Una estrategia frente al derrumbe – Nicolás Grimaldi

en El Aromo nº 93

nicolas-maduro_-referendoUna estrategia frente al derrumbe. La crisis estatal en Venezuela y las tareas de la clase obrera

La clase obrera venezolana está dividida entre dos direcciones burguesas. Hay que unificar la fuerza provocando las rupturas en ambos lados.

Nicolás Grimaldi

LAP-CEICS


En los últimos días, se ha puesto sobre la mesa que lo que está sucediendo verdaderamente en Venezuela: un proceso muy acelerado de descomposición estatal. Por un lado, la oposición, que controla la Asamblea Nacional, buscaba impulsar un referendo revocatorio contra Maduro. Para ello, había logrado el primer paso, recolectar el 1% equivalente a unas 200.000 firmas, aprobado el 21 de septiembre. Por lo tanto, se disponía a realizar la recolección del 20%, unas 4.000.000 de firmas, en los últimos días de octubre. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral y el Poder Judicial, controlados por el chavismo, lo suspendieron, amparándose en una medida de los tribunales de Apure, Aragua, Bolívar y Carabobo, por irregularidades en la recolección de firmas del 1% del padrón. Como respuesta a esto, la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, propuso iniciar un juicio de responsabilidad política contra el presidente, acusándolo de romper el orden constitucional y por abandono del cargo, al haber viajado a una gira por los países de la OPEP sin autorización de la Asamblea Nacional.

Pero también el Poder Ejecutivo desconoce al Legislativo. Hace meses que la Asamblea Nacional fue declarada en desacato por el Poder Judicial, a través del Tribunal Supremo de Justicia. Es decir, la burguesía no logra garantizar el normal funcionamiento del Estado, volviéndose la arena de una pelea facciosa, entre los diferentes poderes estatales.A pesar de esto, la clase obrera no logra ocupar espacios.

Fuerzas en pugna

Esta situación derivó en una oleada de protestas por parte de la MUD, con al menos 39 detenidos y 20 heridos en Caracas durante la represión de las fuerzas de seguridad. En todo el país, hubo 120 heridos y 147 detenidos. En total, según la oposición, se movilizaron 1,2 millones de personas. Los principales conflictos se dieron en Táchira, Mérida y Sucre, además de Miranda. Estas protestas, fueron apoyadas por la Unión de Acción Sindical y Gremial (UASG), conformada por CTV, CGT, CODESA, UNETE, FADESS, MOSBASE, y CCURA. Recordemos que UNETE y CCURA fueron centrales sindicales creadas por el chavismo y que ahora están en la oposición. Vemos entonces, que las protestas de la MUD, cuentan con el apoyo de los trabajadores sindicalizados, mayormente estatales.

La MUD también convocó a una huelga de 12 horas para el 28 de octubre, pero “que todo el mundo se quede en sus casas”, como sostuvo el dirigente Chuo Torrealba. Respecto a esto, Marcela Máspero, presidenta de la Unión Nacional de Trabajadores (Unete) ex chavista y actual militante de Voluntad Popular de Leopoldo López, pidió a los trabajadores apoyar el paro. La Central de Trabajadores de Venezuela, también. Los empresarios de CONINDUSTRIA se pronunciaron por la libertad de acción. FEDECAMARAS, anunció que lo discutiría en cada empresa.

El chavismo reaccionó a su manera. FEDEINDUSTRIA y la Central Bolivariana no lo apoyaron, y esta última manifestó que auditarían las empresas para determinar si hubo o no adhesión. Por su parte, Diosdado Cabello, aseguró que tomarían aquellas empresas que paren. El PSL de Chirino emitió un comunicado sosteniendo que, si bien hay muchas razones para luchar, este no era un paro que responde a las pretensiones de los trabajadores, porque era convocado por partidos burgueses y patronales.1 Es decir, tuvo una posición carnera.

El paro terminó teniendo una adhesión escasa. En parte, afectó que Maduro anunció la suba del 40% del salario mínimo, pero también que la propia dirigencia que lo llamó, lo boicoteó, dando libertad de acción a sus afiliados. En el 2002, la burguesía convocó a un paro, se movilizó y terminó dándole un golpe a Chávez. En esta ocasión, pidió que los trabajadores se queden en sus casas. La izquierda debería haber adherido al paro, convocar a una movilización pidiendo la salida de Maduro, y rechazar a la MUD como dirección del descontento.

El chavismo también tuvo sus movilizaciones, aunque fueron menos convocantes que las de la MUD. Maduro aún cuenta con el apoyo de, al menos, los dirigentes de los partidos y colectivos agrupados en el Gran Polo Patriótico, aunque algunos comienzan a poner en duda su continuidad. Tal es el caso del partido REDES, con su dirigente Juan Barreto, ex alcalde de Caracas, quien sostuvo que Maduro no permite el diálogo con los movimientos sociales del Polo Patriótico, al mismo tiempo que dijo que Maduro debe “respetar el revocatorio, aunque no apoya las movilizaciones de la MUD.2 REDES agrupa a 4.000 colectivos, aunque el Polo Patriótico aún conserva la lealtad de los dirigentes de alrededor de 30.000. Es, ciertamente, una situación explosiva que ubica a trabajadores estatales de un lado y desocupados del otro. En general, por ahora ninguna dirección quiere un enfrentamiento abierto.

De la mano de Francisco

En su viaje, Maduro también se encontró con el Papa y miembros de la ONU. De allí surgió un diálogo en la Isla Margarita, con el enviado del papa Francisco, Emil Paul Tscherrig, nuncio apostólico en Argentina. Los partidos Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, y Acción Democrática, participaron del diálogo. En cambio, Voluntad Popular, de Leopoldo López, no lo hizo, poniendo como condición la liberación de los presos políticos. El Vaticano, junto al resto de los mediadores como el español Zapatero y John Kerry sostienen que es imposible realizar elecciones, porque la oposición no se podría sostener. En ese sentido, la propuesta del Vaticano es mantener una tregua entre la oposición y el chavismo, sin movilizaciones, sin un proceso eleccionario inmediato, y permitir la llegada de ayuda humanitaria. No se descarta tampoco que comience a plantearse la posibilidad de que las elecciones presidenciales se celebren para finales del 2017.3

Luego de este diálogo, Henry Ramos Allup, jefe opositor de la Asamblea Nacional, anunció que se postergaba el avance del juicio político a Maduro. Julio Borges, parlamentario opositor, presentó la solicitud para aplazar el juicio, sosteniendo que esperan que a partir del diálogo puedan adelantarse las elecciones presidenciales, nombrar nuevas autoridades electorales y recuperar la legalidad por parte de la Asamblea Nacional. Por su parte, el oficialismo liberó a cinco presos opositores: el dirigente del partido Avanzada Progresista, Carlos Melo, los asesores políticos de la MUD, Andrés Moreno y Marco Trejo, Ángel Coromoto Rodríguez, jefe de seguridad de Allup, y Andrés León, dirigente de la MUD. Allup también anunció que, por pedido del Vaticano, se cancelaba la marcha al Palacio de Miraflores, por primera vez la oposición marchaba hacia allí, convocada para el 3 de noviembre.4 Es decir, ante una crisis galopante del Estado, la oposición, el chavismo, el Papa y EE.UU., apuestan por reconstruirlo.

Sin embargo, cualquier reconstrucción del Estado, con o sin Maduro, debe avanzar en un sentido: la destrucción de los colectivos sociales. Estos colectivos, por presentar una vinculación no solo corporativa, aparecen como una forma de expresión política de la clase obrera sin una mediación estatal directa, más allá de que sus dirigentes se identifiquen con el chavismo. En ese sentido, la reconstrucción del Estado implica la destrucción de lo que el bonapartismo armó como fuerza de choque. Una estrategia revolucionaria implica defender los colectivos y orientarlos políticamente.

¿Camino a Siria?

Tanto la oposición como el chavismo, son responsables de la descomposición de la vida en Venezuela. Que el oficialismo es culpable no es ningún secreto. Pero la oposición también lo es, ya que gobernó y gobierna con el chavismo. En ninguno de los tres Estados y 76 alcaldías que gobierna la MUD, se ha avanzado en solucionar escasez de alimentos o permitir que los trabajadores ganen lo suficiente como para poder subsistir. Incluso, la oposición controla la Asamblea Nacional, desde este año, y no ha impulsado tampoco, por ejemplo, un aumento de sueldo por encima de la inflación real, ni ha pedido el cese del estado de excepción. El propio Capriles sostiene que de nada sirven los aumentos de sueldos, si la inflación sube por ascensor. Es decir, a pesar de sus disputas, el programa político de ambas formaciones políticas conduce al ajuste sobre los trabajadores.

La crisis venezolana ya no es solo económica, sino fundamentalmente política. El Estado ya no logra funcionar como tal, y la burguesía necesita resolver sus internas. Una tregua solo le permite ganar algo de tiempo. Tarde o temprano, el MUD o Diosdado Cabello van a tratar de imprimir un disciplinamiento de la población. No sería descabellado que, dentro de poco, haya un Siria en América del Sur. Las organizaciones de la clase obrera, aparecen fragmentadas en sus apoyos. Mientras los sindicatos apoyan las acciones de la MUD, la mayoría de los colectivos apoyan a Maduro, o al menos se reivindican chavistas. La única forma de romper esa alianza es unir a ambas organizaciones en la acción por sus reivindicaciones.

La izquierda en Argentina vuelve a lanzar consignas sin ninguna carnadura real, como quien desconoce el conflicto: “asamblea constituyente” o “constituyente soberana”. ¿Y quién va a llamar a dicha asamblea? ¿Para impulsar qué reivindicaciones? ¿Quién las va a defender?

La clase obrera venezolana está dividida entre dos direcciones burguesas. Hay que unificar la fuerza provocando las rupturas en ambos lados. Los colectivos son organizaciones que expresan un embrión de poder obrero y hay que impulsar un desarrollo que les permita superar las actuales direcciones.

Lo que requiere una intervención, ante todo, es establecer un pliego de reivindicaciones realmente sentidas por la población: 1. Rechazo a la tregua papal: el pueblo no puede esperar. 2. Cese del estado de excepción y plenas libertades políticas para manifestarse, 3. Por el fin del desabastecimiento y del hambre, por un control de la población de la comercialización y distribución de las mercancías, a través de los colectivos. 3. Por el aumento de salarios y el cese de los despidos. Toda empresa que no pague salarios y no tome personal será tomada por sus trabajadores. 4. Por el fin de la inseguridad, hay que desmantelar las redes de delincuencia y del mercado negro.

Sobre estos reclamos, hay que convocar a asambleas por barrio, por fábrica y por dependencia estatal (lo que incluye a los organismos policiales y militares). Los sindicatos y los colectivos deben participar. Que sean esas asambleas las que hagan cumplir esas reivindicaciones, sin esperar nada del Estado. Que garanticen, también, su propia seguridad, la de los barrios y la de quienes se van a encargar de llevar a cabo las propuestas.

Sobre esa base, se debe convocar un congreso nacional de movimientos sociales y trabajadores que discuta estas demandas y se dé un programa y una organización para garantizarlas en todo el país.

Notas

1https://goo.gl/CKFzL1

2ABC,14/07/2016; El País, 18/07/2016

3El País, 06/11/2016

4ABC, 1/11/2016

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