“Solidaridad”. Esa es la palabra favorita del nuevo gobierno. El lector dirá: “bueno, hay que ser solidarios”. Pero la pregunta es quién, con quién y para qué. Lo cierto es que el gobierno pretende que los obreros mejores pagos –que no son ningunos privilegiados- sean solidarios con los obreros más pobres. Por eso, aplica aumentos con sumas fijas: las categorías más altas tienen un impacto menor y las más bajas, un impacto mayor. Eso sí, a la patronal no se le pide mucho. Por no decir nada. Es más, se las beneficia de muchas maneras diferentes. Esta política que parece “novedosa”, en realidad, no lo es. Alberto aprendió de las miserias de los mejores: Eva y Juan Domingo (y la Iglesia, por supuesto). Por algo es peronista…
En efecto, Eva Perón supo tener en sus manos una institución que se encargaba de hacer lo mismo: redistribuir desde los obreros en blanco y con convenio, a los más pobres. La fundación Eva Perón fue el elemento a partir del cual se hizo el esfuerzo por colocar a Eva como figura asociada a la ayuda social. Eva venía de ser una figura decorativa en la campaña de su marido. Incluso no había participado –como mienten varios peronistas- en el 17 de octubre, más que para gestionarle un habeas corpus a Perón para salir del país a vivir una vida tranquila. Luego, viaja a Europa a un viaje diplomático, donde es recibida con honores por Franco, el dictador español que estaba necesitado de apoyo político y trigo. Ahí comienzan los esfuerzos para resaltar a Eva Perón y presentarla como una figura aclamada por multitudes.
Antes del peronismo, la ayuda social estaba en manos de la Sociedad de Beneficencia, una entidad privada pero financiada por el Estado. Desde hacía tiempo, había planes para modernizar esa organización, que para 1945 ya era muy antigua. Por eso, un año después el gobierno la intervino y dos años después, creó la Fundación. Pero la Fundación no fue tanto idea original de Eva, sino de Méndez de San Martín, el interventor de la Sociedad de Beneficencia. Como demuestran algunos documentos, Méndez de San Martín les dice a los altos funcionarios de la Subsecretaría de Prensa e Informaciones que había que borrar la “Sociedad de Beneficencia” de la propaganda para colocar en el centro de la escena a Eva y la ayuda social.
¿Qué función cumplía la Fundación? Construir hospitales, asilos, gestionar pensiones, donar máquinas de coser, juguetes y otros bienes. El lector seguramente conocerá algún familiar o conocido que señale que la Fundación le hizo llegar sus primeros juguetes, ropa, etc. Ahora bien, ¿de dónde salía la plata? La principal fuente de financiamiento de la Fundación eran los aportes obreros. Era un porcentaje de los aumentos salariales pautados en los convenios. Además, en 1950 se utilizó el pago correspondiente a dos días feriados: el 12 de octubre y el 1ero de Mayo. Sí, en el día del trabajador, la clase obrera estaba obligada a renunciar a su salario. La CGT primero discutió la medida y luego se echó atrás. En 1954, la CGT debía una cantidad de plata considerable a la Fundación. Así, la Fundación pidió a la Contaduría General de la Nación que los fondos provenientes de los incrementos salariales se giraran sin pasar por la CGT.
Pero… ¿y la patronal? Bien, gracias. No hay ninguna prueba en la documentación que indique que las empresas fueran grandes aportantes. Incluso, después del golpe del ’55, una comisión investigó el asunto pero solo se presentó un denunciante, al cual la comisión no le dio la razón. Es decir, un gobierno completamente interesado en encontrar aportes compulsivos de las empresas, no encontró finalmente ninguno… En definitiva, los verdaderos aportantes (se estima un 60%) eran los obreros. Otra parte aportante fue el Estado. O sea, los obreros con sus impuestos o con la riqueza social que generan.
Como se ve, obreros financiando a obreros, con la CGT –a pesar de algunos conflictos- como garante. Mientras tanto, la burguesía vivía de subsidios y transferencias de todo tipo. Alberto no inventó nada. Otra muestra del verdadero carácter patronal del peronismo, y van…