Un corte y una quebrada. El eterno tango de los salarios argentinos – Viviana Rodríguez Cybulski

en El Aromo nº 72

tango

El kirchnerismo se vanagloria de haber aumentado el salario real desde que asumió el gobierno en 2003. Incluso, agrega que el nivel en Argentina es el mayor de América Latina. Los obreros se quejarían “de llenos”. Lea esta nota y entérese por qué su bolsillo no parece estar de acuerdo con estas afirmaciones.
Viviana Rodríguez Cybulski
OME – CEICS

Ay, Señor, que ahora ahorcas cuando aprietas
¡Qué destino el de argentino seco y paria,
con la marca a presión de la malaria
y un gobierno que es la muerte en camiseta!

Miseria (Soneto). Letra de Fernando Morales

En Argentina, la cuestión salarial se encuentra en el ojo de la tormenta desde que la suba de precios empezó a acelerarse. Mientras el gobierno, por un lado se presenta como promotor del bienestar general de los trabajadores [1], por el otro pide responsabilidad a “todas las clases” en la discusión paritaria. Entretanto, la inflación cotidiana se encarga de carcomer la capacidad de consumo de la clase trabajadora. Pero esto no es nuevo. Una mirada detallada de la dinámica salarial en el largo plazo nos hará comprender que la clase obrera ve enflaquecer su poder adquisitivo desde hace más de 30 años. El kirchnerismo, a pesar de toda su propaganda, no logró revertir esta tendencia de largo plazo y aunque quiere presentarse como una alternativa al ajuste que propone la oposición de derecha, en la práctica lleva adelante el mismo programa.

Cuesta abajo

Cuando miramos las remuneraciones a lo largo de los gobiernos K, observamos que no tuvieron una dinámica pareja y estable. Al contrario, se pueden establecer, al menos, dos grandes períodos. En efecto, en tanto los ingresos medios reales promedio del total de la economía, es decir, tomando en cuenta la inflación no oficial, entre 2003 y 2007 tuvieron un crecimiento acumulado del 27,8%; entre 2008 y 2012 se incrementaron un 9,8% (ver gráfico 1). Es así como en los primeros años de la postconvertibilidad se observan incrementos en el salario real, al tiempo que se mantiene controlada la inflación, desde 2008, los mismos se estancan y caen sin volver ya a experimentar los niveles de crecimiento de la primera etapa.
Si miramos aún más de cerca, veremos que la mencionada dinámica se repite, aunque con particularidades, tanto se trate de trabajadores registrados como no registrados. Con base en datos del MTEySS, observamos que los primeros acumularon un crecimiento del 24,64% entre 2004 y 2007, al tiempo que los segundos lograron un incremento del 24,25% en el mismo período. Sin embargo, el año 2008 se presenta como bisagra para ambos sectores: los registrados logran un incremento del 0,3% al tiempo que los no registrados se estancan en el 1,1% en relación al año anterior. Ya no volverán a crecer a la velocidad de los inicios de los gobiernos K: los registrados acumulan una suba del 10,5% entre 2008 y 2012 y los no registrados logran un 17,2%. Es así, como los ingresos de los registrados se estancan y caen en mayores proporciones que los de los trabajadores en negro, lo que explica en parte, la ruptura de la fracción mejor posicionada de la clase trabajadora con el gobierno.
Cabe aclarar que la tendencia no es una novedad. Se inscribe en una trayectoria de al menos cuatro décadas. En los 70’ el Rodrigazo y la dictadura avanzaron sobre todo lo conseguido por los trabajadores desde mediados de siglo. El crecimiento de los primeros años de la democracia dura muy poco, ya que hiperinflación mediante, el salario real de 1989 representaba apenas el 64% del poder adquisitivo de comienzos de los setenta [2]. Así las cosas, la recuperación salarial de la convertibilidad se da con marcados índices de desocupación y flexibilización laboral. Pero los ingresos descenderán aún más: con la devaluación de 2002, los salarios llegaron a un nuevo piso histórico, cayendo más de un 29% entre 2000 y 2003. Ya en los gobiernos kirchneristas, el salario real se recupera sin embargo, recién en 2010 logra compensar la caída provocada por la devaluación. Es llamativo que hayan sido necesarios siete años de crecimiento económico para compensar una caída que se dio, básicamente, en uno. Deteniéndonos en 2010, el salario de ese año representa un 80% del correspondiente a comienzos de los 70’ (ver gráfico 2) y, específicamente, en relación a 1974, esa remuneración se ubicaba un 40% por debajo. En lo mejor del kirchnerismo el poder adquisitivo promedio del conjunto de los trabajadores apenas alcanza al de la denostada década del noventa.
Además de magra, la mejora en relación a 2001 no es algo específico de este gobierno, sino expresión de una tendencia general en América Latina, gracias al crecimiento común impulsado por el auge de las commodities. Al comparar con el resto de América Latina, lo que se ve es que la velocidad de crecimiento de los ingresos en el país no es distinta a la del resto de los países de la región. La última década muestra un crecimiento general de ingresos en relación a los pisos de fines de los ’90. En efecto, las remuneraciones medias reales promedio para 11 países de la región crecieron entre 2004 y 2007. Si bien la Argentina se inserta en este fenómeno general, empieza a quedarse atrás en términos comparados y países como Brasil, Uruguay o Chile tienen salarios que crecen a velocidades cada vez más superiores.

Cambalache

La “recuperación” salarial de la postconvertibilidad tiene mucho de relato y ya empezó a mostrar sus límites [3]. Por añadidura, el poder de compra de los asalariados empeora de manera progresiva durante los últimos 30 años. Pero ahí no acaba el problema.
Los incrementos tarifarios de los servicios públicos en transporte, gas, etc. implementados a finales del 2012 (del 20% al 80% según el servicio), reducen la capacidad adquisitiva de aquellos que en el período aún no actualizaron sus ingresos, una medida que en los años previos lograba contenerse. En el mismo sentido, se inscriben las modificaciones en el sistema de asignaciones familiares: entre febrero de 2011 y junio de 2012 dejaron de percibir la asignación por hijo casi 400.000 trabajadores, que representan a 750.000 niños. El monto percibido también se deteriora en los últimos años porque, con las subas nominales, más trabajadores se ubican en los estratos inferiores, con asignaciones más reducidas. A lo que hay que sumar la actualización de los montos por debajo de los niveles inflacionarios. Con la modificación del régimen en septiembre de 2012, que reemplaza el ingreso personal por el familiar para considerar los topes, gran cantidad de trabajadores pasará a percibir montos inferiores a los que ya venía recibiendo [4].
Asimismo, hay que considerar aún la no actualización durante el 2012 del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias de la 4ta categoría y de las escalas, que redujeron durante ese año el salario de bolsillo de los trabajadores formales. La última actualización anunciada, del 20%, terminó en un real 16,7% una vez reglamentado, por debajo de la inflación. Eso llevará a que, con los aumentos de sueldos que se acuerden en las paritarias, los trabajadores pasen a tributar mucho más sin tener un mayor poder adquisitivo. En promedio, los solteros que en 2013 ganen apenas más de $ 6.745 por mes estarán alcanzados por el gravamen, siendo de $ 9.330 el mínimo no imponible para un casado con dos hijos, con alícuotas mayores porque hace 13 años que siguen congeladas en valores del 2000. Como consecuencia del incremento de mínimos y deducciones en porcentajes inferiores a los aumentos salariales, el número de trabajadores que ha pasado a ser contribuyente del impuesto a las Ganancias se viene incrementando ininterrumpidamente desde el año 2007, cuando menos de 9% de los asalariados quedaba alcanzado por el impuesto, hasta llegar al año 2012, en que ese porcentaje trepó a 25%.
Cuando año tras año es posible observar la precarización de la clase obrera argentina, en términos históricos, el pedido de “racionalidad” a los trabajadores, de cara a las paritarias de 2013, no hace más que confirmar que los salarios en la Argentina seguirán danzando al ritmo del 2 por 4, “un pensamiento triste que se baila”.

Gráfico 1:

grafico1

Gráfico 2:

grafico2

NOTAS:
1 http://goo.gl/3kOlV
2 Véase http://goo.gl/aP1Ke
3 http://goo.gl/aXFeJ
4  “Conflicto, negociación colectiva y mercado de trabajo”; Informe de Coyuntura del Observatorio de Derecho Social, CTA, marzo de 2013. http://goo.gl/LPefw

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