Por Stella Grenat – En la Argentina de los años ’60 surgieron una serie de organizaciones que eligieron como método de intervención política la acción armada, entre ellas se encuentra la columna “América en Armas”, que en 1970 se incorporará a la organización FAL1. Sin embargo, su origen debemos rastrearlo a fines de 1966, cuando un grupo escindido del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Malena) inició un camino de preparación con el objetivo final de construir una organización político militar. Alrededor de 40 militantes de la juventud del MLN abandonan sus filas para comenzar esta nueva experiencia que, en una primera etapa estaría concentrada en una tarea puramente intelectual. Luego de 2 años de estudio, hacia mediados de 1969 realizarán su primera acción de acumulación de armas. Esta decisión implicó el alejamiento de varios compañeros:
“quedamos muy pocos, unos quince. Dividimos las tareas: había compañeros que estaban destinados acumular información y cuatro nos volcamos a lo militar y por lo tanto asumimos la realización de acciones armadas: nosotros dos, Magú [Ernesto Popper] y otro compañero al que le decíamos el Flaco, que era nuestro chofer, un eximio chofer.”2
Desde entonces alcanzarán un crecimiento importante y llegarán a conformar una columna con más de 100 militantes volcados a diferentes tareas vinculadas a la actividad militar. “América en Armas”, entre 1967 y 1978 mantendrá una continuidad político programática que no se alterará en la etapa en la que actúen dentro de FAL. Dicho planteo contiene básicamente los siguientes puntos: un internacionalismo fuertemente latinoamericano, la adhesión a los procesos de liberación nacional, el accionar armado urbano, el Guevarismo entendido como participación activa del pueblo, la lucha armada como una forma de lucha frente a la dictadura, la opción por la constitución de frentes antes que la de un partido, y la propaganda armada. Destacaremos solo aquellos puntos que diferencian a este grupo de otras experiencias armadas de la época.
Las armas y el pueblo
“América en Armas” se definirá como una organización guevarista. A pesar de la equiparación que comúnmente se realiza entre guevarismo y guerrilla rural esta columna construye una visión diferente. Desde su perspectiva el guevarismo es una política que impulsa la participación activa de todo un pueblo en la revolución:
“Nosotros nunca lo entendimos como guerrilla rural. El Che nunca planteó semejante cosa. Creo que acá hay una enorme confusión entre él y el turro ese de Debray […] ¿Por qué el Che plantea crear dos, tres, muchos Vietnam y no dos, tres, muchas Cubas? Él que fue partícipe activo de la revolución cubana […] lo que plantea es la universalización de la lucha […] la participación del conjunto del pueblo en el proceso revolucionario […] Porque Vietnam lleva doscientos años luchando por su liberación primero con España, después con Francia, y luego con EE.UU. de forma ininterrumpida […] [su victoria] es obra de la participación activa de todo el pueblo. Es en ese sentido en el cual lo plantea el Che, no en el sentido de que hay que crear un ejército. Sino crear las condiciones para la participación activa del conjunto del pueblo en el proceso revolucionario.”3
Esta última concepción respecto al rol que debe jugar el pueblo en la revolución nos permite avanzar en otro de sus puntos programáticos, la forma en que este grupo entiende a la lucha armada. Para ellos, es una herramienta necesaria para la lucha en contra de la dictadura. De este modo, “América en Armas” promoverá la formación de grupos armados, pero no en vistas a la constitución posterior de un ejército popular. Desde su perspectiva, consideran que éste último es el producto de una estructura social en la que predomina el campesinado:
“Nosotros nunca pensamos en términos de ejército, decíamos ‘no sabemos cómo va a ser el proceso’ […] El ejército paralelo, tanto en China como en Vietnam, son producto de la composición de clase de cada sociedad […] La guerra prolongada y la necesidad de un ejército regular, son para dos fuerzas que confrontan sin clase obrera, entonces los ejércitos y los partidos asumen una tarea cuando no hay una clase obrera […] En algunos lados donde el campesinado es la absoluta mayoría como en Vietnam y en China, evidentemente tenían que gestarse estos procesos […] El problema es cuando tenes un país con obreros.”4
Esta columna sostendrá que en Argentina la lucha armada es una de las partes de un proceso mayor que debería abarcar un trabajo político en el resto de los frentes de masas. De allí que no aspiren al ingreso del pueblo en un futuro ejército y que tampoco renieguen de la necesidad de la construcción de un partido de masas. Sobre esta base, conciben su actividad como un aporte a ese proceso más general que, de manera conjunta con otras organizaciones, debería ir construyéndose mancomunadamente. La estrategia fijada por el Che nunca fue vista por ellos
“como algo en lo que lo único que contaba era lo político militar, sino que el trabajo gremial, el trabajo en las masas y estudiantil era importante. Nosotros empezamos la actividad por ahí, porque la idea era que el conjunto de las organizaciones, cada una en lo suyo, se iba a ir desarrollando y algún día iba surgir la que iba a lograr que la clase y el pueblo la adoptara como propia.”5
Respecto a la cuestión del partido su posición es coherente con lo anterior, en la medida en que será el producto final de un proceso de construcción política. En este sentido, su planteo hace hincapié en que las acciones armadas son un factor fundamental en la promoción de dicha construcción:
“lo del partido ya lo habíamos pensado en la época del Malena, sobre todo en ese año y medio de lecturas y demás, la necesidad de partido nadie la obviaba, nadie la dejaba de lado, pero el partido se podía construir por medio de la acción directa también. Había que crear una suerte de vanguardia y que fuera armada. El partido iba a ser, finalmente, una consecuencia necesaria de la acción armada. Pero esa etapa era la etapa de la lucha armada, de la acción propagandística y de la incorporación de gente, del crecimiento, etc., etc. No desdeñábamos el partido como un instrumento, por el contrario, lo reivindicábamos, pero no en esa etapa.”6
En función de estas caracterizaciones se concentrarán en el acercamiento a otras fuerzas. En principio, dado su origen como organización marxista descartan el contacto con cualquier sector que manifieste su adscripción peronista. Incluyendo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que, según ellos desde un primer momento, mucho antes de 1973 fecha en la que se produce su incorporación plena a Montoneros, ya eran peronistas:
“nosotros veníamos analizando incorporarnos a una cosa mayor […] estaba pergeñándose las FAR, nosotros con Quieto [miembro de la dirección de FAR] teníamos contacto […] y nos conocíamos desde hacía años [pero] las FAR se caracterizó siempre como peronista […] Era una falsedad terrible, porque decían somos marxistas y desde el marxismo tenemos que hacer entrismo por que el pueblo era peronista, había que ganarse la confianza del pueblo y desde un discurso marxista, socialista no lo ibas a ganar, si decías que eras peronista sí […] nosotros discutíamos mucho ideológicamente con ellos.” 7
Con el PRT-ERP la distancia estará dada por la caracterización de la etapa defendida por esta organización: según “América en Armas” no estaban en una guerra. Ya vimos como desde su enfoque las acciones armadas estaban vinculadas al contexto represivo impuesto por la dictadura y que, las mismas, eran leídas como una respuesta a dicha situación:
“Siempre [discutíamos] cuando largan esta consigna de la guerra y llaman al pueblo a formar el ejército, no estábamos de acuerdo con esta declaración de guerra […] De pronto había simpatizantes que por ahí repartían la prensa y son separados, de la noche a la mañana, para participar en un operativo […]”. 8
Ellos reafirman su línea y sostienen que las acciones armadas son sólo una forma de lucha que acompaña a un movimiento mayor, en el cual el factor determinante era la participación de las masas. En función de estas caracterizaciones, consideran que FAL es el sitio adecuado desde el cual potenciar su construcción política y se incorporan a ella.
El último punto programático que señalaremos da cuenta de la potencialidad de las acciones armadas como una herramienta de propaganda política. Por un lado, como un medio para demostrar la vulnerabilidad de las fuerzas represivas:
“lo que planteábamos nosotros [era] llevar a cabo un proceso de propaganda armada. No lanzarse a operaciones de gran envergadura porque no estábamos en condiciones de resistir una respuesta por parte de la represión […] operaciones de tipo militar que sean accesibles y que además demuestren al pueblo que es posible golpear, sistemáticamente, al Estado, a la represión […] Nosotros podemos ser un modelo para que ellos lo puedan hacer.”9
Por otro lado, el accionar armado se instituía en un punto de referencia revolucionario para las masas cuya conciencia seguía siendo mayoritariamente peronista. Esta posición la mantendrán firme durante toda la etapa. No la modificarán frente a las perspectivas abierta por el Gran Acuerdo Nacional (GAN) promovido por Lanusse, ni tampoco, cuando el proceso avance y se lleven a cabo las elecciones en 1973:
“con el GAN nosotros decimos ‘esa es una nueva trampa de la burguesía. Se viste con otro ropaje’ […] A tal extremo que, cuando vuelve Perón, ‘América en Armas’ no participa, no va a Ezeiza […] Cuando llegó Perón la consigna que salimos a pintar fue la del Che Guevara, ‘Ni un paso atrás, ni para tomar impulso’. Nada, ni un paso atrás íbamos a dar.”10
A pesar de que este último punto evidencia una importante contradicción con el desarrollo anterior, ya que al mantener el accionar armado durante el camporismo se corren de sus primeras consideraciones acerca de que las mismas eran una respuesta anti dictatorial, “América en Armas” sostendrá un planteo político programático propio, que construye y mantiene a lo largo de todo el periodo.
En este recorrido se observa parte del programa de una de las columnas que integraron FAL. Como vimos ya, es el mismo caso de otros componentes de dicha agrupación y de una parte importante de los agrupamientos armados de este período: la postergación o delegación de la formación del partido. Este tipo de agrupamientos reconocen la importancia de la construcción del partido, pero se conciben como destacamentos sin estado mayor. Cuando la política nacional se complique, por la caída de la dictadura y el retorno a la democracia burguesa, esta política entrará en crisis y mostrará sus límites para responder a los desafíos abiertos por las masas en las insurrecciones de 1969-1971.
Notas
1 Esta sigla puede ser leída como Fuerzas Armadas de Liberación, Frente Argentino de Liberación o Fuerzas Argentinas de Liberación. Todas estas denominaciones fueron utilizadas por los diferentes afluentes de FAL.
2 Entrevista a Cristina y Antonio, realizada por la autora en julio de 2006.
3 Ídem.
4 Ídem.
5 Ídem.
6 Entrevista a S., realizada por la autora en agosto de 2006.
7 Entrevista a Cristina y Antonio, op.cit.
8 Ídem.
9 Entrevista a S., op.cit.
10 Ídem.