Por Nancy Sartelli.
Grupo de Muralistas Piqueteros de Razón y Revolución.
El 26 de abril pasado, la agrupación Octubre, del Centro de Estudiantes de Trabajo Social de la Universidad de Luján, realizó una Jornada por la Memoria y la Justicia en Cromañón. Fuimos convocados a participar con un nuevo mural. Como en aquel que realizáramos en Once para el primer aniversario del crimen, nuestra tarea fue poner en imágenes la situación más avanzada del proceso en el momento actual.
Los límites de la justicia (burguesa)
Como lo señaláramos en enero, una actividad artística que se ponga al servicio de la lucha no sólo debe reflejar el momento, sino también contribuir a impulsar el proceso hacia su resolución. Así dejará de estar meramente “al servicio” para ser parte misma de la lucha de clases. Por eso en el mural de Once, el dolor se transforma en lucha. Además del “fuera Ibarra”, la tarea fue enmarcar este crimen como parte de otros crímenes sociales del capitalismo, lejos de “masacres” y “tragedias”. Como ejemplos testigo allí estuvieron los mineros de Río Turbio, Santillán, Kosteki, y el señalamiento explícito de los culpables: Ibarra y Chabán junto a Duhalde, Juanjo Alvarez y por supuesto, Kirchner.
Lamentablemente, la burguesía ha sabido mantenerse en pie gracias a subterfugios propios de la politiquería más miserable (como el “plebiscito” de Ibarra) y al macartismo (por vocación o por ignorancia) que domina a muchos de los familiares y amigos de las víctimas. Mientras el primero ha generado cortinas de humo que permitieron ganar tiempo a los culpables, el segundo, por la vía del rechazo a los partidos de izquierda en nombre de la “no politización” del conflicto, no sólo ha provocado que uno de los hechos más políticos de estos últimos años pierda cada vez más su rumbo, sino que llevará la causa a su derrota al confiar en los partidos patronales. Como en el 2001, la carencia de programa lleva al proceso al aislamiento, al recordatorio en las calles con cada vez menos protagonistas y por ende la reconstrucción del poder burgués. El reclamo de “justicia” en abstracto marca sus límites: Ibarra sigue en su lugar, se libera a Chabán mientras se intenta encarcelar a los músicos. Ante el odio y el estupor, palos y policías son la única respuesta del gobierno. Así responde la justicia burguesa, aquella de quien espera la mayoría de familiares y amigos lo que sólo puede venir de la mano de la destrucción del capitalismo.
(Qué) Memoria y (qué) Justicia
Estos dos ejes de la jornada por Cromañón en Luján van indefectiblemente unidos. Si no se recuerda, no puede haber justicia. Pero la memoria no alcanza, porque a los hechos hay que explicarlos. Y depende de la explicación que se dé será la justicia que se exija. El gobierno ha utilizado todos los medios a su alcance para culpabilizar a las víctimas. Tanto a las “jóvenes madres inescrupulosas” que llevaron sus niños esa noche, como a la “desidia” de los padres que no averiguan adónde van sus hijos; al “infeliz” que prendió la bengala, como a los músicos que se sabían banda “bengalera”. Los dedos van de un lado hacia otro, pero siempre hacia abajo. Hoy, la batalla por las ideas quién explica Cromagnon y cómo- es fundamental para que el reclamo se transforme en justicia real. Es allí donde el rol de artistas y científicos de la clase obrera cobra nueva vigencia. Si la batalla hoy no está en las calles, entonces está en la cabeza conciencia- de la población. La única que podrá, programa de por medio, finalizar lo que quedó pendiente del 2001.
La batalla por las ideas
Reconstruir el capitalismo argentino en descomposición es la tarea fundamental de Kirchner; la formación de consenso en la población es una de sus estrategias. El mural de Luján quiere marcar este momento: la disputa ideológica como campo de batalla actual en la lucha de clases. Pensado como continuidad del mural de enero, casi son los mismos personajes los que nuevamente señalan a los culpables de siempre. La diferencia radica en que, en Luján, la burguesía se muestra en su acción ideológica. Kirchner, Ibarra, Alvarez, Duhalde y Chabán ocupan el centro arriba; por debajo, una cabeza anónima con la mirada expectante es el campo de la batalla. Desde ambos costados, dos fuerzas antagónicas avanzan hacia ese núcleo, disputándoselo. Dos señalamientos contrarios y explícitos marcan la tensión: el dedo de la burguesía señala a los culpables hacia abajo, el de la clase obrera apunta hacia arriba, directamente a los culpables. Sin dejar la movilización, la vanguardia del proceso avanza con su símbolo rojo de fondo, pero esta vez utiliza otras armas: el arte y la ciencia. La burguesía despliega también a sus intelectuales: la bandera argentina símbolo de “igualdad” y de “justicia”- será la herramienta eficaz, a través de los medios de comunicación, para culpabilizar a las víctimas socializando la responsabilidad del crimen. Mientras ella protege y escuda las caras visibles del poder, la burguesía en las sombras sigue yéndose bien argentina- con sus valijas repletas de dólares.
Mural en la UNLU
Qué lugar más estratégico para la batalla ideológica que la Universidad. Es allí donde se forman los cuadros intelectuales de la burguesía, pero pueden y deben ser arrancados de sus filas para sumarlos a las de la clase obrera. Oktubre, agrupación del Centro de Estudiantes de Trabajo Social de la Universidad de Luján, da una enorme batalla en ese sentido. Dentro de una carrera pensada por la iglesia y minada por criterios asistencialistas, lucha desde su formación para dar a Trabajo Social un contenido de clase. A su convocatoria respondimos los Muralistas Piqueteros de Razón y Revolución, unidad en la lucha común por desnudar este sistema descompuesto, derrotarlo y construir el socialismo.