Sí al “modelo”

en El Aromo nº 62

Verónica Baudino
Grupo de Investigación sobre la Historia de la Burguesía-CEICS

La cercanía de la corporación con los gobiernos kirchneristas que se manifestó, en particular, en el apoyo ofrecido durante el conflicto del campo frente a la burguesía rural, motivó una valoración diferente de la corporación industrial. Ya no se trataría de “empresarios monopolistas anti-nacionales”, sino de una “burguesía nacional pujante”. No obstante, el programa y la estrategia desplegada y la composición de su dirigencia no evidencian cambios sustanciales con respecto al período 1966-1976.

La estrategia evidenciada en sus posiciones actuales expresa las mismas necesidades de salarios bajos, subsidios estatales y protección de mercado. La manifestación más reciente y resonante es el rechazo al aumento salarial del 40% del salario mínimo, vital y móvil pretendido por la CGT. Según Juan Carlos Sacco, directivo de la entidad “lejísimos está de nosotros ese número”.1  En un contexto inflacionario como el actual, la burguesía se beneficia con aumentos salariales por debajo del aumento de precios, disminuyendo de hecho los costos laborales. Así el pretendido progresismo de la burguesía nacional referenciada con el kirchnerismo basa sus ganancias principalmente en los salarios bajos.

En relación a la intervención estatal, la UIA recientemente se pronunció a favor de una corrección del tipo de cambio que “mejore transitoriamente una competitividad que luego se erosiona”.2  Asimismo, dirigentes de la entidad hicieron públicas declaraciones solicitando protección de la “competencia desleal” y un programa de sustitución de importaciones. Persiste así la necesidad de protección del mercado interno ante la competencia extranjera. La inflación aprecia progresivamente el tipo de cambio, abriendo paso a mercancías importadas con las cuales muchos de los capitales nacionales no están en condiciones de competir. Como medida para paliar la situación, la UIA defendió la utilización de licencias no automáticas para las importaciones, que restringen el ingreso de mercancías importadas.

En cuanto a la dirigencia observamos, hoy como ayer, que no son todos “grandes”. El Comité Ejecutivo asumido a principios de 2011 se compone por José Ignacio De Mendiguren, dueño de la pyme Texlona S.A., como presidente; Federico Nicholson, director de Ledesma y a la vez presidente del Centro Azucarero de Salta y Jujuy, como vice 1°, Luis Betnaza, mano derecha del dueño de Techint, como vice 2°; Juan Carlos Sacco, presidente de CONLATINGRAF, como vice 3°; Adrián Kaufmann Brea, ejecutivo de Arcor, como vice 4°; Cristiano Ratazzi, dueño de Fiat Auto, como vice 5°; Guillermo Moretti, dueño de la química GM, como vice 6°; Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), como vice 7°; Juan Carlos Lascurain, presidente de Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina, como vice 8° y Alberto Álvarez Saavedra, dueño de la farmacéutica Dador, como presidente PYMI. Se trata de una alianza entre grandes capitales con inserción internacional como Arcor y Techint, con capitales aparentemente grandes cuando se los circunscribe al mercado interno, como los asesinos de Ledesma, y capitales pequeños como Texlona.

La “nueva” dirigencia asumió en medio de una interna feroz entre dos líneas que difieren en su posición frente al gobierno: los “Industriales”, con Techint y Arcor a la cabeza, secundado por pymes del interior, y la “Celeste y blanca”, compuesta por empresas alimenticias como Deheza. La corriente “Celeste”, opositora al gobierno y cercana a la Mesa de Enlace, pretendía dar por terminado el acuerdo de alternancia entre listas, llamando a elecciones abiertas y cerrando el paso a los Industriales, a quienes correspondía el próximo mandato. Estaba en disputa la línea de intervención a seguir: a favor o en contra del gobierno. No obstante, en Industriales no todo estaba acordado: Techint militaba por una línea de dirigencia antikirchnerista. Finalmente, la crisis pudo campearse renovando las autoridades tal como estaba previsto. Así, los Industriales asumieron la conducción de la entidad, secundados por representantes de la lista “Celeste”. Primó así el sentido de unidad frente a la posibilidad de ruptura, aunque las diferencias políticas siguen vigentes. En efecto, mientras De Mendiguren vocifera su apoyo a la reelección de Cristina, directivos de la corporación critican sus declaraciones. Sin embargo, frente al resultado electoral y ante la amenaza de resfrío de Brasil (devaluación mediante), fueron todos a cobijarse junto a Cristina en Tecnópolis.

Notas

1 La Nación, 17/7/2011.
2 La Nación, 03/7/2011.

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