El Coronavirus puso al desnudo nuestras condiciones reales de vida como laburantes y la situación concreta del sistema educativo. Décadas de degradación en las condiciones de vida y educativas de la mayoría de la población. El Ministerio actúa como si no fuera parte del problema y como si no fueran ellos -como representantes de la burguesía- los que nos gobiernan hace décadas. Mira al costado y supone que puede resolver en tres días lo que no hizo en años.
La insistencia en la virtualidad, la semi-presencialidad, las tutorías y los docentes como facilitadores son una construcción de vieja data. Forma parte de la agenda Educación 2030 y de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible. A nivel local, ya la Ley de Educación Nacional kirchnerista fijó que la necesidad de desarrollar competencias necesarias para que los estudiantes dominen los nuevos lenguajes producidos por las tecnologías de la información y la comunicación. Nadie podría estar en desacuerdo. Pero esa meta no está en el aire, sino en una realidad concreta, la que venimos describiendo: las escuelas carecen de recursos, aunque la Ley se hubiera comprometido a “generar las condiciones pedagógicas”.
Por ahora, la cuarentena generalizó una receta: la distribución de actividades a los alumnos para que éstos por su cuenta gestionen el proceso de enseñanza-aprendizaje. Si tienen una familia que pueda acompañarlos, mejor. El éxito de esta empresa debe ponerse en contexto no solo de las condiciones de vida de millones de alumnos sino también de las competencias educativas propias que ya sabemos muchos no tienen. Un tercio de ellos, no alcanzan competencias mínimas. Un tercio de ellos, por más que lo deseen no tienen condiciones para continuar con el proceso educativo: no tienen ni internet, ni computadoras. Tampoco se pueden concentrar porque no comen y la situación actual agrava eso.
Como si fuera poco, el Ministerio de Educación actúa como si los docentes y el vínculo pedagógico personal fuera fácilmente reemplazable. Sobre este punto, la Conferencia sobre Inteligencia Artificial destacó que “si bien la inteligencia artificial ofrece oportunidades para apoyar a los docentes en sus responsabilidades educativas y pedagógicas, la interacción humana y la colaboración entre los docentes y los educandos deben seguir ocupando un lugar esencial en la educación”.
Para que no queden dudas, se estableció “los docentes no pueden ser desplazados por las máquinas” y se invitó a “velar porque sus derechos y condiciones de trabajo estén protegidos”. En el mismo sentido, se reconocía que los docentes necesitaban capacitaciones para tener las competencias necesarias y que ello debía formar parte de una agenda de políticas públicas sistemáticas. Una cosa es que la virtualidad, con ciertas condiciones garantizadas, pueda ser una solución excepcional en un contexto de pandemia, otra cosa es sostener que somos un adorno en el aula. El gobierno sostiene esto último.
Entramos en un camino sinuoso. Hace 14 años esperamos la doble jornada en todas las escuelas, quizás el gobierno ahora quiera que se complete “virtualmente”. Mientras tanto no solo se abre la puerta al ataque de los derechos docentes, sino que también se cierra los ojos para no ver las condiciones de vida reales de quienes van a usar esos recursos: millones de alumnos en situación de pobreza. Casi la mitad de todos los niños. Por eso, hoy más que nunca, sí, estamos en guerra. Contra el capitalismo.