Delegado en la Comisión de Cultura de la ANT
Por Fabián Harari
Como una metáfora de las tareas por hacerse, la VII Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados, Desocupados y Jubilados se dio cita en SASETRU. Esta fábrica vaciada por la patronal y puesta sobre sus pies por la clase obrera, es el trofeo de guerra de una lucha que tuvo que pasar por momentos muy duros. Las armas de su victoria fueron la resolución y la tenacidad puestas al servicio de un programa. En marzo, sus trabajadores acondicionaron el lugar para albergar a la instancia en donde lo más consciente de la clase obrera se reúne para realizar balances, sacar conclusiones y trazar una perspectiva de intervención a través de los métodos históricos de su clase, en particular, la asamblea. Esta tuvo un mérito insoslayable: plantearse detener la dispersión de fuerzas y ordenar las tareas de una coyuntura difícil.
La pausa en la tormenta se ha revelado más larga que lo esperado. El avance de la burguesía sobre las condiciones de vida de las masas dio rienda suelta a su destacamento de vanguardia: el asedio ideológico, la conquista de la conciencia de los trabajadores y de la población en general. Toda forma de protesta es transformada en un crimen. La avanzada pretende condenar a las nuevas fracciones que se incorporan a la lucha, en especial la ocupada. Este es el momento, entonces para el feroz combate cultural, que permita no sólo detener el avance del enemigo sino dar una discusión de cara a nuestras fuerzas que nos permita afinar las armas.
Varias organizaciones se plegaron a este clima ideológico. Faltaron a la cita el PC, el MST y el MIJD. En los dos primeros casos se trata de organizaciones que venían esperando el momento más propicio para abandonar la experiencia piquetera, sumarse al coro derrotista y correr con el progresismo. Abandonaron la ANT para intentar capitalizar alguna migaja de lo más miserable que ha dado la política argentina. En su momento exigían un “reconocimiento” a su combatividad como condición para formar parte de la ANT, a la que instaban a disolverse en la CTA. Ahora vienen (como la CTA) a enterrar a la corriente que dio origen al Argentinazo. Estas rupturas son parte de un proceso histórico necesario. Los dirigentes de la clase obrera deben seleccionarse en el tamiz de las oscilaciones de la lucha de clases.
Como contraparte, la Organización Cultural Razón y Revolución concurrió a todas y a cada una las asambleas. Nunca puso ninguna condición especial para participar. Nunca pretendió un lugar que no mereciera. Sin embargo, estuvo siempre e impulsó cada uno de los encuentros. Supo ser parte de la
construcción del programa de la ANT a partir del campo específico en donde se desempeña.
Sus diferencias las saldó en el seno de la asamblea y no atentando contra la herramienta de
los trabajadores en lucha. Esto obedece a una razón muy sencilla: Razón y Revolución defiende el programa histórico de la clase obrera allí donde se esté desarrollando. El 19 y 20 de marzo en SASETRU, como no podía ser de otra manera, estampó el presente con su delegación.
La asamblea pasada votó, por unanimidad, el mandato de crear una Comisión de Cultura. Se trata un órgano de discusión específico que le permita a la clase poner a su servicio a científicos, artistas y docentes, para que presenten combate a la cultura burguesa en forma centralizada, disciplinada, con un programa y mediante un plan de lucha específico. Sin embargo en un principio se resolvió que la
lucha cultural debía discutirse en una subcomisión dependiente de la Comisión de Juventud.
Los delegados de todas las organizaciones participantes en la (sub)comisión (Razón y Revolución, LuchArte/Polo Obrero, MTR- CUBa, MTL, SEA) acordamos exigir que se respete lo votado por cientos de delegados en abril pasado. Luego de dar un combate en el seno de la ANT, logramos funcionar como comisión. En el plenario final denunciamos el problema, exhortando a que se corrija este desacierto. Este dato pinta de cuerpo entero a un organismo vivo y vale como testimonio para aquellos que utilizan argumentos autonomistas para negar a los trabajadores la posibilidad de discutir en la Asamblea. La ANT puede cometer errores pero los sabe enmendar apelando a los métodos propios de la clase obrera: el centralismo democrático.
La comisión tomó la resolución de que la ANT debe dar una lucha contra la acción ideológica de la burguesía, denunciando la acción del Estado en las escuelas, a través de la “selección” de contenidos. Este documento, sin embargo, puede aún mejorarse. En virtud de la lucha contra la Iglesia, no hay por qué transformar una obra reformista como la de León Ferrari en una denuncia de su complicidad con el Estado capitalista. Entre las medidas de lucha se votaron: el apoyo a las luchas de la ANT y los trabajadores en general, la organización de una semana de lucha artística y científica, en el marco del IV aniversario del Argentinazo y la realización de una Jornada de Debate sobre Arte y Lucha de Clases para el mes de junio. Esta última actividad fue propuesta por los compañeros de LuchArte y la Sociedad Argentina de Escritores a instancias del debate que mantuvimos con ellos.
Dos fueron las discusiones que cruzaron las intervenciones. La primera se refería a la necesidad de la lucha ideológica. Los compañeros de LuchArte levantaban consignas puramente sindicales. Razón y Revolución explicó que la lucha cultural es la batalla por las ideas. El combate por mejores condiciones de vida abarca a todos los artistas e intelectuales, sin fijarse si sus producciones buscan o no embotar el cerebro de los trabajadores. Un sindicalista debe defender las mejoras para todos los obreros. No se puede pretender que un sindicato funcione como un partido. La lucha cultural, en cambio, implica precisamente el intento por llevar a la clase obrera del sindicalismo a la revolución. Si al primero no se agrega la segunda se convierte al partido en un sindicato. Resulta muy curioso la negativa a dar una lucha más allá de lo sindical en una corriente que organiza una mesa redonda con el título de No sólo de p(l)an
vive el hombre…
De aquí la discusión sobre la “libertad para el arte” sostenida por LuchArte. Otra vez: nadie puede exigir aquello que no tiene y ninguna organización que se reclame revolucionaria puede quitarse el derecho a la censura. La lucha de clases requiere una fuerte disciplina sobre todo en lo que tiene que ver con el problema de las ideas. ¿O van a esperar a instruir a los trabajadores en el ejercicio de la dictadura una vez tomado el poder? Si argumentan plena libertad ¿Por qué los videos de Ojo Obrero no producen un panegírico de Kirchner? La “libertad” tan mentada, más que un argumento meditado, parece ser una consigna destinada a silenciar el debate con el objeto de amontonar gente del más diverso pelaje bajo una misma nomenclatura.
Con los compañeros del MTR-CUBa, a pesar de nuestras diferencias, compartimos la necesidad de la lucha cultural y vale destacar la conducta y entereza política y moral con la que defendieron la existencia de la comisión. Las Jornadas de junio serán, entonces, un lugar privilegiado para llevar la discusión a todos los artistas e intelectuales y acercarlos al movimiento piquetero.