El gobierno se vanagloria de que la Argentina zafó de la crisis. Como argumento principal, esboza que desde 2003, la Argentina finalmente se insertó en la senda de la producción superando el neoliberalismo de los ‘90. Ciertos datos permitían confiar en ello: el aumento del empleo (mediado por la caída salarial vía devaluación), el freno al aluvión de importaciones y la reaparición de pequeños capitales en varios rubros. Desde un piso muy bajo, los indicadores de actividad mostraron una tendencia al alza. Estos fenómenos generaron la apariencia de que una nueva fase de desarrollo industrial se había consolidado.
No obstante, estas bases eran endebles y la crisis (que lejos está de haber terminado)1 ya está pegando, aunque el gobierno lo quiera negar. En primer lugar, la mentada recuperación se basó en una pronunciada caída del costo laboral, que en ciertas ramas de la producción, como fabricación de vehículos y maquinarias, superó el 50%.2 En el contexto abierto a partir de 2002, la devaluación se constituyó como un elemento de doble filo: por un lado, al encarecer las importaciones, permitió el resurgimiento de un sector de pequeños capitales, muchos con métodos de producción anticuados a escala internacional,3 que tuvieron una breve primavera. Sumado al contexto de buenos precios internacionales para las mercancías agrarias, la situación parecía encaminarse. Pero por otro lado, el sostener ese tipo de cambio no fue gratuito, llegándose a un momento en el cual debió recurrirse a la emisión para sostener el tipo de cambio.4 Este es el fenómeno que está detrás de la inflación y del aumento de los costos para la manufactura local, que se “come” progresivamente las ventajas de la devaluación.5 De ahí, los recientes reclamos de protección, por parte de la UIA y la aplicación de tarifas contra productos chinos desde 2008. Por eso también, la entidad patronal saludó la posición del gobierno argentino en el cruce diplomático con Lula, en la búsqueda de “procurar un intercambio bilateral equilibrado que solucione el acentuado déficit que registra la industria argentina”.6
Estos elementos manifiestan el problema de la industria argentina, evidenciado en la crisis: su escasa competitividad en el mercado mundial. Elemento fundamental, que no ha sido debidamente evaluado en los debates sobre la situación actual.
Una leve subida
Entre 2001-2002, la Argentina se sumió en uno de sus recurrentes y cada vez más profundos desplomes. La actividad económica alcanzó su punto más bajo en más de una década. Desde 2002-2003, la actividad industrial comenzó una progresiva recuperación que en algunos casos, como maquinaria agrícola y máquinas herramienta, no superó los valores promedio de los ‘90. De todas formas, motivados por los factores mencionados, entre 2003-2008 se manifestó una evolución positiva en la producción. En gran medida, empujada por subsidios diversos al sector industrial, que permitieron compensar parte de su menor competitividad. En consecuencia, los niveles de producción fueron en ascenso. A simple vista, esto parecía dar la razón a quienes veían conformarse un nuevo “modelo” productivista. No obstante, como hemos señalado en otras ocasiones en estas páginas, el crecimiento no estaba exento de contradicciones. En efecto, luego de 72 meses de crecimiento interanual ininterrumpido, se alcanzó un pico en octubre de 2008, momento a partir del cual se inició un sostenido descenso.7
Cae la producción
Sin bases sólidas, el golpe de la crisis ya se empieza a sentir. Desde noviembre de 2008, el sector industrial comenzó a registrar caídas netas interanuales, llegando a un piso en febrero. Si bien durante los meses posteriores experimentó un leve ascenso en relación a este mes, el nivel acumulado retrocedió a valores de 2005-2006. Otros indicadores muestran un retroceso aun más drástico. Según FIEL, la utilización de capacidad instalada retrocedió a valores de 2003.8
Cabe destacar que no hay uniformidad en las estadísticas para medir el proceso: por ejemplo, el INDEC determinó que la caída interanual para septiembre de 2009 y el correspondiente de 2008 fue de 0,5%; mientras que UIA acusó un descenso 16 veces mayor.9 Para octubre, el organismo oficial señaló un aumento interanual del orden del 1,2%; mientras que entidades privadas informaron descensos del 6,9%.
Más allá de las dificultades para obtener información confiable, podemos cotejar la coyuntura con las estadísticas de cámaras empresarias, las cuales refuerzan la idea de que la caída fue mucho mayor a la reconocida por el gobierno. En la rama aceitera, de los sectores más dinámicos, la elaboración de aceite de soja tuvo una disminución interanual del 23,8% en el bimestre septiembre-octubre. Una caída de magnitud similar registró la metalurgia, cuya capacidad instalada en uso apenas superó el 50%. Los despachos de aluminio y sus derivados, insumo esencial para la industria, descendieron en enero-septiembre un 10% en relación al mismo lapso de 2008. La fabricación de automóviles, una de las ramas “vedettes” de la etapa, también acusó un descenso del 23,6% en los diez primeros meses del año. La fabricación de computadoras cayó un 12% interanual durante el primer semestre, si bien el armado de notebooks aumentó. La entidad informó una caída similar en la “remanufactura de insumos” (cartuchos, cintas y tóner para impresión). La construcción acusó una caída interanual del 3,2% en agosto, menor que en otros rubros debido a la inversión en obra pública. No obstante, indicadores sugieren que la disminución en la actividad privada sería mayor, ya que se observa un descenso en el consumo de materiales, mano de obra y principalmente en la superficie permitida para edificación privada, la menor desde 2005 (un 19,4% de caída). Asimismo, por encuestas, los fabricantes de remolques y acoplados aseguran tener descensos del 50%. Otro sector que informó contracción es la industria eléctrica, electrónica y luminotécnica, con aproximadamente un 20% interanual en enero-septiembre.10 Otros presentan datos menos actualizados, pero igual de contundentes: los industriales del neumático mostraron descensos del 16,37% en los volúmenes de producción interanual en el primer bimestre. La industria petroquímica ya acusaba una caída del 6% con respecto a 2007; y un 41% interanual a diciembre de 2008. Algunos mostraron baches en la demanda, como los expendedores de GNC, maquinaria agrícola y fonogramas.
Por su parte, la UIA informó descensos en casi todos los grandes grupos: autopartistas; siderúrgica en todos sus subsectores con alrededor del 37% interanual; alimentos y bebidas, que sólo en septiembre registró un -7,2% interanual; papel y cartón con un descenso acumulado en 2009 del 7,4%, si bien en septiembre la relación interanual fue positiva; minerales no metálicos y cemento; producción de vidrio, -20% interanual; como así también la industria de pinturas, que registró un retroceso del 17% durante los primeros nueve meses. Los sectores que parecían ser ejemplo de una nueva Argentina: automotriz, metalmecánica y siderurgia, fueron los de descenso más pronunciado.
Caen las exportaciones y el empleo
Producto de la situación internacional, también se retrajo el comercio exterior. Entre enero y octubre, el valor de las exportaciones disminuyó en 24,6% en relación al mismo período de 2008. Sólo aumentaron su proporción las carnes y preparados, metales preciosos, residuos y desperdicios alimenticios y el crudo. Las importaciones hicieron lo propio en un 36,7%. Bienes intermedios (suministros varios y alimentos para la industria), combustibles y lubricantes elaborados, vehículos, bienes de capital y sus accesorios fueron los más afectados. Justamente, mercancías utilizadas por la industria local.11
El nivel de empleo también cayó, en una tasa intermedia. El INDEC estimó que se perdieron alrededor de 226 mil puestos durante el primer semestre del año, principalmente motorizado por la construcción.12 En el sector industrial, para UIA los principales afectados fueron las ramas de textiles y productos del cuero (-7,9%), metales básicos y sus productos (-7,7%) y maquinaria y equipo (-7,3%). La desocupación “oficial” se ubicó en el 9,1% en el tercer trimestre, valor más alto desde 2006.13 Recordemos que este descenso en el nivel de empleo llevó al gobierno a subsidiar los salarios de empresas en “situación de crisis”, mediante el RePRO, que asignaba unos magros 600 pesos por obrero a las empresas que se inscribían en el registro. Según el Ministerio de Trabajo, el subsidio alcanzó sólo a 150 mil empleados, atenuando en un 1% la tasa de desempleo oficial.
¿Otro “rebote”?
En los últimos meses de 2009, la caída de la actividad parece detenerse. Si bien el acumulado es aún menor que los índices de 2008, se han experimentado subas mensuales leves desde febrero. Algunos sectores mostraron incluso indicadores positivos interanuales en septiembre, como fertilizantes, textiles y plásticos; aunque sin anular la pérdida acumulada. Este leve repunte produjo una serie de reacciones optimistas, tanto en el sector patronal como en el oficial. El estimador mensual de actividad económica de INDEC marcó un aumento de 0,2% en el tercer trimestre del año, alcanzando tres meses de recuperación consecutivos. Por su parte, la UIA confía en que la actividad en 2010 experimentará entre 3 y 5% de crecimiento. 14 Entonces, pareciera ser que la retracción se trató de algo temporario. Nuevamente, a tono con las perspectivas que señalan que lo peor de la crisis ya pasó, nos prepararíamos para retomar el camino interrumpido por factores externos. No obstante, para afirmar esa perspectiva, deberíamos analizar un elemento fundamental que no ha sido debidamente sopesado: la inserción de la industria argentina en el mercado mundial. Ello nos permitirá ver más de cerca las bases reales de ese estado de ánimo.
Seguimos igual: participación argentina en el mercado mundial
La producción y circulación de mercancías es un fenómeno internacional. Si bien existen especificidades nacionales, no puede entenderse la “salud” de una economía sin atender este elemento. La participación de un país en el comercio exterior, que se puede observar a partir de las exportaciones de ciertos bienes, nos da un buen indicador de la fortaleza de esa economía. En términos capitalistas, eso nos indica cuál es el país más competitivo en los renglones de actividad determinados. Ya sea por una mayor productividad del trabajo, con la organización del proceso productivo más avanzada en términos internacionales; o en mercancías específicas vía abaratamiento de costos, por lo general sustentados en salarios bajos, como ocurre en China, India o en los últimos tiempos Vietnam.15
Un rápido análisis de la situación argentina nos puede brindar un termómetro de la competitividad de la industria local en términos internacionales. Con eso, podemos determinar la capacidad del sector de recuperarse de la crisis y despegarse de las transferencias de renta agraria, forma de persistir que ha tenido casi toda la producción local a lo largo de la historia. Pues bien, si observamos los datos del mercado mundial, no son demasiado alentadores. Durante los últimos años, la participación de las exportaciones industriales argentinas en el mercado mundial no superó el 0,25%. En efecto, a partir de cálculos basados en información de la OMC, la Argentina participó solamente con un 0,17% del valor comercializado en manufacturas durante 2005, aumentando apenas al 0,21% en 2008. En comparación con los líderes mundiales, ese valor fue menor en 66 veces al de las exportaciones alemanas, en 60 al de las chinas y en 44 al de las norteamericanas. Esa relación evidencia un retraso en términos relativos, en la participación argentina en el mercado mundial. Y por lo tanto, en su capacidad competitiva.
La situación del comercio bilateral con Brasil ilustra la situación. El saldo comercial con nuestros vecinos llevaba acumulado hasta septiembre de 2009 un déficit de 443 millones de dólares, solamente en productos manufacturados. Esto incluso en momentos de retracción de la actividad comercial. Así, se entienden las presiones de la burguesía industrial para conseguir trabas al ingreso de productos brasileños (también chinos). Justamente Brasil es uno de los principales proveedores de bienes y equipos para la industria local, como así también maquinaria agrícola y automóviles. Todos ellos considerados de “alto y medio contenido tecnológico”, con un mayor valor que las exportaciones argentinas hacia allí (productos primarios y de origen en recursos naturales, en un 33%).16 Incluso en un destino cercano como el país carioca, las manufacturas argentinas se vieron desplazadas en 2008 del tercer lugar como proveedor a mano de los productos chinos, que acapararon un 12% del mercado brasileño.
En definitiva, la industria argentina continúa con un papel marginal dentro del mercado mundial, lo cual denota una baja competitividad de las manufacturas locales. En el sentido de las apreciaciones vertidas en estas páginas durante los últimos años, nada nuevo ha surgido bajo el “modelo productivista”. La industria local no ha logrado competitividad internacional, sobreviviendo gracias a la bonanza de los precios agrarios internacionales, que permitieron transferencias al sector vía subsidios y devaluación que protegió durante algunos años la producción local. Por eso, el sector se desploma cuando la caída de precios agrarios internacionales y las consiguientes dificultades del erario público, o la falta de financiamiento externo, restringen la posibilidad de transferencias masivas al sector.
De esta forma, la industria argentina parece condenada a repetir los ciclos de expansión y desplome observados a lo largo de su historia, con el agravante de una situación de crisis internacional. El optimismo que nos ofrecen los corifeos del gobierno no parece tener demasiado asidero. En estas condiciones, lo único que se presenta como “optimista” para el capital en la Argentina es una drástica disminución de los salarios. Debemos, entonces, prepararnos para ese escenario.
Notas
1 Ver el planteo de Anwar Shaikh en este número de El Aromo.
2 Cominiello et al: “Aproximación a la competitividad de la industria argentina a partir del estudio de los costos laborales (1995-2006)”, Anuario CEICS 2008.
3 Ver Mussi Emiliano: “Se van para la ‘B’”, en este mismo suplemento.
4 Sartelli, Eduardo et al.: Patrones en la ruta, Ediciones ryr, Bs. As., 2008.
5 Dachevsky, F.: “Industria y Tipo de Cambio. Límites al ‘hecho en Argentina’”, Boletín OME nº 1, 09/07.
6 iEco, 19/11/09.
7 Actualidad industrial nº 12/08 y nº 10/09, CEU-U.I.A.
8 Si bien el INDEC informó una capacidad instalada en ascenso para 2009, en base a encuestas señala que para el tercer trimestre, 22% de los encuestados advierte bajas en la capacidad instalada y casi un 70% no observa cambios.
9 Crítica de la Argentina, 10/11/2009.
10 En base a datos de CIARA, ADIMRA, CAIAMA, ADEFA, CIN, CIQYP, CAMOCA, IERIC, CAFAS, CADIEEL y CAPIF.
11 Poggi, M.: Panorama del intercambio comercial argentino enero-octubre 2009, Fund. ExportAr. Las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario y las de origen industrial cayeron entre el 13 y el 18%.
12 Información y Análisis de América Latina, 29/09/2009.
13 EPH – Resultados del 3º trimestre de 2009, INDEC. Contabilizando la subocupación se llega al 19,7%.
14 Infobae, 21/11/2009 y 30/11/2009.
15 Magro, B.: “El muñeco maldito. La crisis mundial y la industria china del juguete”, Boletín OME nº 10, 03/09.
16 Actualidad del Comercio Exterior Argentina-Brasil, nº 5, UIA, 2009 (base: INDEC).