Por Verónica Baudino – Los días 18, 19 y 20 de octubre se realizaron, en Mar del Plata, las Jornadas de Historia Económica, evento que nuclea a los principales investigadores de la disciplina. Como expresó el historiador Jorge Gelman en la mesa de cierre, a partir del 2001 hay un giro entre los intelectuales que buscan, ahora, responder los grandes problemas de la “sociedad”, contrariamente a la motivación dominante hasta entonces por “contar vacas”, como le reprochó su colega Noemí Girbal. Lo que no dijo ninguno de ellos es que esa novedosa (para ellos) búsqueda incluye disputas políticas que esconden intereses de clase.
A un lado, el progresismo
Dicha pretensión de neutralidad se expresó en cada una de las mesas de las jornadas. En general, las ponencias presentadas trataban temas muy reducidos, sin una referencia al problema general del devenir del capitalismo argentino, escudándose en una supuesta erudición empírica. Tal es el caso de los miembros del “Programa de Estudios de Empresa” de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, dirigido por Jorge Schvarzer. Sus investigaciones sobre empresarios como Tornquist y empresas como Siam y Winco se fundan en una concepción subjetivista de la historia, en la que la mentalidad empresarial es el motor. Los éxitos o fracasos de los distintos capitales se explican por las capacidades gerenciales de sus dueños, su cultura empresarial y las tradiciones familia res. Así, las potencialidades y límites tanto del mercado particular de la industria en la que se insertan, como de las condiciones generales del capitalismo argentino, parecen no tener importancia alguna. Sus estudios sobre pequeñas empresas, en general fracasadas, intentan demostrar dicha tesis: Siam, por ejemplo, quiebra por la falta de interés de los hijos de Di Tella en continuar la actividad industrial de su padre. Constituyen explicaciones que abonan su defensa de una reconstrucción del capitalismo en base al predominio del pequeño capital, al que considera inherentemente emprendedor. Contrario a estos planteos, se presentaron trabajos que intentan abordar el estudio del capitalismo desde otra perspectiva. José Lannes De Melo, un investigador brasilero, en una visión más realista, discutió la idea de que la empresa familiar, o Pyme, sea más eficiente que los grandes capitales. Dos posiciones que, aunque aparezcan como discusiones historiográficas, expresan dos proyectos distintos de desarrollo capitalista: apoyándose en los pequeños capitales nacionales o vía el impulso de los grandes capitales.
Esta distinción programática se observó también en las mesas sobre innovación tecnológica, especialmente en el tramo dedicado a agro. Allí, el editorialista de Clarín Rural Héctor Huergo presentó un trabajo donde discutía la visión de Jorge Sábato de la burguesía argentina como rentista y poco innovadora. A partir de su defensa abierta de la burguesía concentrada de la “revolución sojera de las Pampas”, se delimita de aquellos que incentivan un crecimiento basado en los pequeños capitales. En sus términos, se posicionaba en contra de quienes hacían campaña en contra de la soja, pero no reparan en que esa la base que permite el crecimiento económico kirchnerista.
Al otro, la izquierda
A este predominio de estudios pensados desde una perspectiva burguesa, se le opusieron pocos trabajos que buscasen una explicación científica de la sociedad. El marxismo estuvo ausente en gran parte de las mesas. En la charla de apertura, Nelson Manrique reconoció la crisis de la disciplina por la inexistencia de posiciones de izquierda. Sólo el CEICS de Razón y Revolución presentó oposición en forma sistemática y organizada a través de ponencias de sus investigadores. Se discutió con estudios empíricos las características del desarrollo industrial, las bases de la burguesía y su estrategia, así como elementos para la comprensión de la lucha de clases. Apostamos al conocimiento de las potencialidades y límites del capitalismo argentino, como trabajo intelectual que sirva de base a la constitución de una alternativa política para la clase obrera.
Las discusiones más fuertes se dieron con el grupo liderado por el ingeniero y funcionario kirchnerista Jorge Schvarzer que como vimos sostiene una visión idealizada del pequeño capital como posible motor de la reconstrucción del capitalismo argentino. En esta línea de discusión, además de las ponencias del CEICS, se expusieron algunos trabajos que abordan los problemas generales de la acumulación de capital como propios del funcionamiento del sistema capitalista y no como un problema de la mentalidad de los burgueses. Entre ellos, se destaca el trabajo de Juan Iñigo Carrera sobre mediciones de la renta agraria y la ganancia del capital industrial y un estudio de Alejandro Gaggero sobre los distintos destinos de los capitales locales ante la crisis de 2001 de acuerdo con su competitividad en el mercado internacional. Ambos, junto al trabajo del CEICS, son una muestra que cuando se apuesta en forma honesta a un estudio empírico se puede hacer avanzar el conocimiento sobre la realidad y aportar a la clarificación en la acción política. En este sentido, una ponencia sobre la lucha de los pescadores en el puerto de Mar del Plata expuso sobre el fracaso de la experiencia de las multisectoriales en la industria del pescado como táctica para la consecución de los intereses de la clase obrera, lo que generó un interesante debate con Beba Balvé, del CICSO.
La totalidad regresa
A pesar del intento sistemático de los coordinadores de las mesas de esquivar los debates generales, lo que se puso en juego en las Jornadas es la caracterización del capitalismo argentino. No como una discusión en sí misma sino como basamento de programas políticos (por ende, de clase) diferentes. Quienes interpretan que el estancamiento es causa de la ausencia de un empresariado industrial pujante y de políticas económicas que abonen su refundación, proponen la profundización de las relaciones sociales de explotación. Bien claro lo dejó Schvarzer cuando planteó que el problema argentino es no haber adoptado las políticas del Sudeste asiático…