La reforma que Larreta impulsó para la carrera profesional de la Salud en CABA es un ataque por partida doble a todos los trabajadores. Por un lado, profundiza el ataque a las condiciones laborales de los laburantes de la salud. Por el otro, avanza en el desfinanciamiento y la degradación de la salud. Es decir, nos afecta a todos.
El objetivo del gobierno no tiene que ver con una supuesta “mercantilización” del sector, como dicen algunos, sino con que la atención sanitaria de la clase obrera -sobre todo la desocupada y la que trabaja en negro sin obra social- cueste lo menos posible. Ahorro a costa nuestra. Eso supone “flexibilizar” y abaratar a los trabajadores, lo que impactará en todo el sector, en todo el país.
¿Qué plantea el gobierno de la Ciudad? Mantener Enfermería, Bioimágenes, instrumentadores quirúrgicos y otros especialistas, fuera de la Carrera Profesional. Eso implica un salario un 30% inferior, menos licencias por estrés y capacitación, entre otras cuestiones. Se discriminan a las especialidades no médicas, al considerar formalmente solo a aquellas reconocidas por el Ministerio de Salud y Desarrollo social. ¿Y para el resto? Aumentan de 24 a 30 las horas semanales de trabajo (art 107), se establecen modalidades precarias (“transitorias”) de trabajo (art. 66)- y se anulan los ascensos automáticos cada 4 años, tomando lugar el régimen de evaluación de desempeño con “pase a disponibilidad” con dos evaluaciones negativas (arts. 139-140).
Por otro lado, la reforma llama a “prevenir y solucionar los conflictos colectivos de trabajo y garantizar la prestación de los servicios esenciales de salud”, con organismos paritarios que paralelizan la representación sindical (art 2). El término “servicio esencial” lo dice todo: que no haya huelgas. Del mismo modo, un régimen disciplinario pone a los trabajadores a disposición discrecional de sus “superiores” si acontecen diversas “faltas de respeto”.
El proyecto se ve complementado por la reforma en la currícula de la Escuela Superior Cecilia Grierson, la única escuela pública y laica de la ciudad. Se quitan contenidos, se aplica una modalidad semi-presencial y se devalúa el título. Para la clase obrera, enfermeros de segunda. Además, Larreta promete una ley para enfermería. Seguramente consolide la misma situación: enfermeros que trabajan doble jornada con salarios miserables, atendiendo exhaustos en guardias y hospitales que se caen a pedazos.
Las burocracias sindicales son un pilar de este ataque. SUTECBA quiere mantener sus afiliados y seguir negociando paritarias a la baja, así que se opone al reclamo de los enfermeros. Médicos Municipales y la Federación de Profesionales le estamparon la firma a la reforma. UPCN está resuelto a algo: no mover un dedo. ATE Capital aprovecha para lavarse la cara, pero solo se mueve empujado por las bases. Si fuera por ellos, mejor esperar a que “aclare”. Mientras, hacen campaña para el kirchnerismo en el 2019, tan responsable como el macrismo de la situación actual de la Salud y sus trabajadores.
Necesitamos un plan de lucha propio. Hay que unificar los espacios de coordinación (la interhospitalaria del Garrahan, por ejemplo). Estos son muy saludables, siempre que respondan a los intereses de las bases y no las maniobras de alguna burocracia. La lucha debe impulsarse en unidad con el sector privado porque es un golpe a las condiciones de los obreros en general de la actividad. Es necesario un gremio único de Salud. Esa orientación solo puede tomar forma en la unidad de los trabajadores y el clasismo, apuntando a una gran Asamblea Nacional de Trabajadores que luche por una atención sanitaria al servicio de nuestra clase.