¿Sindicatos de izquierda y obreros radicales? Los sindicatos entrerrianos y su alianza política, 1936-1946
La alianza tácita del sindicalismo, la izquierda y la UCR, con sus horizontes en la representación exclusiva de los problemas económicos de los trabajadores en mano de los sindicalistas, con su negativa a la participación política y contención al desarrollo de otras estrategias, dejó al radicalismo como beneficiario en ese campo de la lucha.
Rodolfo Leyes
GICOA-CEICS
El 18 de marzo de 1943, Juan Balsechi, tal vez, el más destacado sindicalista de la provincia de Entre Ríos, fue excarcelado por la Justicia, que lo tenía preso desde hacía unas semanas por un conflicto en el puerto de Concepción del Uruguay. El mismo día de su libertad, compartió tribuna con el Senador provincial y Presidente de la UCR de C. del Uruguay, Isidoro Neyra, el ingeniero Fermín Garay (candidato radical a vicegobernador en las elecciones de ese año) y el Senador Nacional Dr. Gabriel Oddone. El director del escuadrón de Zapadores del Ejército decía que su presencia: “fue anunciada por los altoparlantes instalados en el lugar, siendo saludado entusiastamente por los comensales que, de pie, dieron vivas por el `camarada mártir de la prepotencia del Partido Demócrata Nacional´.”1
La escena, recortada del contexto histórico, incluso del camino recorrido por los sindicalistas “revolucionarios” entrerrianos, suena desencajada. Sin embargo, es la exteriorización de una estrategia de construcción sindical y política que había convivido simbióticamente durante la década del `30 y es, posiblemente, el motivo que explica el choque que tendrán los sindicalistas independientes con las autoridades de la Revolución de Junio.2
La relación en cuestión se basó en dos principios sencillos, siempre implícitos y sólo exteriorizados por los enemigos de uno y de otro: respeto de la independencia sindical y control del movimiento obrero. Los sindicalistas puros3, obtenían mediación del Estado y el reconocimiento del sindicato como organización de representación de los intereses obreros. Es decir, un lugar en la mesa de negociación y el respaldo a su organización. Los radicales respetaban la vida interna del sindicato, siempre que este no tuviera tendencias revolucionarias, como demostró la represión a los anarquistas de Diamante en 1937 o a los comunistas en repetidas oportunidades.4
Por su parte, los radicales encontraban en los sindicalistas un lugar dónde hacer pie en la organización obrera, dispuesta a llegar a acuerdos siempre que se respetara su independencia. Así, los sindicalistas eran un freno al desarrollo de otras estrategias obreras más confrontativas, un seguro para la contención del malestar y un puente con el movimiento obrero. Unos conseguían el fortalecimiento de la organización sindical, otros controlar el conflicto social y respaldo popular.
Otro puente con la burguesía: El Frente Popular.
Lo señaló en su momento Hiroshi Matsushita: el año 1936 es un parteaguas en la relación que el movimiento obrero organizado –partidos obreros y sindicatos- frente a los partidos patronales. La discusión por la construcción de un Frente Popular se ve precipitada por la circunstancia de la Guerra Civil española, que tocó de cerca a miles de habitantes en la Argentina. Asimismo, la aparición pública de una extrema derecha vinculada a los conservadores agitaba el fantasma del fascismo por estas pampas. Así es que la unidad de los “sectores populares” que defendieran las libertades democráticas se manifestaba públicamente.
Los ánimos se caldeaban y todos los partidos replicaban a nivel local lo que era la disputa mundial entre los herederos de la Revolución Francesa y sus detractores. Realmente, la Guerra Civil española fue antesala de los acontecimientos mundiales en la lucha anti-fascista. Cuando se declaró la Segunda Guerra Mundial, las posiciones se polarizaron mucho más. En mayo de 1943, se realizó un acto en Concepción del Uruguay, organizado por la Juventud Democrática y la participación de la UCR, PS, PC, Acción Argentina, Comité ayuda a los países democráticos, Junta de la Victoria, Centro de Empleados de Comercio, Unión Obrera Departamental local y ATE. Balsechi era uno de los oradores y Uranga, de la UCR de Paraná, el otro destacado.5 Este cuadro pinta el tamaño y la composición de la fuerza anti-fascista provincial.
Pero lo más interesante es que la situación mundial ayudó al despliegue de una estrategia de acercamiento entre los partidos de izquierda –sean revolucionarios o no- y los partidos burgueses “democráticos”. Lo que fortalecía en el plano político una alianza tácita formada al calor de la coyuntura económica, política y social. En marzo de 1943, por primera vez, tras décadas de política anti-partidaria, aparece una propaganda electoral en el órgano de la Unión Obrera de la Provincia de Entre Ríos: “Por el libre desenvolvimiento de los derechos sindicales, todos los hombres libres y los trabajadores conscientes, cumplan con el deber de votar la formula de la libertad y la democracia. LAURENCENA-GARAY [UCR]”.6
Demoliendo alianzas
Cuando se produce el golpe de 1943, los militares, luego de intervenir la provincia y desplazar a las autoridades elegidas, obturando finalmente la llegada al poder de la fórmula Laurencena-Garay que habían ganado las elecciones, comenzó una fuerte persecución contra el movimiento obrero. Pero el objetivo, dentro de la estrategia de poder era, además de la obvia intención de descabezar la oposición obrera, romper con las bases de la alianza sindicalistas-radicales.
Así, los obreros pertenecientes a la Unión Obrera de la Provincia de Entre Ríos sufrieron encarcelamientos y persecuciones. La defensa de la libertad sindical, la independencia del Estado de la vida interna era opuesta a los planes de estatización que planificaba el gobierno golpista. Por su parte, los radicales, que habían mantenido el poder desde la Ley Sáenz Peña, fueron dejados de lado en el armado de poder local. Y algunos de sus cuadros políticos golpeados, con el paradigmático caso de la clausura del diario paranaense El Diario, que oficiaba de vocero del radicalismo, e incluso, el encarcelamiento de algunos de sus referentes, como Silvano Santander y el propio hijo de Laurencena.7
Las vacantes
La existencia de esta alianza tácita significó un obstáculo para los militares, y para el incipiente peronismo. La maniobra represiva ya fue relatada, sin embargo, sabemos que no sólo a base de violencia se construye la hegemonía, por lo tanto, los mecanismos de consenso serán tema de otra nota. Pero sí, debemos agregar que esta alianza tácita, con sus horizontes en la representación exclusiva de los problemas económicos de los trabajadores en mano de los sindicalistas, con su negativa a la participación política y contención al desarrollo de otras estrategias, dejó al radicalismo como beneficiario en ese campo de la lucha.
La llegada de la estrategia peronista –estatización de los sindicatos a cambios de algunas mejoras económicas- y su pasaje a la lucha política con la consabida formación del “Partido de los sindicatos”, el Partido Laborista, puso a los sindicalistas puros entrerrianos en un aprieto. Muchos de los promotores del nuevo partido eran conocidos en los medios sindicales de la provincia, en particular los telefónicos Luis Gay y su compañero Modesto Orozco, que habían sido asiduos visitantes en las giras de organización, participando en actos y otras actividades a lo largo de la década del `30.8
Para las elecciones de febrero 1946, Luis Gay tienta a Balsechi para que sea el candidato a gobernador postulado por el partido Laborista. La negativa por motivos ideológicos9, facilitó a miembros de la escisión radical, y ex miembros de FORJA, con Héctor Maya a la cabeza ocupar esos puestos políticos. Sin embargo, es sabido que los laboristas no lograron imponer a sus candidatos en ninguna provincia, salvo Buenos Aires, donde no promovieron un dirigente de las filas sindicales, sino al militar Mercante.
Detrás de los motivos ideológicos del grupo sindical de C. del Uruguay, lo que existía era la conciencia de reeditar la alianza tácita y no embarcarse en el nuevo escenario. En la contingencia de sostener alianzas, la dirección sindicalista entrerriana perdió las bases que se convirtieron al peronismo, aunque no en masa como se puede creer. Por ejemplo, en las elecciones, a pesar de ganar el laborismo, no hay dudas que hubo obreros votando en ambos lados.
NOTAS
1Argentina-Archivo General de la Nación. Departamento Archivo Intermedio, Ministerio del Interior, Comisión de Organización de Archivos. Secretos, confidenciales y reservados. Caja 7, Doc. 127.
3Usamos esta caracterización que es más ajustada a la realidad que la de sindicalistas “revolucionarios”, por ser el sindicato y la principal preocupación de su construcción.
4Alianza Libertaria, Buenos Aires, febrero de 1937.El Censor, Gualeguaychú, 03/02/1933.La Juventud, C. del Uruguay, 05/05/1942.
5Los Principios, circa Mayo 1943.
6El Despertar, Concepción del Uruguay, Órgano de la UOPER, 18/03/1943.
7El Diario, Paraná, 03/12/1944. El Litoral, Concordia, 08/08/1944. Ar-AGN. DAI. MI. COA. SCR. Caja 13, doc. 790.
8Unión Sindical, Buenos Aires, 15/05/1938.
9Arnaiz, María del Carmen, “Un Oasis en el desierto: La Unión Obrera Departamental de Concepción del Uruguay 1920-1943”en Di Tella, Torcuato (Comp.): Sindicatos como los de antes…, Buenos Aires, Ed. Biblos, 1993, pp.106, 110.