El principal déficit del ENM consiste en su incapacidad para lograr conclusiones obligatorias para sus participantes. No es un lugar donde se concluya nada, puesto que el consenso solo puede darse en torno a cuestiones extremadamente generales, que se resumen en expresiones de deseo. Su pretensión de horizontalidad sirve en realidad para su manipulación por parte del aparato político peronista y la Iglesia. La amplitud temática colabora en la creación de un gran caos del que poca cosa puede extraerse en concreto. La sensación que queda a quien realiza la experiencia es ambigua: por un lado, la felicidad de participar de un evento de importancia política nacional; por la otra, la de transitar dos días por un espacio informe y sin brújula. Tal vez llegó el momento de hacer encuentros más concentrados en su temática, con una organización verdaderamente democrática y una perspectiva más práctica.
Dolores Martínez González
Trece Rosas
El 14, 15 y 16 de octubre se realizó el Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de Resistencia, provincia de Chaco. Un grupo de diez compañeras de Trece Rosas participó de la experiencia. He aquí su balance.
¿Qué es el ENM?
En 1986 un grupo de mujeres que había participado el año anterior en la Clausura de la Década de la Mujer, en Kenia, decidieron impulsar un lugar de encuentro donde las muejeres se autoconvocaran para tratar la problemática específica en nuestro país. Es así como nació el Encuentro Nacional de Mujeres, una experiencia en la que todos los años miles de mujeres participan de diferentes actividades, se comparten vivencias personales y colectivas y se debaten las diferentes problemáticas que atraviesan las mujeres en todos los aspectos de su vida. Según las organizadoras la “modalidad del Encuentro Nacional de Mujeres es única en el mundo, y eso permite que cada año nos sumemos de a miles: es autoconvocado, horizontal, federal, autofinanciado, plural y profundamente democrático.”
El ENM funciona durante tres días una vez al año en distintas ciudades del país. Tiene un acto de apertura, una marcha y un acto de cierre donde se elige la siguiente sede. Se organiza en talleres con no más de 40 participantes y la tarea es discutir el temario propuesto para cada taller desde las experiencias personales, no es un lugar para presentar trabajos o investigaciones. El objetivo es lograr el consenso y no resolver una posición o medida. Los debates son sistematizados en las conclusiones del taller y deben expresar los acuerdos logrados o las diferencias manifestadas. Luego, la coordinadora de cada taller los suma al documento final.
En general, la organización es más bien caótica, superada por la magnitud de participantes. Muchos talleres se desdoblan espontáneamente o se transforman en una especie de asamblea sin ningún carácter resolutivo. A su vez, el hecho de que no se vote reduce al ENM a un espacio que moviliza a miles de mujeres de todo el país para no definir estrategias comunes ni acciones concretas. Aunque se reclama “horizontal”, los ENM dependen del aparato del Estado, en particular, de acuerdos con los gobernadores de provincia que auspician y reciben el evento, además de hacerse propaganda con él. Por eso, los puntos más controvertidos de todos los ENM son el circuito de la marcha y la forma en que se vota la siguiente sede. En el caso de la marcha, es común que la comisión organizadora decida que no se debe pasar por la casa de gobierno de la provincia o ciudad que es sede ni por la catedral. Normalmente, esto produce la división de la marcha. En cuanto al modo de votación de la próxima sede, se realiza en el acto final y se decide por un “aplausómetro”, cuyo calibre queda en manos de la reducida burocracia dirige el ENM.
Chaco 2017
El ENM de este año contaba con 71 talleres que incluían la maternidad, la organización barrial, política y sindical, la educación, políticas del cuerpo, economía, salud, aborto, violencias, prostitución y trata, por nombrar los más relevantes. De esta gran oferta, los talleres más convocantes fueron aquellos que abordaban la violencia contra las mujeres, el aborto, la prostitución y la trata.
En general, ciertos talleres llegan a consensos amplios porque en el fondo no hay mucho para discutir. Es el caso de los abocados a debatir la violencia en sus diferentes formas (la violencia obstétrica, acososos, maltratos, violaciones, femicidios, el acceso a la justicia y las estrategias de acompañamiento y contención a las víctimas). Lo mismo sucede con el de “Mujeres, Anticonceptivos y Aborto”, por lo menos hasta que entra la Iglesia y genera conflictos. Como consecuencia, el ENM no se pronuncia a favor del aborto legal, seguro y gratuito, aunque la gran mayoría de las mujeres que participan del encuentro militan la despenalización del aborto. Se trata de una concesión a la Iglesia.
Donde se produce un conflicto serio es en los talleres que debaten si la prostitución es o no un trabajo. La falta de consenso se puede ver a primera vista en la existencia de tres talleres para tratar lo mismo. Cada grupo, según sea regulacionista o abolicionista tiene su propio taller y no se cruza con los otros. Así, el taller “Mujeres Trabajadoras Sexuales”, organizado por AMMAR, sostiene la postura regulacionista. Aquí las representantes de AMMAR, Georgina Orellano, María Riot y Natalia Canteros, llevaron la batuta y plantearon las demandas del “sindicato”: derogación de los códigos contravencionales, reconocimiento del trabajo sexual, obra social, contra la estigmatización del trabajo sexual y la persecución policial. Hicieron mucho hincapié en la diferenciación entre trata y trabajo sexual. Muchas participantes realizaron preguntas, pero solo se respondieron aquellas que no ponían en cuestión el regulacionismo. Aunque insistieron con la defensa de la prostitución autónoma, en sus conclusiones Georgina Orellano explicitó su defensa del proxenetismo preguntando: “¿Por qué la puta no puede tener patrón y el resto sí?”
En el taller de “Mujeres, Trata y Prostitución” reinó la concepción opuesta, es decir, el abolicionismo. Las participantes más activas fueron compañeras de la Campaña Abolicionista Nacional, Elena Moncada, representantes de AMADH, del Plenario de Trabajadoras y muchas compañeras ex prostitutas que contaron distintas experiencias. Todas coincidieron en la necesidad de aclarar que el abolicionismo no criminaliza la prostitución, sino que acompaña a quienes la ejercen. El otro taller sobre el tema, “Mujeres, Trata y Explotación”, reunió tanto regulacionistas como abolicionistas. Todas coincidieron en condenar la trata, aunque se diferenciaron en considerarla o no sinónimo de prostitución.
Por un horizonte
El principal déficit del ENM consiste en su incapacidad para lograr conclusiones obligatorias para sus participantes. No es un lugar donde se concluya nada, puesto que el consenso solo puede darse en torno a cuestiones extremadamente generales, que se resumen en expresiones de deseo. Su pretensión de horizontalidad sirve en realidad para su manipulación por parte del aparato político peronista y la Iglesia. La amplitud temática colabora en la creación de un gran caos del que poca cosa puede extraerse en concreto. La sensación que queda a quien realiza la experiencia es ambigua: por un lado, la felicidad de participar de un evento de importancia política nacional; por la otra, la de transitar dos días por un espacio informe y sin brújula. Tal vez llegó el momento de hacer encuentros más concentrados en su temática, con una organización verdaderamente democrática y una perspectiva más práctica.