Frío, frío. Sobre el modelo finlandés y la reforma pedagógica en Argentina
¿Por qué un país inesperado como Finlandia se colocó a la cabeza del ranking mundial PISA en el 2001? ¿Es su éxito replicable en el resto del mundo? Allí crearon un sistema educativo fundado en una enseñanza mínima sólida e integral en lectura, matemática y ciencias, con docentes formados como investigadores para un mercado de trabajo altamente calificado.
Romina De Luca
GES – CEICS
Finlandia es un país chico, frío, alejado y nórdico. Su historia es bien distinta a la nuestra pero se nos presenta como uno de los modelos a emular en materia educativa. No solo se encuentra en la mira de nuestro país, sino también del resto del mundo. ¿Por qué? Este país inesperado (Finlandia), cuya trayectoria previa en materia educativa no era para nada extraordinaria, se colocó a la cabeza del ranking del rendimiento mundial en las pruebas PISA, allá por el 2001. El éxito sorprendió incluso a los propios finlandeses. Curiosamente, la reforma educativa iniciada en la década del ’70 primero y en los ’90 después cosechaba más críticos que defensores, incluyendo un nutrido grupo de empresarios. Estos temían que la escuela finlandesa ahogara a los “talentos” individuales. Con el éxito en la mano, los detractores pasaron a su defensa y Finlandia apareció como “la luz del norte”; una sociedad que “había apostado al conocimiento”. Esteban Bullrich suele presentarlo como el horizonte de su gestión. Viajó en 2014 y en 2016 a Helsinki y realizó numerosas reuniones locales con los embajadores para trazar una agenda común de intercambio entre docentes, estudiantes y deportistas. Que la escuela debe formar “talentos” es algo que no se cansa de repetir. Pues bien, ¿cuál es el éxito de Finlandia?
Las bases de la reforma
La reforma educativa en Finlandia se cuece hace décadas. Si bien los antecedentes más inmediatos datan de los ’70 y ’90, la problemática educativa fue colocada en el tapete por el Partido Comunista (PC) una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. El PC entendía que la educación era una de las principales estrategias para la construcción de una sociedad socialista por lo que se debía pensar una intervención específica. Si bien se fueron generando consensos con otras dos fuerzas parlamentarias -el Partido Social Demócrata y el Partido del Centro Agrario- aún en la década del ’90 algunos sectores empresarios se oponían a la reforma educativa a la que tildaban de “comunista”, lo que demuestra el rol del PC en el proyecto.
En la década del ‘40, la escolaridad promedio era de 6 años, aunque muy desigual: solo los que vivían en grandes ciudades podían acceder a la escuela intermedia para seguir estudios superiores; de los que continuaban una institución post-primaria, solo los que vivían en grandes ciudades accedían a escuelas de oficios; las escuelas particulares (privadas) se encontraban muy extendidas, siendo mayoritarias para los estudios secundarios e intermedios. Menos del 10% de los adultos finalizaban la escuela secundaria. Los circuitos fragmentados derivaban en una formación también fragmentada (escuelas de gramática, de oficios, escuela primaria).
En 1945 se creó un primer Comité Curricular para la Escuela Primaria que revisaría el currículum para redefinir objetivos, procesos de enseñanza y métodos de evaluación. El Comité apuntó a garantizar una formación integral, para lo que se agrupó la formación en cinco áreas interdisciplinares. El accionar del comité no se limitó a esa primera reforma y para las siguientes medidas tomó como método de acción la investigación en territorio. Un segundo Comité trabajó en el estudio de la estructura del sistema. Una educación integral solo se conseguiría con un sistema integrado. Fue el Comité del Sistema Educativo el que propuso una estructura básica para todos los alumnos, de ocho años de duración. Como pauta, aspiraban a evitar que el sistema derivara una minoría de alumnos en forma temprana a los estudios de gramática (antesala de los estudios superiores) y una mayoría a la formación técnica, en búsqueda de habilidades concretas y manuales. Sin embargo, las derivaciones se mantuvieron, producto de las presiones de la época, en particular de las escuelas de gramática, sus sindicatos y las universidades. Hacia fines de los ’50, un tercer Comité aunó las propuestas y propuso que la enseñanza obligatoria integral se extendiera por nueve años y que los primeros cuatro grados fueran comunes a todos los alumnos. Ya en quinto y sexto, los alumnos podrían optar entre materias prácticas e idioma extranjero y entre séptimo y noveno se elegiría entre una formación práctica, una intermedia (con una lengua extranjera) y otra intensiva (con dos idiomas además del nativo).
Parte de esas ideas cuajaron en los años ’70 en el proyecto Peruskoulu que radicalizaba la idea de formación integral. Todos los niños del país debían completar una única formación integral durante nueve años. Se eliminaban así las vías de opción al cuarto y séptimo grado. Las escuelas quedaban a cargo de las comunidades locales. En un primer momento transicional, el sistema operó con grupos de trabajo por niveles (básico, intermedio y avanzado) para el área de matemáticas entre séptimo y noveno grado, jerarquía que se eliminó en 1985, privilegiando el trabajo en un único grupo. En la década del ’80 también se inició un sistema de investigación y desarrollo para mejorar los métodos de enseñanza-aprendizaje. La psicología cognitiva, el constructivismo y las neurociencias apoyaron la argamasa de investigación y producción. Como suelen decir los finlandeses, las bases de la reforma no las inventaron ellos.
Todo ese proceso de debate y discusión fue sentando las bases del proceso de reforma de los años ’90, cuando la serie de cambios que se gestaban tomó forma definitiva. La investigación científica concreta fue el soporte del cambio: estudiar para conocer, conocer para transformar.
Poco, sólido e integral
Entre inicios y mediados de los ’90 se implementó una segunda fase en la reforma que le otorgó un rol de mayor innovación a las escuelas, docentes y directivos para trazar sus propias estrategias de enseñanza-aprendizaje y también para diseñar el entorno. Si tuviéramos que resumir el modelo, en primer lugar, Finlandia va a contramano de la tendencia a la masificación del nivel inicial. Mientras la obsesión argentina es cómo introduce en la escuela a los niños de tres años sin tener la infraestructura siquiera para los de cinco, en Finlandia la escolaridad se inicia recién a los 7 años de edad: a los 4 y 5 menos de la mitad de los niños están escolarizados. En la primaria, que dura seis años, los alumnos trabajan para la mayoría de las materias, con el mismo maestro y no con un maestro por grado como en nuestro caso. Estabilidad emocional y seguridad son los dos ejes de aquel esquema de trabajo. Se permite así un trabajo individualizado: el grupo conoce al docente y el docente al grupo. Hasta 5º grado no reciben calificación numérica alguna. La jornada escolar es de seis horas y media con un intervalo destinado al almuerzo de 30 minutos. El Estado provee del material didáctico a los niños, el transporte y facilita el acompañamiento fundamental de la familia. Mientras en Argentina la Asignación Universal por Hijo no le permite vivir a nadie, el sistema social finlandés contribuye con ayudas oficiales a las familias para que pueden conciliar su trabajo y la atención de sus hijos.
Durante los primeros años de la escuela primaria, el número máximo de alumnos por curso no puede sobrepasar los veinticinco y en el grado se cuenta con toda una serie de profesionales que apuntalan las necesidades especiales de los niños con dificultades. Los que muestren dificultades en el aprendizaje de la lecto-escritura pasan a trabajar en grupos de cinco y con un docente especial en la misma aula. Todos los salones están equipados con tv, pc, dvds, bibliotecas, proyectores entre otros. Inclusive la infraestructura escolar es diseñada y consensuada con los docentes, alumnos, padres y comunidad a partir de las necesidades de los niños.
Además, los estudiantes finlandeses vienen trabajando, durante los últimos años, con un método denominado “phenomenon learning”, método que se está extendiendo a partir de 2016 a todas las materias. El mecanismo consiste en que los estudiantes elijan un tema de su interés para trabajar “transdiciplinariamente”. Buscan así superar el estancamiento en el rendimiento que se registró en las últimas las pruebas PISA. Tal como los mismos finlandeses lo presentan, la clave de su éxito inicial fue reducir la brecha entre altos y bajos rendimientos en las distintas escuelas del país y un sólido trabajo en lectura, matemática y ciencias. Sin embargo, todos coinciden en que buena parte del éxito del sistema se encuentra en los docentes.
A años luz
Efectivamente, la formación docente es una de las claves. Se dice que se ponen a los mejores docentes (los graduados con mejores calificaciones) en los primeros grados. No importa si es o no cierto. Lo importante a retener es que son conscientes de que, en esos primeros años, se juega buena parte del futuro escolar de los niños. Es ahí cuando se aprende lo fundamental, la base sobre la que se apoyarán los aprendizajes futuros porque se realizan las conexiones mentales fundamentales. Se busca asentar una base común que iguale todas las condiciones de aprendizaje posteriores. Mientras tanto, en Argentina usamos teorías en donde no hay que corregir los errores de los niños en los primeros años en algo tan básico como la enseñanza del lenguaje y que no importa si se adquiere lo fundamental porque en algún momento (indeterminado) eso ocurrirá mágicamente. Se postula una escuela inclusiva, pero sin dotarla de las herramientas necesarias para hacerlo: más de 30 alumnos, sin apoyo.
Los docentes son bien remunerados aunque sus salarios no son muy superiores a los de otros países de la OCDE con peores resultados. Claro está, se ubican a años luz de los nuestros, donde el docente promedio vive al borde de la pobreza. Se valora el tiempo de discusión colectiva en la escuela entre pares y con el equipo directivo. Nosotros en el mejor de los casos, introducimos 6 jornadas institucionales anuales (y cómo se ve ahora son materia de ajuste en el calendario escolar) y para un grupo de profesores, los que tienen cargo: una reunión semanal de hora y diez minutos (en CABA, por ejemplo) donde se discute sobre el mundo y sus alrededores.
Mucho se ha escrito sobre el proyecto de selección de los docentes. Que la clave está en que solo llegan a ser docentes los “mejores” se volvió una frase trillada. Lo cierto es que todos los docentes finlandeses egresan con estudios de postgrado y su formación inicial privilegia los conocimientos disciplinares y pedagógicos. Los ingresantes deben rendir una prueba de perfil para ser admitidos: una entrevista, clase pequeña sobre un tema, resumen de lectura de un libro y demostrar aptitudes artísticas (música o dibujo). A todo eso se agrega conocimiento en tecnologías y una prueba de matemáticas.
En su formación inicial, los profesores de secundaria tienen además de la formación disciplinar una alta carga de formación pedagógica, superior a las 1.400hs, y las prácticas se realizan en las escuelas dependientes de la Facultad de Educación. En esas escuelas, la relación alumno/profesor es aún más baja que en el resto. Se promueve que el perfil del docente se corresponda con el de un investigador, para que tenga la capacidad de innovar en su propia práctica. Pero esa virtud no va en detrimento de ser sólido especialista disciplinar. Por eso, incluso los docentes de primaria deben elaborar una tesina anual. La formación docente se proporciona en 8 universidades. En Argentina hay más de 1.300 institutos de formación docente, sin contar todas las universidades. En Finlandia, un 10% del tiempo de la maestría está dedicado al entrenamiento práctico. El salario docente reconoce una progresión ascendente entre permanencia en la carrera y pago. En términos sencillos: la antigüedad se valora, mientras acá pensamos en cambiarla por el “presentismo”.
El docente, entonces, es en Finlandia un investigador; ya su formación inicial lo prepara para ello. En nuestro país, ni siquiera se reconocen los estudios de postgrado: recordemos que en la Ciudad de Buenos Aires, un doctorado disciplinar (años de trabajo) otorga apenas dos puntos y una tesis de licenciatura, cero, contra cursos truchos que, en un día, entregan hasta 0,50.
¿Un millón de Finlandias?
Llegados a este punto, hay que preguntarse si el modelo finlandés es generalizable. En parte, la reforma se articuló para responder a una necesidad de fuerza de trabajo calificada muy específica, demandada por algunas empresas. Un proceso que se intensificó luego de la disolución de la URSS, cuando el pequeño país quedó sin rumbo, dada su alta dependencia de la economía soviética. El elemento central de la experiencia, entonces, se concreta en Nokia y un puñado de empresas. El semillero está allí para Nokia, Kone, Vaisala o cualquier otra firma asociadas al “triángulo del conocimiento”.1
Finlandia es un país pequeño (hoy cuenta con apenas 5,5 millones de habitantes) y se incorporó al sistema capitalista sobre una base centralmente agraria. Incluso, la historia de la principal empresa del país (Nokia) data de esos orígenes. Fue creada en 1865 como una planta de celulosa. La empresa se expandió del rubro de la silvicultura a la fabricación de piezas de goma, cables, eléctricos y generación de energía. Ya para la década del ’80 se había instalado fuertemente en telecomunicaciones. El corazón de la inversión de Nokia se ubicó en la innovación y desarrollo. Algunos aducen que su colapso también se encuentra allí: sus teléfonos eran innovadores pero más difíciles de manejar por un usuario promedio que el resto.
En sentido estricto, Finlandia no constituye un ejemplo revolucionario, pedagógicamente hablando. Como veremos en próximos artículos, los países que hoy la han superado, menos todavía: en el Extremo Oriente los métodos pedagógicos son mucho más atrasados. Esto apuntala una hipótesis: no es un problema pedagógico el que tenemos por delante. De hecho, la pedagogía finlandesa coincide en varios puntos con la estructura de la Ley Federal de Educación. La clave parece estar en otro lado: en la dinámica social que caracteriza a cada país.
Notas
1Nokia es ampliamente conocida. Kone es el cuarto fabricante mundial de escaleras mecánicas. Vaisala produce instrumentos de medición sofisticados.
Muy interesante y desideologizante también , dato que es necesario comprender la realidad de nuestra educación y aparte ver los pro y contra de la educación de Finlandia y sobre todo su historia educativa en como llegó a tener la educación que tiene sobre todo influenciada por el PC (partido comunista) y la influencia de la URSS en su historia.
Muy interesante artículo sobre el sistema educativo en Finlandia. Algunas preguntas y comentarios:
1. ¿Has actualizado este tema?
2. ¿Has trabajado sobre la educación en Corea, Japón y/o China?
3. Está implícito que ha sido (y aún es) el interés político, empezando por la cabeza, que la educación empieza por aprender a leer, escribir, aritmética y geometría. O sea, los llamados contenidos duros. De ahí, hasta donde se pueda. Cuestión que es diametralmente diferente por estos lares. Ni gobiernos o empresas, ni siquiera muchas familias prestan ya importancia a los contenidos duros.
4. Finlandia cuenta también con una de las empresas más importantes del mundo en fabricación de grandes motores (barcos, generación eléctrica): Wärtsilä. Eso también tiene que ver con definir ejes por dónde desarrollar tecnologías e industrias. Capitalismo de primer periferia, con calidad.