Desde hace varios meses, los ojos del mundo están puestos en la violencia ejercida por el ISIS. En esta nota realizamos un primer acercamiento al ISIS brindando un panorama general de su desarrollo en Irak que permite avanzar en su caracterización.
Nadia Bustos
LAP-CEICS
Desde hace varios meses, los ojos del mundo están puestos en la violencia ejercida por el ISIS: decapitaciones, ejecuciones y persecución a homosexuales. La difusión de estas imágenes pretende instalar la idea de una “cruzada” de Occidente contra la “barbarie oriental” y, por lo tanto, apoyar la política de control de Estados Unidos en la región. Mientras tanto, en Francia, el atentado a una publicación contestataria desató una ola de agresiones a mezquitas musulmanas, junto con una marcha multitudinaria liderada por la derecha.[1] Hoy, la clase obrera de la región se encuentra bajo el fuego de una lucha por el control de la riqueza petrolera en la que lo único que le pertenece, es la sangre derramada. En esta nota realizamos un primer acercamiento al ISIS brindando un panorama general de su desarrollo en Irak que permite avanzar en su caracterización. En próximas entregas, seguiremos ampliando.
Irak después de Saddam
Luego del derrocamiento de Saddam Hussein en el año 2003, se instaló un gobierno provisional que tenía como objetivo implementar un nuevo régimen jurídico y contrarrestar la creciente actividad insurgente. Estados Unidos promovió la creación de regiones autónomas, las cuales le permitían un mayor control del territorio, al fomentar la división de la población y justificar de ese modo el mantenimiento de su ejército en la zona.
En el 2005, se eligió a Nouri al-Maliki, representante del Partido Islámico Dawa chií, como Primer Ministro. Maliki asumió su cargo en mayo de 2006, tomó el control de los comandos, introdujo su propio personal dentro de las milicias chiíes -quienes se encargaron de secuestrar y asesinar a miembros del grupo sunní- y tomó la dirección de puestos de seguridad clave como los Ministerios de Defensa y del Interior y el Servicio Nacional de Inteligencia.
Desde el 2012, Maliki viene enfrentando y reprimiendo protestas y una insurgencia cada vez más pronunciada, en las que los principales reclamos se basaban en la falta de servicios públicos, la corrupción del gobierno y la liberación de los presos políticos.
A pesar de los intentos de reconstrucción del país, la estructura material iraquí sigue siendo lamentable y quien más lo padece es la clase obrera. Según las últimas estadísticas, se estima que el desempleo alcanza el 11%.[2] El país cuenta con reservas de gas natural, fosfato, azufre y su principal fuente de divisas: el petróleo. Sin embargo, el empleo del sector petrolero alcanza solamente al 1%. Para el año 2013, el empleo público representaba el 40% del empleo total del país. En el intento por desmantelar la estructura partidaria y las lealtades a Saddam en el Estado, se produjo un aumento del nivel de desempleo de la población sunní.
Este es el panorama actual de Irak, un país con una infraestructura en pésimas condiciones, que lo obliga a importar el 70% de la producción agrícola, y atravesado por una fuerte tensión social que se manifiesta en el creciente descontento sunní y el incremento de la actividad insurgente.
Historia de ISIS
Los principales miembros de ISIS se conocieron en Camp Bucca, una cárcel al sur de Irak creada por Estados Unidos en la invasión del 2003. Sin embargo, varios medios sostienen que el grupo se originó en 1999 con el nombre de Jamaat al-Tawhid wal-Jihad. Su fundador era un jordano llamado Abu Musab al-Zarqawi, quien juró lealtad a Al-Qaeda en 2004. Fue en ese momento que el nombre de la organización cambió a Tanzim Qaidat al-Jihad fi Bilad al-Rafidayn lo que significa “La organización yihad de Al-Qaeda en la tierra de los dos ríos”. Sin embargo, se acortó en inglés para Al-Qaida en Irak (AQI).
El período entre 2008 y 2011 fue calmo, y el grupo aprovechó para crecer. Fue en ese momento cuando se unieron los remanentes del partido del Baath de Saddam, entre los que se encontraban oficiales del ejército iraquí que quedaron desempleados luego de la disolución de las Fuerzas Armadas, posterior a la invasión del 2003.
El grupo de Zarqawi, se atribuyó una serie de ataques contra la coalición y las fuerzas iraquíes, como también a civiles. En febrero de 2014 la dirección central de Al-Qaeda anunció que AQI ya no pertenecía a la organización. Sin embargo, las tensiones entre las organizaciones eran públicas desde abril de 2013, cuando el líder de la facción iraquí, Abu Bakr al-Baghdadi, dio a conocer la participación de su grupo en la guerra civil siria y reclamó el mando de la organización Jabhat al-Nusra (JAN). Allí declararon que las facciones iraquíes y sirias operarían bajo el nombre ISIS.
El objetivo de la organización es la construcción de un califato a lo largo de Irak y Siria, a través del ejercicio de la violencia extrema, lo que se conoce comúnmente como yihad. Un califato es un gobierno regido por la Sharia o Ley Islámica. Los ciudadanos del Estado Islámico juran lealtad al Califa, sucesor de Mahoma. El islam considera que la adoración es la única razón de existencia del ser humano. El dinero público es administrado por el Imam (líder espiritual). Hay además una distinción entre “ciencia mundana” y “ciencia honrada”. Esta última es la única que cuenta con validez ya que proviene del libro de la Sunnah, cuerpo de las leyes del Estado islámico. Se espera que la comunidad islámica se abstenga de investigar las profundidades de la materia, tratando de descubrir los secretos de la naturaleza. La única excepción se encuentra en aquellas ciencias destinadas para vivir: agricultura, medicina y construcción. Las mujeres son concebidas como una parte del hombre y estos poseen pleno dominio sobre ellas. Su función social es la crianza de los hijos, y solo en ocasiones excepcionales se les permite abandonar la casa. Los casos de adulterio son penados con el apedreamiento. Por otro lado, cantar y bailar están prohibidos junto con el alcohol, los cigarrillos y el uso del narguile. Los niños son formados en el islam hasta los 15 años, cuando son considerados adultos y se espera que combatan. En suma, un gobierno abiertamente opresivo y reaccionario que se fundamenta en el oscurantismo religioso.
En los meses que siguieron a su constitución, ISIS amplió su control sobre los territorios en el norte de Siria, obteniendo considerables recursos y combatientes extranjeros, así como desertores de JAN. Actualmente, la organización intenta expandirse a Libia y realizó operaciones militares y de reclutamiento de combatientes en Yemen. Formó alianzas con otros grupos yihadistas como el Boko Haram de Nigeria y Ansar Beit al-Maqdis en Egipto.
EE.UU. lleva adelante una política completamente contradictoria frente a la organización: mientras que en Iraq combate al ISIS, en Siria entrenó y financió combatientes extremistas vinculados a ella. Junto a sus aliados árabes apuntó a derrocar el régimen de Assad, aliado de Irán, Rusia y China. Así comenzó una política de financiación a las organizaciones de oposición, basándose en el envío de armas, herramientas de comunicación, logística y entrenamiento de combatientes. En la operación también estaban involucrados Qatar, Jordania, Turquía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Inglaterra y Francia. Las principales organizaciones destinatarias de esta política fueron el Ejército Libre de Siria y la Brigada Yarmouk. Al día de hoy, ambas organizaciones se fundieron en el Estado Islámico. Sin embargo, al analizar en detalle la situación, se puede ver que esta política también fue utilizada en Irak. En año 2006 el crecimiento de las milicias chiíes llevó a Estados Unidos a intervenir en el conflicto sectario. Fue entonces cuando envió armas fabricadas en Pakistán a los miembros del antiguo partido del Baath. El objetivo era contrarrestar el poder de las milicias chiíes y encubrir cualquier vínculo con la entrega de las armas. En este contexto es que surge ISIS.
En Siria, la crisis del gobierno de Assad y el florecimiento de grupos insurgentes le permitió a ISIS controlar rápidamente varias ciudades y recursos que posibilitaron expandir su operación, mientras que la intervención de EE.UU y sus países aliados colaboró con esta situación.
¿Qué es el ISIS?
El ISIS no se planteó nunca exclusivamente como una fuerza militar con cierta implantación territorial. Es algo más que eso. Particularmente en Irak ha puesto en pie un sistema capaz de proveer servicios básicos, asegurar el abastecimiento de gas, alimentos, un sistema de salud, pensiones familiares, beneficios de matrimonio y salarios para sus combatientes.[3]
Irak depende de los ríos Tigris y Éufrates para la obtención de agua potable, para la industria y el riego. Ambos representan el 98% del agua de la superficie del país y fluyen a través de las áreas del norte de Irak. Esa región se encuentra actualmente controlada por el Estado Islámico. Al día de hoy la organización controla también la represa de Fallujah, clave para la distribución de agua en una provincia desértica como al-Anbar, la gobernación más extensa en superficie de todo el país. El 88,8% de las personas en esa región depende de la red pública de agua, mientras que el resto utiliza otras fuentes: camiones cisterna o agua embotellada. La disminución de los niveles de agua en el Éufrates llevó también a la escasez de electricidad en las ciudades al sur de Bagdad, que utiliza generadores a vapor. ISIS controla un recurso tan elemental como el agua, lo que, como vemos, le permite autoabastecerse e interferir en las zonas bajo control del estado iraquí. A eso se le suma el control parcial de otro recurso esencial: el trigo. Se estima que bajo su dominio se halla aproximadamente el 40% de la producción anual de todo Irak, gracias a los diversos silos del gobierno que fue capturando.
El Estado Islámico tiene, además, fuentes de financiamiento. El saqueo de bancos le reportó ingresos por cerca de 500 millones de dólares. Se estima que un 20% de sus ingresos proviene de los pagos por rescates de secuestros. A ello se le suman los ingresos por venta de piezas arqueológicas que ISIS consigue a partir de la excavación de los sitios arqueológicos bajo su área de control (Irak cuenta con unos 12 mil sitios, y se calcula que poco más de un tercio están bajo poder del Estado Islámico). Turquía y Jordania son los principales mercados de comercialización de estas piezas arqueológicas. La venta ilegal de petróleo es otro de sus ingresos, siendo sus principales compradores los gobiernos de Turquía y Siria. Por último, ISIS se financia a través de un sistema de impuestos en función del cual los camiones que circulan por su territorio tributan el 10% de su carga y los empleados públicos son gravados con el pago del 50% de su salario.
La dirección del ISIS utiliza la religión y los recursos de los que dispone como mecanismo de dominación, logrando consolidar la estructura de un proto-estado: domina una porción de territorio, cuenta con algunas fuentes de sustentación económica, una base social de apoyo y un aparato militar. Su dirección
El aspecto que mejor pone en evidencia este carácter proto-estatal es la forma en que se administra justicia, en tanto concurren dos sistemas jurídicos distintos, cuyas características corresponden a momentos históricos también diversos. El sistema posee dos tipos de delitos. Por un lado, los llamados Hudud, regulados por la jurisprudencia, lo que indica un derecho casuístico, construido por sentencias dictadas en casos análogos, pero pasibles de ser conocidos por la población. Se considera hudud los delitos de adulterio, robo, consumo de vino, calumnia, el bandolerismo y apostasía. Al mismo tiempo, existen los llamados Ta ‘ZIR, que aparecen como una categoría más general y tanto su definición –es decir la conducta prohibida- como su castigo, quedan al arbitrio de la autoridad. Ello se confirma en tanto la fijación de la pena es discrecional, lo que implica que conducta y sanción no se encuentran establecidas en norma alguna.
Conviven, pues, dos sistemas jurídicos diferentes. Uno más cercano al derecho liberal de Occidente –que establece cuál es la conducta prohibida y su consecuencia, tanto en especie como cantidad de pena, sea por normas o bien por la casuística (el llamado common law)- y otro que tiene las características del derecho de la inquisición –se desconocen las conductas prohibidas y las penas a aplicar, todo lo que queda a discreción de la autoridad eminentemente religiosa-. Si el elemento determinante que explicara el funcionamiento del ISIS fuera el fundamentalismo religioso, se esperaría que este fundamento teórico de la administración de justicia se desarrollara sin fisuras en la práctica, toda vez que el derecho penal islámico está consagrado en los textos sagrados del Corán (la palabra de dios) y la Sunna o Hadiz (lo que haya dicho, hecho o corroborado el Profeta). Violentarlo, entonces, implica violentar la palabra de dios, algo que ningún fundamentalista se atrevería a hacer.
Sin embargo, los casos conocidos de aplicación de justicia por parte del ISIS muestran que, en particular (y no casualmente) en los crímenes hudud, no se siguen estos parámetros. Un caso muy significativo en este punto fue un hecho muy reciente que tuvo una gran repercusión mediática. Shaker Wahib, líder de ISIS en Anbar, ultimó a un conjunto de civiles desarmados porque, diciendo ser musulmanes, se equivocaron en una oración. Este hecho motivó la escritura de una carta abierta por parte de 120 especialistas en Islam.[4] La reacción es interesante porque evidencia justamente aquello que señalamos: especialistas en materia religiosa acusaron al ISIS de que sus prácticas no son aceptables en el Islam. De este modo, señalaron que los castigos hudud no pueden ser aplicados sin aclaración, advertencia, exhortación, y sin cumplir con la exigencia de la prueba. Tampoco deben ser aplicados cruelmente. En la jurisprudencia, los castigos hudud tienen procedimientos fijados con claridad que se practican con misericordia, y, por sus condiciones, resultan difíciles de aplicar en la práctica. Además, las ambigüedades o dudas excluyen los hudud; esto quiere decir que si existe alguna duda sobre la culpabilidad en el crimen, el castigo no puede implementarse.
¿Qué significa esto? Evidentemente el elemento religioso no determina la dinámica del Estado Islámico. Una explicación más razonable se encuentra en su carácter proto-estatal. Si bien la organización cuenta con recursos materiales importantes, estos no son suficientes para poner en pie una estructura estatal. El ISIS adolece de una debilidad material que se plasma directamente en este modo de hacer justicia: más allá de lo que digan los textos sagrados, no se cuenta con una base material que permita sostener grandes procesos ni planteos jurídicos. Menos aún puede desarrollarse un sistema penal de tipo correccionalista, que busque modificar la conducta a partir de la educación. Un proto-estado no cuenta ni con los recursos ni con el tiempo para ello. Sumado a que toda la actividad del Estado Islámico se desarrolla en un contexto de militarización, la única alternativa que posee es la de llevar adelante una justicia discrecional y sumaria. No casualmente casi todos los actos de incumplimiento de la sharia son castigados con el destierro o la sentencia de muerte. Se trata, en suma, de una justicia rápida y barata, propia de una situación de excepción.
Raquíticos
El principal interés yanqui en Medio Oriente, y particularmente en Irak, es garantizar la estabilidad en la extracción de petróleo. Las fuerzas de la coalición comandadas por EE.UU. podrán avanzar contra el ISIS, pero hasta ahora el intento de consolidar un Estado en potencia aún no pudo ser derrotado. Barack Obama solicitó recientemente al Congreso autorización para ampliar la intervención y, por tanto, enviar tropas a las zonas de conflicto. Ello, sin embargo, no significa el fin del problema.
El problema de Irak no religioso, sino material. Detrás del llamado fundamentalismo, lo que se encuentra es la profunda debilidad de las burguesías locales producto de una escasa acumulación de capital que se vincula casi exclusivamente a la renta petrolera. Esa es la raíz del problema. No sólo porque se traduce en un creciente y consolidada miseria, que se expresa en la sobrepoblación relativa, sino también porque lleva a una disputa en el interior de la burguesía que profundiza la sangría. El costo de esta guerra por el establecimiento de un Estado Islámico lo pagan los obreros de la región que se convierten en carne de cañón. Actualmente Irak cuenta con un gran despliegue de fuerzas militares. El Ministerio de Defensa poseen 280 mil personas disponibles, la Fuerza de Policía Nacional, 45 mil agentes aproximadamente y el Servicio de Policía Iraquí -dependiente del Ministerio del Interior- alcanza los 325 mil agentes, lo que representa un efectivo cada 108 habitantes. A esto hay que agregar la presencia de compañías privadas, las cuales constituyeron la segunda fuerza de ocupación, con unos 25 mil efectivos. El elevado número de fuerzas, sin embargo, no alcanza para normalizar la dominación.
En un país donde escasea lo elemental (agua y alimento), la emergencia de un proto-estado expresa un intento de dominación aún más reaccionario. La población bajo su control se encuentra en la disyuntiva de alistarse como combatiente y así recibir migajas de los recursos del ISIS a costa de combatir y morir por una causa ajena, o apostar a una dificultosa supervivencia. Se encuentra, además, desprovista de los derechos políticos más elementales. Hemos visto la forma en la que se aplica justicia, sin ninguna garantía, con penas altísimas para delitos no comprobados y todo regulado a la buena voluntad de quien decidió erigirse en juez. Con estas direcciones reaccionarias, los obreros van hacia una muerte segura.
1http://goo.gl/mjfKLl
2http://goo.gl/DAoEUI
3http://goo.gl/yDRu8e
4El texto integral traducido del árabe al español se encuentra disponible en: http://goo.gl/exXv48