Temer logró hacer lo que Dilma no pudo: frenar su destitución. Sin embargo, la votación demostró un apoyo dividido y disperso entre muchos partidos. Las corporaciones, le siguen exigiendo que se profundice ajuste como garantía de su apoyo, aprovechando un momento de reflujo de la clase obrera.
Martin Pezzarini
Grupo de Análisis Internacional-CEICS
Finalmente, no hubo impeachment. El 2 de agosto la Cámara de Diputados de Brasil rechazó la denuncia de corrupción por los sobornos del frigorífico JBS contra Michel Temer. De todas formas, hubo votos contrarios dentro de la coalición gobernante, lo que da la pauta de cierta disgregación de dentro del bloque de gobierno. Así, el principal aliado del presidente, el PSDB, aporto 21 votos en contra, sobre un total de 47 bancas, y 4 ausencias. También sufrió, aunque en menor medida, pérdida de votos en su propio partido, el PMDB, que aportó 6 votos contra el presidente, 3 ausencias, y una abstención. Otro de los principales aliados, el DEM, sobre un total de 31 votos, aportó 5 votos contra Temer, sin contar a Maia, quien no votó por ser presidente de la Cámara. El PSD, puso 14 votos por el apartamiento de Temer y 1 ausente, sobre 38 votos. Los aliados menores, también dieron muestras de rupturas.
Puede verse entonces, una disgregación de votos y fracturas hacia el interior de los propios partidos, principalmente en el PSDB, lo que terminó mostrando que hoy por hoy son más aliados los partidos como el DEM, el PP, y el PR. En lugar de tener un apoyo centralizado en un solo partido, los tiene ahora diseminado por varios agrupamientos. Para evitar un exilio mayor de votos, Temer incurrió en una práctica habitual de la política brasilera, en que la que también incurrieron Dilma y Cardoso: realizar lo que se conoce como “enmiendas parlamentarias”. Básicamente, se trata de la distribución de dinero entre los legisladores para que estos realicen obras en sus distritos electorales. Es decir, Temer “compró” la votación, mediante la utilización de recursos estatales por un total de 4.000 millones de dólares. También, se ganó los votos de la bancada ruralista a través de la condonación de las deudas para el sector agroexportador. El resultado garantiza que la denuncia por corrupción que el fiscal formuló contra Temer sea archivada y sólo pueda ser retomada cuando el mandatario entregue el poder, el 1 de enero de 2019. Vale aclarar que aún puede haber nuevas denuncias por corrupción presentadas por la Procuraduría, e incluso el propio Congreso podría iniciar un proceso de impeachment, aunque requiere de la aprobación del principal aliado de Temer, Rodrigo Maia. De todas formas, este último sostuvo que “crearía inestabilidad política” el intnto de derrocar a Temer, luego de que la poderosa Orden de Abogados de Brasil lo “apurase” para que apruebe un pedido de juicio político.[1] Consumada la votación, la FIESP sostuvo que “se había superado una etapa de crisis”, y que había que “comenzar a trabajar en el futuro”. De todas formas, la entidad ya le había marcado la cancha y el programa al Gobierno unas semanas antes. En relación a una eventual suba de impuestos, que contemplaban la suba de ganancias y combustible, la entidad rechazó cualquier impuestazo, se reunió con los funcionarios, y salió a reclamar que el gobierno debería proseguir con el recorte de gastos, incluyendo personal estatal y en jubilación, y utilizar menos recursos con más eficiencia.[2] Vale recordar, que recientemente Temer debió elevar la meta del déficit fiscal en un 15%. Es decir, para seguir con la bendición de la burguesía, Temer debe profundizar el ajuste, que permita recuperar una economía que alcanzó picos históricos de retracción en 2015 y 2016, y mantiene altos niveles de desempleo e informalidad. Como parte de su plan, Temer prevé establecer un plan de privatización de 57 empresas en diferentes ramas.
De todas formas, existe un último elemento que es clave para entender la, por ahora, continuidad de Temer. Cuando se votó su suspensión, no se produjeron grandes movilizaciones, a lo que debe sumársele el fracaso del último paro. Dilma fue expulsada por una calle convulsionada, a diferencia de lo que está sucediendo hoy. Más allá del espaldarazo de la burguesía, Temer se mantiene en pie por el reflujo de la clase obrera. Diferente será el destino del presidente, si esta vuelve a inundar las calles.
Cuando todos los gatos son pardos
Pasada con éxito la discusión en torno a la suspensión y la reforma laboral, el Congreso está debatiendo una reforma política, algo que fue solicitado ya por la FIESP y la Confederación Nacional de la Industria. Al tratarse de una enmienda constitucional (conocido como PEC 77), requiere de una amplia cantidad de votos para ser aprobada, por lo que es producto de una ardua discusión. De hecho, el Congreso ya ha intentado votar algunas modificaciones, pero no pudo hacerlo.[3] Una de las primeras cuestiones a definir es el tema del financiamiento de las campañas. Luego de los escándalos de corrupción, la justicia prohibió el financiamiento de las campañas por parte de empresas, aunque sigue permitiendo el financiamiento a modo personal. La reforma buscaría crear un financiamiento estatal a través de un Fondo Especial de Financiamiento de la Democracia. El PT defiende esta modificación. Incluso, el propio Lula lo reconoció en una entrevista radial.[4] El PT propuso que el fondo sea del 0.5% de los ingresos netos, aunque esa cifra podría llegar a bajar a 0.25%. La distribución del dinero aún no está definida, aunque los criterios que se establecerían beneficiarían a los partidos más grandes. Un punto que está en disputa, es sobre la forma de elección. El PMDB y sus aliados, buscan implementar el sistema conocido como “distritao” donde entran solo los candidatos más votados. Actualmente, existe un sistema llamado proporcional, que funciona de manera similar al conocido como lista sábana. Las listas no son cerradas, por lo que cada votante elige al candidato que desee. Luego, se calcula la cantidad de bancas a repartir en relación a la cantidad de votos, lo que arroja la cantidad de votos necesarios para cada banca. Si, producto de un candidato muy votado, un partido logra sacar una buena cantidad de votos, esas bancas se distribuyen entre el resto de los candidatos. Esto permite, que un candidato arrastre tras de sí a más candidatos del partido, generando una sobrerrepresentación en la Cámara, como sucedió con el fenómeno del “Payaso Tiririca” que logró conseguir cuatro bancas más para candidatos menos votados del PR. El PT defiende este sistema, por lo que se ligó a algunos partidos aliados y también al PR, el PRB, o el PSD. Sí, los mismos partidos que votaron a favor de la continuidad de Temer. Una de las salidas más probables es llegar a un consenso de votación mixto, aunque el PT quiere se mantenga el sistema actual hasta su implementación. Otra de los planteo que hizo el PT, fue la de eliminar la figura del vice para todos los cargos ejecutivos, aunque aún no está resuelto. Finalmente, otros elementos que podrían aparecer en la reforma, serían reemplazar el actual sistema de coaliciones electorales, por un sistema de federaciones, con programas en común y más duraderos, el establecimiento de pisos electorales, un cupo de participación femenina, y una distribución proporcional por cantidad de votos del espacio en medios. Es decir, en Brasil se está discutiendo una reforma, que favorece a los mismos partidos de siempre, pero que busca volver más creíble y confiable el sistema. O sea, buscan recomponer el lazo entre la burguesía y las masas, cambiando para que nada cambie. Todo esto, a espalda de los trabajadores. El PT no solo participa en esta discusión, negocia con Temer y el PSDB, sino que también se alía con los que mantuvieron a Temer en el gobierno. Aquellos que llenaron páginas hablando de un PT víctima de un golpe, deberían de tomar nota de esta situación.
Esto incumbe también a la izquierda que consideró la salida de Dilma como un golpe llegando incluso, como el PSOL, a reclamar las “Diretas Ja” junto al PT. Hemos dicho más arriba que Temer se mantiene por el reflujo en que entró la lucha de la clase obrera. La primera tarea, pasa entonces por llenar el espacio vacío, mediante la reorganización de la vanguardia con un encuentro nacional de luchadores y militantes, que rechace la maniobra del Congreso y denuncie enfáticamente la complicidad del PT. La burguesía apunta a detener su crisis. No debemos permitírselo.
Notas
[1]Agencia Brasil, 21/08/2017
[2]FIESP, 20/07/2008; 21/07/2017; 02/08/2017; 08/08/2017
[3]Folha, 22/08/2017
[4]Folha, 24/07/2017