Figurita repetida: Abajo el acuerdo paritario en Alimentación

en Goyo Flores/Novedades

La paritaria en el sector de Alimentación vuelve a poner sobre la mesa la misma política y los métodos de siempre, los que llevan a los trabajadores a sufrir una baja salarial todos los años. Ya pasó en 2019 (9 puntos abajo, absorbiendo sumas fijas del DNU de enero del 2020) y en 2018 (8 puntos abajo). Este 2020, la historia es la misma. Después de dar vueltas y vueltas, el gremio arregla otra baja salarial. Aunque quiera vender otra cosa, es una derrota para los trabajadores.

¿Qué arregló el FTIA?

El FTIA terminó de arreglar un 32% en cuatro cuotas y a terminar de pagar en marzo (25% repartido entre octubre y marzo, más el 6,5% de julio). Mientras, la inflación anual trepa al 27% desde enero y proyecta 36,9% a 40% hasta diciembre. Si lo medimos entre mayo 2020 – abril 2021, habría un 14,9% acumulado hasta octubre y al menos 10% más hasta diciembre. Entre abril y diciembre, el trabajador solo habrá percibido un aumento del 22,5%. Mida como se lo mida, es una  baja salarial. De este modo, el básico inicial (47 mil pesos) se encuentra por debajo de la canasta básica que mide la pobreza (50 mil pesos).

Pero ese porcentaje es incluso peor: buena parte llegó tarde, producto de las negociaciones dilatadas entre el gremio y la empresa. Así, el salario siempre corre atrás de la inflación y se licúa. Cuando el FTIA cerró la paritaria en agosto, quiso compensar con un bono no remunerativo de 6 mil pesos a pagar por única vez. Argumentó que el problema era la cuarentena. Un chiste: nunca pararon de trabajar por ser esenciales. Ahora, con el fin del ASPO, no tienen muchas más excusas.

Además, los aumentos pactados para diciembre-marzo van a ser no remunerativos. Recién en marzo, pasan a ser remunerativos. O sea, las patronales se ahorran de aportar a las jubilaciones y a la seguridad social.

En otras ramas, el asunto es similar. En las avícolas, el FTIA venía de un acuerdo miserable del 5,4%. El mismo argumento: la cuarentena. En octubre cerró con las avícolas un aumento del 20% dividido en dos cuotas, 10% en septiembre y 10% en noviembre, completando un 25,4% y una revisión en enero. Menos que la proyección de la inflación entre abril y diciembre que sería de un 27% aproximadamente, en el cálculo más conservador. También, con aumentos que llegan tarde y con no remunerativos.

Sin reclamo ni plan de lucha

Como advertimos, durante toda la negociación, el gremio se limitó a hablar de “salario digno” y “paritarias justas”. En ningún momento, aclaró cuánto reclamaba. En el medio, lanzaron una acción aislada como lo fue el paro de 2 horas por turno del lunes 19. Un calco a la negociación anterior: medida aislada, inconsulta y sin perspectiva, respondida por una conciliación obligatoria. La conciliación obligatoria venció y el gremio se apuró a anunciar medidas antes de realizar asambleas. Entre ellas, una caravana previa a la audiencia nutrida por la misma burocracia y otro paro de 2 horas por turno para el jueves. Sin concretar el paro, el gremio se apuró -otra vez- a firmar. Como también señalamos, ese camino solo podía llevar a ese resultado final.


Pero, ¿qué pasó entre el vencimiento de la conciliación y el acuerdo? El gremio tomó nota de un asunto que empieza a ser común ante cada paritaria: la acción propia de las bases en varios puntos y fábricas. En esta ocasión, en plantas de San Luis y Córdoba, en particular de Arcor-Bagley, que pararon y realizaron varios bloqueos. Pero no es novedad: luego del acuerdo cerrado en agosto, el gremio ya tuvo que enfrentarse al repudio de las bases en varios puntos. En la propia San Luis, hubo una movilización al gremio. En algunas fábricas de Buenos Aires, como Pepsico y McCain, ese rechazo se vio acompañado de un reclamo del 40% de recomposición salarial.

El gremio salió entonces a planchar la lucha, con un acuerdo que no consultó con nadie. Esa política queda más clara si tomamos en cuenta que, bajo su tutela, los trabajadores no tuvieron la oportunidad de discutir los reclamos. A la indefinición sobre el aumento exigido, nadie puso sobre la mesa otros tantos problemas presentes en las fábricas: la flexibilización laboral creciente, que impone modalidades de trabajo como la polifuncionalidad, las suspensiones,o un asunto tan sensible como el de los protocolos sanitarios que buscan la continuidad productiva y no el resguardo de la salud de los trabajadores. La ofensiva patronal abarca mucho más que el salario.


Por una alternativa de lucha

La situación en el sector requiere que los trabajadores de la rama mantengan su respuesta. No podemos seguir perdiendo. Los trabajadores no pueden seguir ajustando a sus bolsillos. Daer, en cambio, es un elemento clave de un gran acuerdo social entre burócratas, patronales y el gobierno de los Fernández para que los trabajadores paguemos la crisis. 

Llamamos entonces a rechazar esta nueva entrega del salario y a la realización de asambleas por fábrica, que promuevan la discusión y la participación activa del conjunto de los compañeros/as en la articulación de un plan de lucha por una verdadera recomposición salarial -para empatar a la inflación y recuperar lo perdido en todas las paritarias- y el rechazo a todo avance patronal o flexibilización en el régimen de trabajo. Solo el desarrollo de una perspectiva clasista e independiente de la burocracia de Daer y compañía va a poner al sindicato al servicio de los trabajadores y de la lucha contra el ajuste al salario.

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