EE.UU. al borde del desempleo estructural

en El Aromo nº 66
a66reginaOsvaldo Regina
Colaborador externo

¿Cuáles son las consecuencias en la clase obrera de la crisis norteamericana? ¿Podrá recuperar su nivel de empleo la economía yanqui? En este artículo, se ofrecen algunas respuestas.

La economía de los EE.UU. durante 2011 se siguió recuperando, aunque a tasas más bajas que durante el año previo. Salvo los bancos, las ganancias del resto de las empresas van al frente: en promedio, aumentaron 14% y los dividendos a los inversores 11%. El PIB creció 1,7%, cifra baja si se toma en cuenta que se viene de una caída del 3,5% en 2009 y que sugiere una tendencia a perder ritmo en el crecimiento de los últimos 16 años (ver gráfico sobre PIB). Observemos qué pasa en adelante.
Por su lado, el desempleo sigue elevado, aunque bajó a un 8,4% en marzo, desde el 10% que rondó en 2009/2010. La putrefacción creciente del mercado de trabajo se puede medir también por el 14,8% que representa la suma de desempleados, subempleados y marginalmente vinculados a la fuerza de trabajo (ver Bureau of Labor Statistics). Pero el diagnóstico oficial es pesimista. Para el Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, las “rápidas caídas en el desempleo resultarán ser las únicas a menos que se acelere el crecimiento económico”. Pero “incluso si la causa primaria del elevado desempleo de largo plazo es la insuficiente demanda agregada, si los progresos en la disminución del desempleo son muy lentos, los desempleados de largo plazo verán sus habilidades y sus vínculos con la fuerza de tra-bajo atrofiarse más, convirtiendo posiblemente un problema cíclico en uno estructural”1.
Es clara la advertencia de Bernanke, no sólo funcionario sino también un académico de nivel, en cuanto a la perspectiva desoladora de un desempleo estructural de largo plazo, condenando de por vida a millones de trabajadores del centro capitalista mundial a quedar marginados del mercado laboral y del salario2, con el consiguiente impacto hacia su degradación cultural y social.
¿Qué significa este pesimismo sobre el futuro del empleo en EE.UU.? ¿Cuál es el contexto estructural que subyace a esta coyuntura haciendo factible la tremenda pesadilla? Este problema pone en juego tres hipótesis generales.
La primera de ellas sostiene que la teoría económica atraviesa una crisis originada en la inviabilidad de la receta keynesiana para seguir sosteniendo el pleno empleo sin generar inflación. Específicamente, un aspecto del problema radica en que la principal receta de política económica derivada de la teoría macroeconómica de raíz keynesiana, que el Estado aumente su gasto cuando los capitalistas lo reducen, no se pueden aplicar si el Estado ya no puede endeudarse más, es decir, si perdió la capacidad de funcionar con déficit y no consigue a nadie que le preste para continuar. De acuerdo con este abordaje, no es el capitalismo el que falla sino el conocimiento insuficiente que los economistas tienen acerca de cómo funciona.
En este particular, si bien se decidieron grandes subsidios y otros desembolsos desde fines de 2008, por la crisis financiera, generando déficits de un nivel sólo superado durante la economía de guerra entre 1942 y 1945 (ver gráfico sobre Dé¬ficit Presupuestario), la economía de los EE.UU. no parece al borde del default. En efecto, registraba a fin del año pasado 57% de deuda pública sobre PIB cuando el endeudamiento estatal yankee alcanzó un 98% del PIB al iniciarse la segunda posguerra, en 1946 (ver gráfico so¬bre Deuda).
¿En contra o sin posibilidad de pleno empleo?
La segunda hipótesis tiene como antecedente la teoría del “ciclo económico-político” formulado en 1943 por el polaco Michal Kalecki, economista de formación marxista y principal inspirador de la teoría que, desde 1936 se conoce como keynesiana. Kalecki dijo que, ante el temor al pleno empleo como caldo de cultivo de reclamos salariales y sindicatos fuertes, los gobiernos serían en general opuestos a impulsar el pleno empleo. “El régimen del ‘ciclo económico político’ sería un restablecimiento artificial de la posición existente en el capitalismo del siglo XIX. El empleo pleno sólo se lograría en la cúspide del auge, pero los auges serían relativamente moderados y breves”. Kalecki remata diciendo que “si el capitalismo puede ajustarse al empleo pleno habrá incorporado una reforma fundamental. De lo contrario demostrará que es un sistema obsoleto que debe ser abandonado”3. La expresión actual de este enfoque en EE.UU. es una política económica que, si bien expansiva, no lo es tanto como para forzar una recuperación seria del empleo.
La tercera visión del problema señala, justamente, que el capitalismo es un sistema obsoleto y debe ser abandonado. Es la visión de Trotsky en el Programa de Transición (1938), donde sostuvo que, vista la magnitud alcanzada por el desempleo masivo durante los años ’30, la década de la gran depresión, las fuerzas productivas habían cesado de crecer bajo el capitalismo, iniciándose un proceso de descomposición social de la clase obrera y, con ello, la disolución de las condiciones de la revolución proletaria. En efecto, la masa de desempleados retrocede brevemente para sumar cada década varios millones de nuevas víctimas, ello agravado por el crecimiento sustancial de la duración media del tiempo sin trabajo en los últimos años4. En este caso, no hay nueva teoría ni política de empleo del Estado burgués que pueda cambiar las cosas y la sociedad estaría expuesta a una declinación secular a menos que sus bases sociales y económicas sean revertidas por una nueva clase dirigente.
Todo parece indicar que, a partir de la crisis financiera en el campo del capitalismo desarrollado, la economía es otra vez esa ciencia lúgubre. A principios del siglo XIX, en tiempos de Malthus y Ricardo, los economistas preveían un déficit insalvable de tierras fértiles en relación con la cantidad de bocas para alimentar. Hoy, en lugar del hambre, se empieza a ver la conversión de amplias masas de trabajadores en parias sociales (“desempleo estructural”) sin que se conozca, ni tampoco interese conocer, una cura efectiva desde adentro del sistema.

Notas
1 Financial Times, 26-3-12.
2 Adviértase que el pesimismo de Bernanke no es “gratuito”: le justifica a la FED impulsar el consumo y la inversión cuando Obama se está jugando a la reelección y beneficiaría a los grandes bancos más golpeados por la crisis, si se aprueba una nueva tanda de emisión monetaria para sostener la liquidez del mercado financiero.
3 Kalecki, Michal: “Political aspects of full employment, Political Quarterly, vol. 14, 1943, pp. 322-331. (bajado en castellano desde www. eumed.net/cursecon/textos/kalecki/index.htm).
4 Véase Regina, Osvaldo: “La crisis está degradando a la clase obrera y a las condiciones objetivas de la revolución proletaria”, en El Aromo, nº 63.
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