La verdad detrás de la imaginación pedagógica

en El Aromo nº 76

 

Sobre la destrucción de los CENS y el Estatuto Docente a través de los nuevos planes de estudios para adultos: el caso de FinEs 2

 

Carolina Martino

Grupo de Investigación de Educación Argentina-CEICS

 

Los nuevos “formatos” escolares para la educación de adultos son celebrados como una victoria frente a viejos esquemas ya obsoletos. Su mayor “flexibilidad” permitiría la inclusión educativa de una población con serias limitaciones para estudiar en las escuelas medias. Se trata, en realidad, de otro escandaloso embate contra la educación pública.

 

La educación de adultos bajo nuevos “formatos”, especialmente aquellos que son a distancia, es impulsada tanto por el gobierno nacional como por el PRO en la Ciudad: Encuentro, Adultos 2000, FinEs 1 y 2 y, ahora, la nueva secundaria on-line de Macri. Todos ellos se plantean como ofertas más “flexibles” que lograrían retener a una población con necesidades específicas. Se colocan en sintonía con los estudios educativos de la última década que postulan la educación a distancia o semipresencial como la alternativa de estudio ideal para erradicar el fracaso escolar de jóvenes y adultos. No obstante, la realidad es otra. Todos estos programas se enmarcan en una tendencia hacia la destrucción de las escuelas de adultos (Centros Educativos de Nivel Secundario-CENS) y su reemplazo por cursos cortos a distancia que, a la vez, constituyen un ataque al Estatuto Docente. Aquí analizaremos la ejecución del Programa Plan de Finalización de Estudios Secundarios 2, aprobado en octubre de 2010 (Resolución Nº 3520). Veremos otra prueba de la educación degradada que se les ofrece a los adultos, más barata y más efectiva en la producción de brutos. Quédese leyendo esta nota y vea la penosa realidad que se oculta detrás de un maravilloso pero irreal discurso pedagógico.

 

La escuela descartable

 

Lanzado como continuidad del FinEs 1 (iniciado en 2008), el FinEs 2 está destinado a jóvenes y adultos mayores de 18 años que no hayan cumplimentado el nivel secundario. A diferencia del primero, orientado a quienes sólo adeudan algunas materias, se trata, lisa y llanamente, de un secundario a distancia, aunque no se lo reconozca como tal. Según la normativa, tiene una cursada de carácter presencial: dos días por semana durante tres horas, 5 materias por cuatrimestre, tres años en total. ¿Qué docentes y qué escuelas? Nada de eso, se ofrecen a cambio tutores y sedes. Las sedes son, en su mayoría, organizaciones barriales, bibliotecas populares, clubs barriales, comedores, sindicatos, iglesias y unidades básicas del peronismo. Espacios que no cumplen ni siquiera con mínimas condiciones de higiene. ¿Y qué sucede con la calidad educativa? En el tiempo exprés del programa resultaría casi un milagro que se pudieran alcanzar algunos conocimientos básicos. Pero, además, tampoco existe garantía del uso que se le da a ese tiempo. Al respecto, un tutor de historia entrevistado por El Aromo que trabaja desde hace un año y medio en distintas sedes de Lomas de Zamora, señala:

 

“En historia tenemos quince encuentros. Tenés 30 hs reloj para enseñar una materia que es anual. No dan los tiempos para ver los temas de forma integral y evaluarlos. No terminás viendo el programa. Y a eso sumále que tenés que lidiar con lo que no se enseñó en el nivel previo. Me ha pasado tener que enseñar casi todo primero en segundo porque el profesor sólo les había enseñado peronismo. En esto incide también que el presentismo de los estudiantes no es una constante (…) hay estudiantes que vienen a la primer clase, dicen listo, con esto me manejo, y luego vuelven en la clase 14, 15 pidiendo ser aprobados como alumnos que vinieron siempre. Algunos profesores los aprueban igual (…) Tenemos un programa recortado, con tiempos recortados y además un margen del 30% para no asistir.”

 

La llamada “justicia curricular” tampoco fue invocada en el diseño del programa dada su total fragmentación. Esto se debe a que cada “tutor” que aspira a tomar un cargo debe presentar un proyecto pedagógico. El proyecto pedagógico, que no cuenta con instancia alguna de evaluación ni consideración oficial, hace que el contenido de los cursos dependa de cada sede y tutor, resultando no equivalentes a lo largo y ancho del país (más allá de que poseen validez nacional). Y si los contenidos dependen de las aspiraciones, las ganas y la ética del tutor, sucede lo mismo al momento de la evaluación:

 

“Desde el momento en que cada uno aprueba lo que quiere, evalúa o no, enseña o no, propone el proyecto que quiera y este no se evalúa, el FinEs es distinto en cada sede y en cada clase. Luego, la presencia de la evaluación sobre el aprendizaje del estudiante depende de la ética del docente (…) en algunos casos la evaluación de una materia concentrada son dos preguntas con libro abierto, en otros no hay evaluación. No hay una resolución, circular o normativa que establezca cómo evaluar, y cada uno puede poner en el proyecto que toma diez evaluaciones, pero de ahí a que lo cumplas… Vos podés dibujar la nota, la asistencia, porque no hay ningún tipo de seguimiento.”

 

No resulta extraño, entonces, que en un primer año realizado en una unidad básica se vaya a aprender la marcha peronista casi con exclusividad. No es broma…

 

¿Docentes? ¿Para qué?

 

Los tutores del FinEs 2 son, en la mayoría de los casos, estudiantes que aún no cuentan con su título de profesor. Por supuesto que también encontramos docentes recibidos, con trayectoria, que por la necesidad de trabajar aceptan las miserables condiciones impuestas por el programa. Los cargos se obtienen por el simple trámite de presentar un proyecto pedagógico, el cual ni siquiera es evaluado a la hora de la designación. No existe un orden mérito -como establece el Estatuto- sino un orden de inscripción al plan. Tampoco opera la ponderación de los antecedentes del docente y, mucho menos, su antigüedad (renovada cada dos años por el plan). A la hora de la designación, nadie sabe cuál es el orden establecido ya que suele no ser público. La realidad es que los cargos son frecuentemente arreglados con el “referente” de la sede, una especie de directivo-administrativo que puede ser, incluso, un estudiante del plan. Además de acomodar cargos, los “referentes” emplean distintos elementos de presión para que los docentes no reprueben a más alumnos de lo que las estadísticas oficiales necesitan. Con respecto al salario de los tutores, así como la mayor parte de sus condiciones laborales no están reglamentadas, la puntualidad en su pago tampoco. Suelen cobrar de forma mensual un incentivo que varía entre $50 y $100 pero, al igual que lo que sucede en el resto del sistema educativo, el salario es abonado recién al cuarto mes de trabajo. Muchas veces, las Secretarías de Inspección computan mal las horas cátedras asignadas, por lo que el tutor no sabe a ciencia cierta cuál será su salario a fin de mes.

Educar en una sede es mucho más rentable que sostener una escuela. También lo es sostener una educación con tutores en lugar de contratar docentes que, producto de su lucha histórica, han conquistado y defendido contra todos los embates de la burguesía su Estatuto. Por lo tanto, este sistema constituye un ataque directo al conjunto de la docencia. La tarea del tutor se ve reducida a un mecanismo de consulta-respuesta ante las dudas de los estudiantes que se acercan al conocimiento en forma individual. Esa es la razón por la cual no se requieren las pericias de un profesor que ha finalizado sus estudios, que posee antecedentes y antigüedad. Está claro que, en el futuro, las tareas que hoy desarrolla un tutor podrán resolverse en un chat on-line como los servicios de atención al cliente de las grandes multinacionales. Ahí está Macri con su propuesta de hacer el secundario por internet. Como consecuencia de ello, el FinEs 2 puede articularse completamente por fuera de lo establecido por el Estatuto sin mayores inconvenientes. La razón es sencilla: sus trabajadores no son docentes. No sólo porque no necesitan de un título para ejercer (más allá de que lo tengan) sino porque las tareas concretas que desarrollan han sido de tal manera vaciadas que ya no se corresponden con las de un docente.

 

La educación bajo los escombros

 

El FinEs 2, junto con los demás programas “sui generis” para jóvenes y adultos, se orienta a destruir los CENS. El peso que esta destrucción cobra se puede ver en unos pocos datos numéricos. Mientras que la provincia de Buenos Aires cuenta con 125 CENS en los que cursan 63 mil estudiantes, existen aproximadamente 150 sedes FinEs 2 solamente en Almirante Brown (único distrito para el que se dispone de información). ¿Por qué los jóvenes y adultos eligen el plan sobre los bachilleratos? Sencillamente, porque saben que es menos exigente. La supuesta “inflexibilidad” de los bachilleratos de adultos es sólo una excusa para ofrecer una educación degradada.

Por otra parte, es falso que el marco de los CENS carezca de flexibilidad. En la Ciudad de Buenos Aires, la resolución Nº 98/07 aprobó en los CENS el régimen académico de promoción por asignatura (en lugar de ser por año), un sistema similar al universitario. Allí los alumnos ya no “repiten”, porque las asignaturas aprobadas no vuelven a cursarse. El horario puede acomodarse a las necesidades laborales del estudiante, en tanto la asistencia se toma por materia y no por “día”: si alguien no puede venir a determinado horario o en determinado día, puede seguir cursando el resto de las materias. Asimismo, rige un sistema de equivalencias para los alumnos que acrediten la aprobación parcial de estudios de nivel medio. También cuentan con períodos de apoyo y acompañamiento para la evaluación y promoción de las asignaturas, destinado a los alumnos regulares que no aprobaron asignaturas, quedaron libres por inasistencias o, habiendo finalizado el tercer ciclo, adeudan asignaturas para finalizar sus estudios. Sumado a esto, los mismos docentes de los CENS brindan tutorías durante el cursado de sus materias, en el marco del Plan de Fortalecimiento Institucional. El régimen de inasistencias es amplio y puede discutirse según las necesidades del alumno, como sucede con las alumnas madres. Por otra parte, muchos CENS cuentan con guardería-jardín para los hijos de las alumnas, que pueden cursar dejando a sus niños con profesionales. El problema de los CENS no es su falta de flexibilidad: es que sigue siendo una ESCUELA, es decir, con sus limitaciones, sigue ofreciendo una calidad mínima infinitamente superior a cualquier “plan” o “programa”. Y por supuesto, es más cara, porque la buena educación exige inversión y gasto.

Los nuevos programas para la educación de adultos se vienen desarrollando como un circuito paralelo, desconociendo la estructura institucional existente y las conquistas laborales de los docentes. Gracias a ello, se ha ido construyendo una maquinaria de certificación exprés que garantiza buenas estadísticas pero cada vez más pobres resultados. La imaginación pedagógica crea falsas ilusiones sobre un sistema educativo cada día en mayor decadencia. Cree que estas formas más “flexibles” vienen a dar una respuesta a problemas de larga data. Sin embargo, no es ni más ni menos que una fachada detrás de la que se arrastran los escombros de la educación. Está en nuestro poder ser cómplices o tomar las riendas del cambio educativo. La última opción supone exigir inmediatamente el cierre del Plan FinEs y de todos los formatos de esas características así como el respeto absoluto al Estatuto conquistado por los docentes.

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