Por Claudia Suárez
En tiempos de elecciones, el gobierno de turno y los diferentes partidos se llenan la boca hablando de educación. Sin embargo, décadas de degradación muestran que la burguesía y los actores políticos no están dispuestos a pagar ni destinar lo necesario para garantizar un funcionamiento real y de calidad de la educación destinada a los hijos e hijas de la clase trabajadora. La falta de horizonte que tiene la burguesía para el país, lo tiene también para la educación. Justamente, los intereses de esta clase, se traducen en la degradación del sistema educativo y eso se hace patente en los salarios docentes. El resultado: la descalificación del trabajo docente y la autoexplotación que incide en las condiciones laborales.
La maneras que se aseguraron para que sea así, fue la descentralización educativa que por supuesto, no quedó solo en un plano administrativo, sino que puso en desventaja los arreglos salariales de las 24 jurisdicciones cuya fragmentación, que es igual de miserable para cada provincia, no permite unificar las luchas por salarios que verdaderamente cubran la reproducción de la vida docente. Al mismo tiempo, la política de fragmentación salarial implementada en la década del ´90 también divide los salarios de los docentes de una misma provincia en decenas de ítems, generando también una profunda heterogeneidad.
Claro está que los docentes jujeños no escapamos a esta realidad, más cuando las condiciones laborales y salariales nos colocan, a enero de este año, en el puesto N° 16 del ranking de salario nacional sobre el resto de las 24 provincias. Probablemente, por los números que se manejan de aumento para este semestre, el salario jujeño caiga algunos escalones más. A su vez, las negociaciones de nuestros salarios se debaten en una restringida oficina, cerrada entre los gremios y el gobierno. Claro, tanto ADEP como CEDEMS se sientan del lado de la patronal. Nuestra provincia, en los ’80 y ’90, fue una de las más convulsionadas del país. En los ochenta los paros eran por el aumento del sueldo. En los noventa por el pago de los mismos. Hoy el tema salario se volvió un mero acuerdo entre la burocracia sindical y los funcionarios del Estado. Por ello, es necesario discutir con cada uno de los colegas, cuál es el horizonte al que aspiramos.
¿Cómo estamos hoy?
Nadie mejor para responder esta pregunta que un colega que recién se inicia, cuyo salario testigo hasta el mes de septiembre se ubica en los $36.000. De aprobarse la última oferta del gobierno, de 32% anual, en el mes de diciembre ese salario será de $40.000. Con este aumento, el docente que recién se inicia solo logra cubrir un 57% de lo necesario para no ser pobre con una familia de 5 integrantes según la canasta básica de la DIPEC (Dirección Provincial de Estadísticas y Censo) que está fijada en $69.962. Esto trae aparejada la necesidad de trabajar una jornada completa, con dos cargos en el caso de un docente de Nivel Inicial o Primario, es decir, entre 8 y 10 horas frente a alumnos más las horas necesarias para planificar, corregir, capacitarse. A esto hay que agregar el trabajo doméstico, más considerando que el 90% de este sector son mujeres y el patriarcado releva esas tareas de cuidado en todas nosotras. Al mismo tiempo, casi el 60% de los y las docentes son sostén de familia, por lo que ese salario constituye el único ingreso para la reproducción material del grupo familiar. Así, solo con una sobrecarga laboral, que implica más de 12 horas de trabajo diario, los docentes recién iniciados alcanzan una canasta de pobreza, que solo cubre lo necesario para su reproducción biológica dejando de lado un montón de cuestiones relacionadas a su desarrollo personal y profesional.
Si tomamos como referencia una medición más realista, como la Canasta de Consumos Mínimos medida por la Junta Interna de ATE-INDEC, que incluye otros gastos necesarios que debe tener una familia más allá de la mera reproducción biológica, el monto se ubica en torno a los $ 103.128 a julio. Las aspiraciones de alcanzar esa cifra, con estos números, se tornan inalcanzables. Un o una docente de Jujuy que recién se inicia, solo llegaría a cubrir un 38% con un cargo y 80% si tiene doble cargo. Mucho más ambicioso es lograr cubrir una canasta con aquellos costos propios de la tarea docente, y que no están contempladas en ninguna de las canastas básicas anteriores, esto incluye gastos de material pedagógico, cursos de capacitación, material bibliográfico de formación, artículos de librería, transporte, y otros.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Para entender el cuadro de situación en el que estamos es necesario mirar el salario docente desde una perspectiva histórica. Preguntarnos cómo llegamos hasta aquí, implica poner la mirada en el tiempo que nuestros salarios llegaron a cubrir dos canastas básicas, como sucedió con el ingreso para un docente inicial con un solo cargo en la década del ’30. Así es, alguna vez, nuestro trabajo llegó a tener ese valor. El relato del kirchnerismo y el peronismo, circunscriben los problemas de la educación a los 4 años en los que gobernó el macrismo, mirada oportunista para negar las tres décadas que vienen gobernando ellos, los peronistas y kirchneristas el país y la provincia.
Tomemos, a modo de análisis, los últimos 25 años. Si vemos la curva del salario docente en Jujuy, nos encontramos con una fuerte caída a partir del 2001, en el pico de la crisis, llegando a caer un 35% entre 1999 y 2003. A partir de ahí, el salario docente tuvo una recuperación en la provincia hasta el 2007 seguido por una estabilización que lo ubicó un 38% más alto en relación al 2001. Sin embargo, ya para fines del 2011 comenzaba a notarse el agotamiento del boom sojero que sostuvo al kirchnerismo. Así, si tomamos el período 2003-2007 nos encontramos con un aumento acumulado del 69%, mientras que si tomamos el período 2007-2011, el aumento pasó a ser del 7%. Es decir, el crecimiento salarial se desaceleró monumentalmente durante este período. Claro, eso sin mencionar que compararse con la peor crisis que había vivido la Argentina hasta ese momento (2001) implica verse en un espejo que distorsiona.
Ahora bien, si nos ubicamos en los últimos diez años y tomamos el período que va del 2011 al 2015, es decir el período de ajuste más abierto del kirchnerismo, ya registramos una caída del orden del 3%. Con la llegada del macrismo vemos una continuidad de este proceso, con una caída estimada del 5% solo en el 2016. Si bien muchos creyeron que con el retorno del gobierno de Alberto íbamos a tener una recomposición salarial al menos de los últimos años, eso se desvanece cuando vemos que entre Macri y el primer año del gobierno de los Fernández, la caída de nuestros salarios fue del 25%.
Esto significa que entre 2011 y abril del 2021, los salarios docentes jujeños sufrieron una caída del 33%, a lo que habría que sumarle lo que caerán a lo largo del resto del 2021. Si tomamos como referencia el último ofrecimiento, tendríamos que sumar un 18%. De esta manera, para diciembre del 2021, los docentes de Jujuy habremos acumulado una pérdida de casi el 50% de nuestros salarios en los últimos 10 años. O, dicho de otra forma: nos robaron la mitad de nuestros ingresos en solo una década. Todo esto además, hay que decirlo, se trata de un cálculo conservador, ya que está basado en estadísticas oficiales que, como sabemos, siempre manipulan indicadores para que den mejor de lo que la realidad indica.
Si embargo, si buscamos un poco más de profundidad y ponemos nuestros salarios en una perspectiva histórica que vaya más allá del macrismo, la crisis del 2001, o de los ’90, veremos que, hace décadas los docentes de Jujuy sufrimos un ajuste sobre nuestras espaldas. Si hacemos eso, vemos que los salarios durante el kirchnerismo solo se recuperaron, pero para alcanzar un nivel similar al de los años ochenta, es decir, a la década en la que se produjo un ajuste brutal sobre la clase trabajadora en su conjunto, con el Plan Austral, el Plan Primavera, etc. Con el boom sojero y el crecimiento “a tasas chinas”, los salarios de los docentes jujeños se ubicaron, como los del resto de las provincias, un 30% por debajo de lo que los docentes recibíamos en la década del setenta, con Rodrigazo incluido. Esto muestra que la lucha que los docentes supimos dar a fines de los ´90 y luego al calor del Argentinazo, alcanzó para ponerle un freno al ajuste, pero no para conseguir una recomposición real e histórica de nuestros salarios.
Una perspectiva socialista del salario docente
Los docentes de la Corriente Nacional Docente Conti Santoro- Jujuy, iniciamos un relevamiento para estimar el costo de vida para una familia tipo en la provincia, incluyendo también aquellos gastos que son propios del consumo docente y que, por lo tanto, no aparecen registrados en ninguna de las mediciones mencionadas más arriba como la de DIPEC y la Junta Interna de ATE-INDEC; tampoco en la medición oficial del INDEC. Dentro de esos consumos incluimos los gastos en librería, formación docente y académica, así como también el acceso a bienes culturales, todos insumos que son necesarios para la reproducción biológica e intelectual de los y las docentes.
En esta canasta que medimos para el mes de julio, logramos ver que la familia de un docente requiere de $31.614 solo para alimentos, carnicería y verdulería. En lo que respecta a servicios, incluyendo allí transporte, internet, servicio de celulares (4 líneas de una familia tipo), y alquiler de una vivienda, requerimos $34.000. Si a eso sumamos otros gastos, como artículos de cuidado e higiene personal, productos de limpieza, la energía utilizada para calefaccionar el hogar, medicamentos, y materiales utilizados para el mantenimiento del hogar, debemos contar otros $21.000. Si añadimos algunos consumos propios de nuestra profesión, como artículos de librería, cursos de formación, y acceso a bibliografía y material didáctico y cultural, sumamos otros $15.000. Finalmente, si añadimos otros consumos como vestimenta para una familia tipo o actividades recreativas familiares, rápidamente superamos $117.000 pesos de gastos mensuales para sostener al grupo familiar. Nos proponemos realizar la medición de manera trimestral de estos valores, que muestran un acercamiento mayor a cuál es la caída real de nuestros ingresos. Ya con lo relevado para el mes de julio y teniendo una perspectiva inflacionaria de más de 3 punto por mes, nuestro salario se tornará una verdadera miseria, que nos pone directamente en la indigencia.
Ninguno de los gremios se preocupa por expresar una mejora real de nuestros salarios. Por caso, si tomamos esta última paritaria, tanto CEDEMS como ADEP exigieron una recomposición del 45% anual, que es lo que propone el gobierno nacional. Si la oferta del gobierno de Morales valida una caída del 50% en 10 años, la contraoferta de los gremios valida una caída del 40%. Solo para recuperar esta última década de caída, el salario inicial por cargo debería ser de $138.800, reconociendo el promedio inflacionario de 3,1 % mensual, siendo retroactivo al mes de julio y con vigencia hasta el mes de diciembre, donde se vuelva a discutir. Como ya sabemos, ningún gremio puso ni pondrá esto sobre la mesa.
Por eso los docentes debemos organizarnos para pelear por lo que nos robaron: el salario inicial igual a dos canastas básicas totales. Esta perspectiva histórica del salario es también salir a pelear contra el proceso de degradación en la que está sumida la educación desde hace décadas, no solo de nuestros salarios, también del proceso pedagógico. ¿Qué educación le damos a nuestros alumnos y alumnas si trabajamos 12 horas por día? ¿Qué educación les damos si no tenemos tiempo ni recursos para perfeccionarnos ni cultivarnos como intelectuales? Si un docente cobrara el equivalente a dos canastas básicas totales, tendría la posibilidad de trabajar una jornada de 4hs. atendiendo con el tiempo necesario su desarrollo profesional, que implicaría tareas de formación, preparación de planificaciones y materiales didácticos, atención más personalizada de los estudiantes, actualización de la bibliografía, es decir recuperar su carácter intelectual.
La única manera de salir de esta degradación generalizada de la educación, es organizarnos para unificar la lucha docente en todo el país. Evidentemente, los gremios nacionales y provinciales, que hoy tienen nombre propio, como Baradel, Aban, Monteros son parte del problema. Pero no son parte de la solución aquellas organizaciones de izquierda que intervienen con consignas para equiparar el salario a la canasta familiar de pobreza militan el pobrismo, justificando la degradación de la educación. En cambio, la Corriente Nacional Docente Conti-Santoro, puso su horizonte en una sociedad donde la educación responda a los intereses de la clase trabajadora, queremos construir una sociedad donde la vida merezca ser vivida, en una palabra, nuestro horizonte es el socialismo y para ello primero vamos a recuperar lo que nos robaron para luego construir ese mundo que queremos.