Por Fabián Harari – Desde sus primitivos comienzos, la ciencia no tuvo otro objeto que el problema de la relación entre el movimiento y el cambio. Una primera formulación podría describirse del siguiente modo:“en medio de una solemne ceremonia ritual, un grupo de leopardos irrumpe violentamente. Los animales desbaratan el escenario y se beben el cáliz sagrado. Esto sucede una y otra vez. A pesar del desconcierto, el hecho forma parte de la ceremonia”. Se trata de un conocido aforismo de Kafkay quiere expresar que aunque pueden percibirse movimientos, no se produce cambio alguno. La causa es que el desarrollo describe una forma circular: todo es repetición, no hay nada nuevo.
Una lectura muy superfi cial del escenario políticopropone un modelo similar para analizar las elecciones. El triunfo de Macri estaría señalando quela gente se volvió a “derechizar”, el 2001 habríapasado en vano y todo estaría perdido. El problema con esta visión circular de la historia argentinano es que esconda un profundo desprecio hacialas masas, sino que es falsa. En ningún momento Macri apeló a la “mano dura” ni amenazó conlas privatizaciones. Por el contrario, en sus afi chesanunció que iba a defender la educación y la salud pública. Evitó, por todos los medios, vincularse con el menemismo y llevó de compañera defórmula a una mujer sin pasado liberal. Su puntofuerte fue presentarse como un hombre ajeno a lapolítica. Las elecciones de Tierra del Fuego tienenel mismo cariz. Allí, ganó una candidata impensada, cuyo mérito fue, justamente, ser “externa”. Elmismo perfi l ostenta el futuro ganador en Santa Fe(Binner) y, por qué no, Scioli, quien siempre supohacerse pasar como una fi gura decorativa. Todostienen el mérito de hablar poco y de presentarsecomo “nuevos”. Toda una expresión del momento del régimen político: nadie que haya estado enla administración tiene nada para ofrecer.
Entonces, en primer lugar, el 24 de junio primóel voto opositor. En el caso de Capital, expresa elhartazgo de 10 años de gobierno “progresista”.Pero hay un segundo componente: la elección resultó ser una forma transmutada del rechazo al régimen, un voto “Que se vayan todos” y una prueba de la vigencia del Argentinazo. La objeción dellector puede anticiparse: solemos insistir con estaidea. Puede ser, pero en este caso se trata de unanálisis que no es patrimonio exclusivo nuestro.Beatriz Sarlo, por ejemplo, quien sorprendida porel porcentaje obtenido por Macri, definió que estábamos “bajo el paradigma del 2001”. Jorge Lanata, en un rapto de lucidez, escribió: “El votoindependiente de la Capital, tradicionalmenteopositor, fue esta vez una versión un poco mássofi sticada del ‘que se vayan todos’, mientras lospolíticos actúan como si aquel reclamo se hubieradisuelto”.1 Los porcentajes fi nales sorprendieron atodos aquellos que desestimaron la persistencia dela crisis política.
La causa del rechazo generalizado tiene su origenen la incapacidad del régimen social de dar solución a los problemas que llevaron al levantamientodel 2001. Luego de evitar su completa disolución,el capitalismo argentino brindó un leve respiro,pero ha comenzado a exigir mayores sacrifi cios acambio de resultados cada vez más exiguos. El salario no logra alcanzar a la infl ación. Un porcentaje de desocupados ha conseguido trabajo, a costade su precarización. Las condiciones educativas yde salud se acercan al colapso. En este contexto,estallidos como los de la Estación Constituciónno son extraños. En algún momento, la vida serebela. Claro, no siempre triunfa, sobre todo si noarremete contra el verdadero culpable.
En principio parece que, aunque en movimiento, no ha cambiado mucho la Argentina desde el 2001. Por lo menos, no en el sentido al que se refi ere la desilusión política.
La batalla por el Argentinazo
El Argentinazo ha impuesto condiciones a cualquier armado político burgués. En concreto: Kirchner y Macri tienen el objetivo de disputar su herencia. El primero busca canalizar el contenido positivo, por la vía de mostrarse como el enemigo del “neoliberalismo” y el continuador de la lucha de los `70. El segundo, hace hincapié en la forma: es quien viene a reeditar -bajo otra fórmula – la “insurrección”, viene a “echar” a todos. Lo que se debe señalar es que no se trata de un problema ideológico sino político.La coyuntura exige a los máximos dirigentes de la burguesía la clausura del proceso abierto en 2001, lo que requiere que se acaudille a esa fuerza y se dé respuesta a esas expectativas dentro del régimen. El macrismo es la expresión de una fracción de la burguesía que está exigiendo el cierre de la etapa y la salida del bonapartismo. A diferencia del armado K, Macri representa la construcción de una estructura política más compacta, con un personal disciplinado. Está consiguiendo lo que no pudo Kirchner:armar un nuevo (y propio) partido.
No obstante, la profundidad del legado del Argentinazo en la conciencia de las masas es tan fuerte como su repliegue. Bajo la exigencia del cambio, se ha elegido a quien mejor representa la continuidad.Esta tendencia, sin embargo, estaba inscripta en el desarrollo mismo del 2001, como una de sus salidas posibles. Efectivamente, la alianza insurreccional no había incorporado aún, como propio, ningún programa de poder. Sobre esa defi ciencia campeó y se desarrolló un fuerte componente autonomista. Lejos de una disputa por el poder y en franco rechazo de todo intento de establecer una dirección, su política –aunque negada- se reducía a la mera oposición y “resistencia”. En el 2003, las masas todavía conservaban cierto componente programático, lo que justificó el populismo K. Hoy día el “triunfo” autonomista es total. Es el ele mento que queda en las masas y el que toman los candidatos de la derecha. “El liberalismo llevado a su máximo extremo: el anarquismo.Es la negación de la autoridad, la negación de la verticalidad”, dijoDurán Barba, artífice del triunfo del Pro.2
El profeta de cráneo prominente
“Es muy peligroso, en estos tiempos de violencia y pre-anárquicos…”, declaró Eduardo Duhalde, el26 de junio.3 Hacía tiempo que no abría la boca.Resulta extraño que uno de los mayores opositores al gobierno K haya realizado semejantes declaraciones, luego de la paliza que recibió su adversario. Pero no parece poco razonable si uno observa el mapa político post elecciones.
En primer lugar, porque el gobierno ha sufrido una derrota aplastante, lo que comienza a poner en discusión su capacidad de dirección y la salida propuesta. A lo que debe sumarse la carga de cuatro años más de gobierno, en los cuales deberá profundizar el ataque a la clase obrera y a las condiciones de la pequeño burguesía. En segundo, porque en 2008todo el personal político burgués, hoy de peso, estará ejerciendo funciones gubernamentales. Por lo tanto, se habrán agotado los cántaros de “nuevos”políticos y un descontento generalizado puede dejar a la burguesía sin recambio alguno. En tercero, porque se observa un cuadro de alta dispersión política. Las principales provincias serán gobernadas por estructuras rivales y de reducido tamaño. Se trata de una formación que, lejos de apaciguar una probable crisis, echará más leña al fuego.
Por último, lo que se pudo constatar estos días: Kirchner está sólo. Es débil y no lo sabe. Luego de cuatro años, no pudo armar ningún movimiento. Todavía tiene que pactar con todos. La elección de Capitales un ejemplo. No faltó opinólogo que no amonestara al presidente por haberse enemistado con Telerman. Pero la política no puede explicarse por fastidios personales. Filmus y Telerman fueron separados porque el kirchnerismo porteño está quebrado. DeVido y su gente apoyaban al ex vicejefe. Ni siquiera a Barrios de Pie pudo controlar el patagónico. Alberto Fernández, por su parte, promovió la candidatura de Filmus. En provincia, el hombre del sur tuvo que entregar la candidatura de Scioli y en Córdoba, la del delfín de De la Sota. Así, en 2008 tendrá un opositor en Capital, en Provincia de Buenos Aires, en SantaFe y en Córdoba. Si la economía muestra sus grietas, fuertes tormentas se avecinan.
Es en este contexto que habría que analizar el desempeño de la izquierda. Sin volver a las cifras del’95, ha hecho una mala elección. Sin embargo, parece estar acumulando fuerzas en aquellas fracciones más dinámicas del proletariado y estar colocándose como elemento decisivo allí donde se desarrollan las luchas. Por lo tanto, el problema a develar es si aún tiene perspectivas de intervención real, en la lucha por el poder. Por lo analizado aquí, le espera un campo más que fértil.
El movimiento no parece habernos devuelto a los’90. El voto a un personal similar esconde una trayectoria distinta. Así como el retroceso no ha logrado llevarnos al punto de partida, el estallido tal vez nos encuentre más lejos de lo que hemos llegado hasta no hace mucho tiempo.
Notas
1Lanata, Jorge, “Sueños totales”, en Perfi l, Buenos Aires, 25/06/07.
2Perfi l, 01/07/07.
3Clarín, 27/06/07.