en la entonces desmembrada Alemania: la primera, deja un monumento filosófico-político muy difícil de ignorar, todo el mundo debe tomar posición frente a él; la segunda, y consecuencia de la anterior, Hegel es objeto de una disputa política furiosa por dos corrientes opuestas, encarnadas por los “hegelianos de derecha” y los de “izquierda”. Común a ambas corrientes es la certeza de que con Hegel ha llegado a su culminación, para bien y para mal, el edificio completo de la filosofía especulativa moderna. Marx se ve a sí mismo parado en el mismo lugar en el que se encontraba Epicuro frente a la filosofía especulativa griega: ¿cuál es la tarea del filósofo luego de Aristóteles (Hegel)?
El rol de Epicuro en la caída de los sistemas dogmáticos de la Grecia clásica
El propósito de la tesis doctoral es reivindicar la importancia de las escuelas post-aristotélicas que, como bien señala Marx en su trabajo, habían sido notoriamente subestimadas por la intelectualidad dominante de su momento. Hegel, sin ir más lejos, caracterizaba a los post-aristotélicos como dogmáticos.1 Marx, a diferencia del viejo maestro, rescata su valor de cara a la tradición clásica. Sostiene:
“¿No es, además, un fenómeno extraordinario que después de las filosofías platónica y Aristotélica, que se dilatan hasta la totalidad, aparecen nuevos sistemas que no se vinculan a esas ricas formas del espíritu, sino que, desandando el tiempo, se vuelven a las escuelas más simples: las filosofías de la naturaleza se aproximan a la física, la escuela ética se acerca a Sócrates?”2
En efecto, a las filosofías totalizantes (Platón, Aristóteles) sigue una forma anti-metafísica. A diferencia de los jóvenes hegelianos, que como afirma Marx en La ideología alemana, se nutren de los restos putrefactos de la “cabeza muerta” del maestro, los socráticos menores (y entre ellos, sobre todo Epicuro) no vacilan en olvidar a Platón y Aristóteles para rescatar la figura de Sócrates y volver a los presocráticos.3
En su tesis Marx dice al respecto:
«Me parece que si los sistemas anteriores son más significativos e interesantes por el contenido, los pos-aristotélicos, y en particular el ciclo de las escuelas epicúrea, estoica y escéptica lo son más por la forma subjetiva, el carácter de la filosofía griega. Porque es precisamente la forma subjetiva, el soporte espiritual de los sistemas filosóficos, lo que hasta aquí se ha olvidado casi por completo, para considerar sólo sus pronunciamientos metafísicos.”4
La sabiduría post-aristotélica recuerda las posibilidades que precedieron a la invención de la metafísica (a Platón y Aristóteles) y a su obsesión (la de Platón y Aristóteles) por describir los contenidos de la conciencia de manera trascendental y religiosa, una buena base para políticas reaccionarias de todo tipo y para la defensa del orden existente. En este sentido, hay una diferencia crucial entre la ética como sabiduría, desvinculada de todo “sistema” (Sócrates), y la ética como disciplina derivada de la metafísica (los malos de esta película).5 Este último sentido de la ética se encuentra ausente en Epicuro. La afirmación de sí como autoconciencia no es por tanto un acto “ético”, si por ética se entiende la aplicación de normas universales en un contexto determinado, es decir la subsunción de lo particular bajo lo universal.6
Dicho de otra manera, no existe para Epicuro una ética transhistórica, desligada de las relaciones sociales en las que viven los seres humanos.
Marx reivindica la posición de Epicuro, basada en un análisis de las relaciones reales y opuesta a concepciones metafísicas que escinden todo tipo de relación entre filosofía y realidad.7 La filosofía de Epicuro contiene, entonces, un enorme potencial liberador.
La reinterpretación epicúrea de la metafísica atomista
¿Cómo logró Epicuro tal hazaña filosófico-política? Retomando la física antigua y corrigiendo el atomismo de Demócrito. La novedad de la ética epicúrea reside en el reconocimiento de un movimiento particular de los átomos (la desviación espontánea) que no se encuentra presente en los escritos de aquél. Demócrito establece la existencia de sólo dos movimientos del átomo, la caída y la repulsión, mientras que Epicuro agrega un tercero, a saber: la declinación de los átomos en el vacío.
Marx considera esta modificación de la física atómica como una necesidad a los efectos de explicar la posibilidad de un movimiento libre de los átomos. Dicho de otra manera, si Demócrito tiene razón y el movimiento de los átomos está firmemente determinado, la libertad humana no existe. Por el contrario, si hay alguna forma libre del movimiento atómico, la libertad es una posibilidad. Epicuro habría notado que solamente de este modo puede hacerse justicia al ser del átomo, que no se trata sólo de existencia determinada mecánica- mente por el espacio (aunque necesariamente dependiente de él), sino también que existe como negación del espacio; y es, justamente, lo que la idea de declinación (o clínamen) expresa: negación. Marx afirma al respecto que se trata del ser relativo y de su negación con el espacio, esto es, negación de la línea recta que define y determina al espacio.
“Epicuro descubrió el medio de evitar la necesidad, que había escapado a Demócrito. Él dice que el átomo […] se desvía levemente […]. Además, si no se quisiera conceder esto, el átomo en tanto que su movimiento es una línea recta, resulta simplemente determinado por el espacio; posee un ser relativo que le es prescrito y una existencia puramente material. Pero hemos visto que un momento del concepto del átomo es la forma pura, la negación de toda relatividad, de todo vínculo con otro ser.”8
Epicuro, según Marx, ha descubierto la ley de la subjetividad, haciendo de ella el principio que gobierna toda su filosofía.9 En tanto que declinación, la subjetividad es entonces negación de una existencia material restringida. Consiste en una lucha por sustraerse a la necesidad que rige el mundo. Epicuro sostiene, entonces, que el mundo (físico o humano) está sometido a la necesidad, determinado, pero existe, al mismo tiempo, la posibilidad de la libertad. El individuo libre puede “inclinarse”, separarse del movimiento determinado por las leyes que rigen la sociedad. Epicuro entendía entonces la libertad como la posibilidad de “retirarse” de la vida social. Esta conclusión es la que va a criticar Marx: el ascetismo epicúreo, en lugar de intervenir en el mundo, transformarlo, sólo concibe la libertad como un “retiro” de la vida material.
De este modo, retomando en parte lo desarrollado por Hegel, el balance que Marx hace de Epicuro es la de una autoconciencia agobiada por sus propias contradicciones. La modificación del atomismo mediante la introducción del movimiento de la declinación revela una batalla contra la tradición de la filosofía puramente especulativa. En esta concepción la ética no es una disciplina derivada de la metafísica. La oposición, entonces, entre necesidad y contingencia no será resuelta, según la crítica de Marx, teóricamente, sino a través de una práctica que sea consciente de esta necesidad.10 Dicho de otra manera, la libertad fundada en la teoría física, es decir, anti-metafísica, sólo se consigue interviniendo en el mundo, antes que retirándose de él.
Proletarios del mundo…
El trabajo del joven Marx vuelve a Hegel, a través de Epicuro, contra sí mismo para explicar la necesidad histórica.11 Es decir, Epicuro es el puente para la crítica de Hegel. ¿Qué filosofía queda luego del fin de la filosofía hegeliana? La de la praxis. Una praxis distinta de la que había propuesto Epicuro como respuesta a la misma pregunta en relación a la tradición clásica, pero praxis al fin. Es través de la ruptura con la especulación teórica abstracta que Marx se delimitará de los apologistas de la sociedad burguesa en su ocaso, los hegelianos de “derecha”, pero también de sus críticos “especulativos”, los hegelianos de “izquierda”. Un camino que lo llevará a la famosa undécima tesis sobre Feuerbach, al Manifiesto Comunista, a El Capital y a la Internacional.
Por último, ¿qué nos dice hoy esa tesis de Marx? Que todos somos Epicuro, o lo que es lo mismo en nuestros tiempos, todos somos Marx: la crítica definitiva del mundo existente es la praxis revolucionaria.
Notas
1Hegel, George Willheim Friedericht: Lecciones sobre la historia de la filosofía, FCE, México, 2002, Sección Segunda, pp. 375-379.
2Marx, Karl: Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro, Sexto piso Editorial, México, 2004, pp. 14-15.
3Marx, Karl: La ideología alemana, Santiago Rueda Editores, Bs. As., 2005, Cap. I, pp. 15-16.
4Marx, Karl: Diferencia…, op. cit., p. 15.
5En cuanto a la ética como sabiduría práctica y como principio metafísico impuesto véase: Lucero, Pablo: “Filosofía, política y esclavitud”, en El Aromo nº 38, septiembre-octubre de 2007 y en: Lucero, Pablo: “Epicuro ¿Un marxista de la antigüedad? en El Aromo nº 39, noviembre-diciembre de 2007.
6Marcovitz, Francine: Marx en el jardín de Epicuro, Editorial Mandrágora, Barcelona, 1975, cap. 3.
7Vease al respecto el artículo en este mismo número de El Aromo, Paulos Jones, Julieta: “Ciencia, religión y sociedad”.
8Marx, Karl: Diferencia…, op. cit.,segunda parte, Cap. I, pp. 40-41.
9Idem, pp. 50-55.
10Ibidem, pp. 83-89.
11Popitz, Heinrich: El hombre alienado, Buenos Aires, Sur, 1971, Cap. II, pp. 73-75.