Aprovechando la desidia nacional, provincial y municipal, el secretario general de la UOCRA Mar del Plata, Cesar Trujillo intenta mandar a la clase obrera al muere. Dice que improvisan un “paro a la japonesa” pero no hace más que salir a defender patrones.
El sector de la construcción es uno de los más golpeados desde hace décadas. Los obreros de esa rama vieron como sistemáticamente sus derechos laborales fueron pisoteados por peronistas, kirchneristas y macristas con la connivencia de la burocracia sindical. Ahora, el sindicato que debe defenderlos los usa para defender la ganancia capitalista. Por eso, Trujillo quiere a los laburantes donde le conviene al patrón: laburando, es decir, creando riqueza para otro a costa de la vida propia.
Mar del Plata vive una situación de extrema preocupación en torno al Covid-19. Los casos no paran de crecer desde hace meses y el municipio y la gobernación son los principales responsables. En ese contexto, Trujillo quiere que salgan a trabajar argumentando que la discontinuidad en las obras afecta a los puestos de trabajo y sus ingresos.
Efectivamente, en la construcción, las patronales cuentan con un beneficio garantizado justamente por la UOCRA: discontinuar la contratación, mientras los trabajadores viven del fondo de desempleo de la sindicato. Ese fue el beneficio con el que contó Techint, por ejemplo, que durante la cuarentena despidió 1450 trabajadores de sus obras. Los problemas que la burocracia encuentra hoy son producto de las leyes laborales que ellos apoyaron. Sin esa connivencia, aún con las obras paradas, los trabajadores deberían seguir percibiendo su salario. Hoy, en lugar de luchar para que las patronales de la construcción afronten el salario –o aunque sea, parte de él- durante la cuarentena, Trujillo exige que todo se “normalice” trabajando.
Para eso, Trujillo promete garantías sanitarias que sabemos que no se van a cumplir. Si hay un sector con precarización y superexplotación al borde de provocar el crimen de cientos y cientos de trabajadores al año, es la construcción. Obreros con más de diez horas al día subido al andamio, trabajadores sin contrato, accidentes laborales sin cobertura, despidos arbitrarios, aprietes por contrataciones, etc. etc. etc. Este sector jamás va a resguardar la salud de los trabajadores. No hay garantías siquiera de que cumplan los siempre insuficientes protocolos patronales. No alcanza con que los trabajadores no usen el transporte público. La inmensa mayoría no tiene obra social: en caso de contraer coronavirus es fácil imaginar que terminarían despedidos y sin cobertura médica.
La realidad es que se vende como huelga obrera una defensa a la patronal. Por eso la vicepresidenta de la Cámara de Desarrolladores Inmobiliarios, Florencia Miconi aplaudió la decisión de la burocracia de la UOCRA. Los patrones encuentran en los sindicatos aliados para dar continuidad a la explotación. No podemos aceptar que se nos use para defender los intereses de nuestros enemigos. No pueden saber cuáles son nuestros intereses quienes nunca se levantaron a las seis de la mañana a pedalear bajo la helada para llegar a la obra. Mucho menos quienes nunca tuvieron que esperar horas y horas una consulta pediátrica en un hospital, o salir a pagar carísimo el gas envasado para terminar el almuerzo. Se acuerdan de nosotros solamente cuando aplicamos como variable de ajuste: o nos recortan el sueldo o nos meten más horas de laburo, y a veces las dos.
Es hora de terminar con esta situación. No podemos exponer nuestra vida y la de nuestras familias para enriquecer patrones y burócratas.
Por un salario universal equivalente a dos canastas básicas para todos los obreros de la construcción.
Por la incorporación bajo contrato de todos los trabajadores en negro de la construcción