Digámoslo claro y sencillamente: el capitalismo es parte de la epidemia y no de su solución. Frente al Coronavirus, nos ofrece las peores respuestas. Eso es lo que vamos a explicar aquí.
Comencemos por lo elemental, recordemos cómo funciona el capitalismo. Se trata de una sociedad organizada en función de la ganancia de las empresas. Puertas adentro, estas funcionan de manera racional: reduciendo costos y aumentando el lucro. Puertas afuera, todo funciona de manera irracional: no se asignan recursos en función de las necesidades, sino que todo lo regula la competencia en el mercado para conseguir mejores ganancias. Obviamente, un sistema que se maneja de ese modo, en función de los intereses individuales de unos pocos, es ineficiente y ello se muestra en los momentos más críticos. Como el que estamos viviendo.
En una epidemia el virus ataca como una fuerza unificada, coherente, sistemática. Su mayor poder está en enfrentar a una sociedad que no hace lo mismo. El contagio obligaría a responder de manera planificada y racional. Pero el capitalismo no puede hacerlo, porque su razón de ser no es la vida humana sino la ganancia de los patrones, y cada uno defiende la suya.
Una respuesta racional no es una cuarentena radical durante un tiempo prolongado, porque el sostenimiento de la sociedad no lo permite. Nos llevaría a un caos donde faltaría todo. Pero tampoco es una opción seguir como si nada nos amenazara. Una respuesta coherente requiere planificación, mantener la producción y distribución de los recursos necesarios y suspender lo que no sea urgente. Por ejemplo. Liberar los transportes para los trabajadores de los servicios esenciales, para la alimentación y demás cuestiones necesarias. Medicamentos, elementos de higiene y alimentos deben ser distribuidos en función de las necesidades, y no dejar que quien tenga plata arrase las góndolas. Ello implica garantizar un ingreso suficiente para todos los trabajadores, para que no tengan que elegir entre la enfermedad o el hambre.
Y ya vemos que la sola mención a medidas radicales en un sistema social de competencia, desata el sálvese quien pueda. ¿No es demasiado evidente cuál es la preocupación del gobierno y los burgueses al observar que limitan algunas actividades, mientras mantiene otras igualmente riesgosas pero que podrían atacar las ganancias? Se decreta que los pibes no vayan a la escuela, pero los docentes sí. Se prohíben concentraciones de más de 200 personas, pero nadie dice nada sobre el transporte, donde viajamos hacinados. ¿A quién se le escapa que faltaba y sigue faltando de todo en los centros de salud y ya van semanas de debate sobre el tema? ¿No es demasiado evidente que quienes más resisten a que nos cuidemos son los patrones?
Hoy el Ministerio de Salud reconoce en el país la existencia de 941 establecimientos de salud de alto riesgo con terapia intensiva, el 70% son privados. También hay 3984 establecimientos de bajo riesgo con internación simple, el 70% son privados. La conclusión es que, en este momento de lucha contra los contagios, los establecimientos privados (en promedio más pequeños y más aptos para el aislamiento) son recursos necesarios. Lo racional sería elegir el destino de las internaciones de acuerdo a las necesidades y no de la cobertura de cada paciente. Además de las casi 200 mil camas hospitalarias del país, hay, en CABA solamente, 549 establecimientos hoteleros de todo tipo con más de 30 mil habitaciones y más de 65 mil camas. La sociedad acumuló una inmensa riqueza que podría ser utilizada para evitar el desborde de los recursos sanitarios.
Los burgueses pueden esconderse en sus barrios privados de amplias casas, que aunque no totalmente seguros ante un virus, lo son muchos más que nuestras reducidas viviendas. Si se recluyen y permanecen allí nada cambiaría, porque nada producen. ¿Pero cómo funcionaría un mundo con la clase trabajadora en cuarentena? Ese es el punto. No funcionaría. Nosotros somos los que ponemos al mundo andar, si no estamos, la máquina se para. Al afectar la vida de los trabajadores se afecta a la propia reproducción de la vida.
Si hay una crisis deberían soportarla quienes pueden hacerlo, toda la industria farmacéutica debe ponerse al servicio de las necesidades, todo el sistema de clínicas privadas (dónde se encuentra el 80% de los recursos tecnológicos del país) también. Toda la disponibilidad hotelera ofreciendo camas, y el sistema de transporte, multiplicando las unidades en circulación, evitando que viajemos hacinados.
Los socialistas no decimos esto ahora, sólo por la emergencia. Al contrario, es lo que proponemos siempre. Sucede que en estas situaciones de emergencia, las cosas aparecen más claras. En el mientras tanto estaremos codo a codo con nuestros compañeros, luchando para que todos los sectores de salud, y aquellos lugares que se destinen a luchar contra el coronavirus, tengan los elementos necesarios que mencionamos y los que surjan al calor de la batalla, en abundancia, luchando por un amplio aumento de salarios acorde con el riesgo y la importancia, luchando para que la igualdad de la tarea y los riesgos se refleje en igualdad mediante el pase a planta de todos los que estén comprometidos en la tarea directa e indirectamente. Si somos necesarios ahora, somos necesarios siempre: como toda la clase obrera. Sin nosotros, nada funciona en la sociedad, sin ellos, los burgueses, todo funcionaría mejor. Las acciones y reacciones ante la epidemia nos muestran que es así.
lo mio es muy pueril , pero por eso no creo ser menos de izquierda,AF es liberal y por las buenas no va a otorgar ningun reclamo,esta comprometido con el sistema, fue en listas con cavallo,homenajeo a menen …… esta todo dicho …la cgt son burocratas que no van a mover un dedo…..no quedan planteos o se negocia una salida con parte de las propuestas de la izquierda……o se va ala lucha otra no hay