SON 25O DE LAS 650 PAGINAS DE SU OBRA POETICA COMPLETA
Publican papeles inéditos de Santoro, el poeta desaparecido
El material no conocido incluye las letras de un disco que no se llegó a grabar.
Por: Gabriel Reches
A tres décadas y algo más de la desaparición (forzada) del poeta Roberto Santoro, se acaban de publicar sus obras completas, que van a presentarse en sociedad en la próxima Feria del Libro. Son 650 páginas, en las que se incluyen todos los textos que el poeta editó en libros, carpetas, afiches y volantes, la mayoría de ellos inhallables.
Obra poética completa (1959-1977) tiene más de 250 páginas de material que hasta hoy había permanecido inédito, guardado en viejas carpetas que aportaron Dolores Mendez y Paula Santoro, la esposa y la hija del poeta.
Quién sabe si tenían destino de libros, si estaban próximos a publicarse, si ésta sería su forma definitiva: «Dolores Santoro nos acercó los textos, eran hojas escritas a máquina, con correcciones en lapicera o lápiz. No es absolutamente claro que fueran obras acabadas, pero decidimos publicarlas, respetando la organización que creemos que él preveía para estos poemas», cuenta Roxana López Rodríguez, la autora del prólogo y quien trabajó en la edición del libro, que publica la editorial Razón y Revolución.
Los textos inéditos que recuperan estas obras completas fueron escritos por Santoro entre 1963 y 1977 y fueron organizados por los editores en tres secciones: Series, Canciones y Otros Poemas. Del conjunto, vale rescatar la sección Canciones, que incluye únicamente las letras Lo que veo no lo creo: un disco junto al músico Jorge Cutello, que nunca pudo grabarse.
Roberto Jorge Santoro nació en 1939. Trabajó como vendedor en un puesto de mercados, como empleado del Sindicato de Músicos, como pintor de brocha gorda y como preceptor. Entre los 19 y los 38 años publicó Tango y lo Demás, El Ultimo Tranvía, Nacimiento en la Tierra, Pedradas con mi patria, Prontuario de mi corazón, A ras del suelo, Uno más uno humanidad, Desafío, Cuatro canciones y un vuelo, Las cosas claras, Poesía en general y No negociable. Y el conocido Literatura De La Pelota, una compilación de versos de varios autores sober fútbol que fue reeditada en 2007.
También dirigió una revista y una colección de informes poéticos colectivos y fundó una editorial no convencional cuyos materiales se discutieron tanto en fábricas como en escuelas.
En su literatura confluyen las tradiciones de la poesía social, el surrealismo, el costumbrismo porteño y el lunfardo. A la vez, casi como rasgo de época, la poética de Santoro recurre con frecuencia a palabras como «corazón», «tierra», «sangre», «poesía», «amor» o «pájaro», habituales en la lírica de la Nueva Canción Latinoamericana de los años sesenta.
Estas referencias conviven con alusiones al tango, a una infancia perdida que jamás va a retornar, pero que no parece haberse llevado consigo la inocencia. De la melancolía no brota cinismo, sino el sentimiento de una literatura urgente que pueda convertirse en instrumento de lucha y transformación política.
Así, las calesitas, los barriletes y el bonete de las primeras obras de Santoro, y el costumbrismo porteño de las segundas, abren paso a la proclama poética, a la ridiculización del poder militar, de funcionarios estafadores y jefes intolerantes.
Acaso su obra Uno más uno humanidad sea la que condensa con mayor potencia las diversas vertientes que crujen en los versos del poeta, en lo que sería casi una versión alocada e idealista del cambalache de Discépolo (.después de Nagasaki/ los dictadores apuestan sus hijos en las carreras de caballos/los violinistas usan el violín para matar las moscas/y el cielo se abarrota de expedientes/como dios está atacado de cáncer/los ángeles militares preparan la gran conspiración/nadie entiende nada..).
La mayoría de los textos publicados por Santoro no fueron proyectos literarios individuales sino colectivos multidisciplinarios. Las obras del poeta convivían con el trabajo de amigos dibujantes, pintores o músicos. Con varios de ellos, fundó la revista Barrilete y un proyecto editorial autogestionado -Gente de Buenos Aires y Papeles de Buenos Aires- que aún funcionaba cuando desapareció.
El 1 de junio de 1977 tres personas entraron a la Escuela Nacional de Educación Técnica 25, del barrio de Once, se identificaron como hermanos de un alumno y preguntaron por Roberto Santoro. Sabían que el hombre de 38 años al que buscaban, además de preceptor, era militante izquierdista, poeta, editor no convencional, y que había denunciado los secuestros de los escritores Haroldo Conti y Alberto Costa. A Santoro también se lo llevaron a la fuerza, pero, como otras tantas veces, lo que no lograron fue llevarse sus textos.