Nada se obtiene sin lucha, ni siquiera la posibilidad de subirse a un tren para poder llegar a Buenos Aires a cartonear. Vea cómo las principales conquistas de los cartoneros se consiguieron en tiempos del Argentinazo, siguiendo los métodos piqueteros.
Nicolás Villanova
TES-CEICS
El primer tren cartonero
La actividad cartonera mostró sus primeros síntomas de crecimiento sostenido en la década de 1990, sobre todo en las localidades más pauperizadas del conurbano bonaerense. En este sentido, no es casual que la mayor cantidad de cartoneros que recolectan en la ciudad porteña provengan de esos ámbitos. El principal medio de transporte utilizado para llegar a su lugar de trabajo es el tren. Los primeros en obtener un servicio exclusivo de trenes fueron los cartoneros provenientes de la localidad de José León Suárez. Desde principios de la década de 1990, un grupo de aproximadamente 15 personas subía a los furgones comunes de trenes para trasladarse con sus carros. Como eran pocos, en algunos servicios les permitían subir, sobre todo en horarios donde no viajaban muchos pasajeros. No obstante, dependía en gran medida de la buena voluntad de los guardas. Entre 1995 y 1996, los carros ya sumaban 100. Allí comenzaron los problemas con TBA.
La empresa intentó clausurar el traslado de carros en más de una oportunidad. Por su parte, los cartoneros eligieron una delegada, Lidia Quinteros, para que intermediara en las negociaciones con TBA. El primer acuerdo fue subir en tandas de 20 personas en tanto los furgones estuvieran vacíos, previo pago del boleto. La concesionaria intentó impedir nuevamente el traslado de carros cuando éstos ya sumaban más de 150. A partir de 1997, los cartoneros decidieron ejercer medidas de acción directa. El primer corte de vía fue en la estación de J. L. Suárez, mientras que los posteriores fueron en estaciones ubicadas en la ciudad porteña. La cantidad de manifestantes eran entre 200 y 250 personas. Luego de los cortes, en 1999, los cartoneros negociaron con la empresa y obtuvieron un tren exclusivo para ellos. La empresa les garantizó un total de 250 abonos fijos por mes. Ese mismo año, TBA tuvo que aumentar el cupo a 750 abonos, así como también, la cantidad de servicios.1
De todos los trenes cartoneros, el ramal con mayor organización fue el proveniente de J. L. Suárez con una estructura jerárquica. Antes de obtener el servicio exclusivo, los barrios de Cárcova e Independencia tenían su delegado. A partir de la existencia del Tren Blanco, cada estación tenía su representante, cuya tarea consistía en garantizar que todos los cartoneros estuvieran subidos al tren antes que éste se pusiera en marcha, impedir problemas en las estaciones y prohibir la permanencia de niños menores de 15 años en el transporte. Esta última función se efectivizó una vez que los cartoneros de J. L. Suárez lograron que el Municipio de San Martín incorporara una guardería y comedor para sus hijos en el barrio Cárcova, con posterioridad al 2001. Los delegados también eran los encargados de certificar que todos los pasajeros tuviesen el pago del abono al día. Cabe destacar que la mayoría de los delegados eran mujeres que habían sido manzaneras. Además de Quinteros, otra de las encargadas era Gabina Argañaraz, quien también fue manzanera y percibía el Plan Barrios Bonaerenses por un monto de 450 pesos, que posteriormente fue reducido a 250 pesos. Con la crisis, en 1998, tuvo que dedicarse al cartoneo.2
Como vemos, con anterioridad a la insurrección del 2001, los cartoneros de J. L. Suárez se organizaron y movilizaron para obtener un medio de transporte exclusivo que los trasladara hasta el centro porteño. Al igual que el crecimiento del movimiento piquetero, el desarrollo organizativo de los cartoneros del Tren Blanco fue paralelo a la crisis del asistencialismo duhaldista, cuya expresión fue la debacle de la estructura de las manzaneras. Ante esa ruptura, ciertos dirigentes se volcaron a movimientos que actuaron con una creciente independencia de clase.3 El protagonismo femenino dentro del activismo cartonero es otra de las coincidencias con el movimiento piquetero.
Piquete y cacerola
Luego de la insurrección de diciembre de 2001, los cartoneros provenientes de J. L. Suárez unificaron su lucha con los recuperadores procedentes del ramal Tigre para obtener un tren exclusivo. Ambos grupos, a su vez, estrecharon vínculos con las asambleas populares con quienes protagonizaron varias acciones por diferentes reclamos. Por ejemplo, en el mes de agosto de 2002, los cartoneros del ramal Mitre con destino a Tigre cortaron en reiteradas oportunidades las vías a la altura de la estación Victoria para obtener un tren propio. Junto a ellos estuvieron presentes los recuperadores de J. L. Suárez, el Polo Obrero y asambleas populares. En una de esas acciones llegaron a manifestarse cerca de mil personas, con cortes de hasta 7 horas. Finalmente, los cartoneros del ramal a Tigre obtuvieron su Tren Blanco. Durante el mismo mes, los recuperadores de J. L. Suárez efectuaron otras medidas de fuerza por una mejora en el servicio, modificaciones en el horario de trenes y que el ferrocarril restableciera su parada en la estación Carranza. Todas estas acciones contaron con la participación activa de las asambleas.
A partir del año 2002, surgieron varios ramales con servicio especial para cartoneros, los ya existentes se incrementaron y se crearon otros que no fueron exclusivos pero garantizaban entre 2 y 4 vagones para los cartoneros (ex ramal Roca con destino a F. Varela y Korn). Dentro de los exclusivos (ex Sarmiento, Mitre y San Martín) hubo entre 2 y 8 servicios diarios. De todos estos, el único que hoy se mantiene vigente es el tren cartonero del ramal de la ex línea San Martín. Por su parte, el empadronamiento de recuperadores realizado durante el año 2003 registró un total de 4.784 cartoneros que volvían a sus casas en tren, cifra que representaba el 77% del total de los residentes en el conurbano bonaerense.
La alianza entre cartoneros y asambleas de Capital Federal se formalizó a partir de la creación de una Comisión de Vecinos y Cartoneros. Esta comisión surgió como idea durante la realización de la Asamblea Inter-barrial en Parque Centenario y se efectivizó luego de su ruptura y la conformación de la Inter-barrial de Asambleas Autónomas.4 Dicha comisión estuvo a cargo de Alejandro Tiscornia, miembro de la Asamblea de Saavedra, y compuesta por otras personas provenientes de las asambleas de Colegiales, Palermo, Belgrano, Villa Urquiza y Villa Pueyrredón.5 A su vez, este vínculo tuvo su expresión en las ollas populares en diferentes barrios de la ciudad, como por ejemplo en Barrio Norte, Belgrano, San Telmo, Once, Congreso y Colegiales. También hubo grupos de cartoneros vinculados con asambleas del conurbano bonaerense, como fue la experiencia de la Asamblea de Vicente López, cuyos miembros organizaron un merendero en la estación de Olivos para recuperadores que viajaban en el tren con destino a Tigre.
Uno de los resultados de este vínculo fue la implementación de un plan de vacunación antitetánica para cartoneros impulsado por la Asamblea de Colegiales en septiembre de 2002. Otra conquista, de la que también participaron cooperativas y cartoneros de otros ramales, fue la Ley 992 que permitió la actividad del cirujeo luego de haber estado prohibida desde 1977. Antes de la ley 992, los cartoneros sufrían la persecución policial en forma cotidiana, que derivaba en el cobro de multas o incluso el encarcelamiento. No se trataba solo de hechos aislados, sino que hay casos que dan cuenta de la complicidad de la policía y la empresa concesionaria de ferrocarriles. En tres ocasiones los cartoneros subieron al tren en J. L. Suárez, fueron trasladados sin parar hasta Retiro, donde los esperaba el personal policial. Como sostuvo la delegada Lidia Quinteros, fueron “presos por vagancia” a la comisaría.
Como vemos, el 2001 sentó las bases para la unificación de reclamos de grupos de cartoneros procedentes de diferentes localidades, así como también, para el establecimiento de una alianza con las asambleas. La incorporación masiva de trenes cartoneros y el permiso de la actividad fueron sin duda logros del proceso más general de movilizaciones.
Nada sucede en vano
Las jornadas del 19 y 20 de diciembre dejaron su enseñanza para el conjunto de los cartoneros. Para satisfacer demandas sólo existe un método: el piquete y la organización. A su vez, dieron lugar a la constitución de un movimiento cartonero independiente y una alianza con la pequeña burguesía, corporizada en las asambleas populares. Ese activismo cartonero creció en un contexto de articulación del Movimiento Piquetero. Incluso, los recuperadores participaron en acciones convocadas por organizaciones piqueteras como el Polo Obrero, el MIJD y CCC durante el 2002. En ellas incorporaron reclamos específicos de su actividad dentro de otras consignas más generales, como por ejemplo, pases libres para el tren y permiso para cartonear con carros tirados por caballos. No obstante, después de 2002 el movimiento cartonero entró en un proceso de reflujo, al igual que el proceso más general de luchas, que luego se acentuó a partir de 2008 con la cooptación de los recuperadores vinculados con las cooperativas y el cierre del tren blanco.
Notas
1 Entrevista a Lidia Quinteros el 15/10/2011.
2 Entrevista a Gabina Argañaraz el 15/09/2011.
3 Ver, Oviedo, Luis: Una historia del movimiento piquetero. De las primeras Coordinadoras al Argentinazo, Ediciones Rumbos, 2da ed., Buenos Aires, 2004.
4 La Inter-barrial de Asambleas Populares en Parque Centenario se constituyó el 13/01/2002 y funcionó durante todo ese año.
5 Entrevista a Alejandro Tiscornia el 22/10/2011. Tiscornia menciona que sus compañeros delegaron ese cargo en él puesto que conocía el fenómeno de los cartoneros a partir de una serie de notas y entrevistas realizadas a los mismos cartoneros provenientes del Tren Blanco.