El viernes 22, tras una semana sin que se supiera nada de él, apareció el cuerpo sin vida del peón rural Luis Armando Espinoza, en la localidad de Andagalá, Catamarca. La última vez que se lo había visto, fue la noche del viernes 15/05 en el paraje El Melcho, departamento de Simoca, Tucumán, cuando se dirigía junto a su hermano a la casa de su madre. En medio del trayecto, se cruzó con un operativo policial que buscaba disolver una carrera de caballos en la zona. Tanto él como su hermano, fueron golpeados duramente por los efectivos. Según indicaron testigos, a Luis lo subieron a una camioneta y se lo llevaron. Durante una semana no se supo más nada. Hasta ayer, cuando apareció su cadáver.
Hasta el momento, el gobernador Manzur, perteneciente al Frente de Todos, no dijo palabra. Tampoco lo hizo el propio Alberto Fernandez, que pisó la provincia esta semana, en medio de la búsqueda, para felicitar al ejecutivo provincial por la “responsabilidad” con la que está gobernando. Como es costumbre, la política de quienes nos gobiernan es lavarse las manos. Al día de hoy, fueron detenidos 9 policías implicados en la desaparición y asesinato de Luis. La apuesta del gobierno es a reducir todo a un “exabrupto”, una “anormalidad” institucional. Pero la responsabilidad material de los efectivos es solo la punta del ovillo, que conduce hasta el poder político.
Lo que estos hechos revelan es que vivimos en una sociedad en la que la vida no vale nada. El grueso de la clase obrera tucumana se encuentra completamente sumergida en la miseria y carece de lo esencial para vivir. Una vida de miseria. Esto incluye también a buena parte de la policía, que se convierte en una amenaza potencial para el conjunto de los trabajadores al portar un arma sin preparación y con un régimen extenuante de trabajo. Estamos ante un proceso de descomposición general de la sociedad en la que vivimos. Los responsables inmediatos del asesinato de Luis no deben hacernos olvidar las responsabilidades de fondo, la que le corresponden a quienes gobiernan y para los que gobiernan, los patrones. Esa es justamente la estrategia de Manzur, lavarse las manos y que todo se agote en los policías que participaron de los hechos.
Exigimos juicio y castigo a todos los responsables materiales y políticos del asesinato de Luis Armando Espinoza. Pero también exigimos una solución real al problema del “gatillo fácil”. No podemos tolerar efectivos que salen disparando ante cada situación, necesitamos agentes formados y profesionales, que sepan enfrentar diferentes situaciones y sepan cuándo y cómo es necesario usar un arma de fuego. La inmensa mayoría de los policías que componen las fuerzas no quiere morir ni matar. Pero para poder evitar esa situación hace falta capacitación, algo que cualquier sindicato preocupado por las condiciones de trabajo del personal policial deberá demandar. Resguardar la vida y la salud física y psíquica del personal policial no es solo una garantía para ellos, sino también para nosotros.
Juicio y castigo a todos los responsables materiales y políticos del asesinato de Luis Armando Espinoza
Razón y Revolución