Se acaban los huevos de oro – Luis Lozada

en El Aromo nº 84

pdvsa-2Ante el escenario actual Maduro ha planteado que la inversión social se mantendrá y que el gobierno y la economía están preparados para una baja aun mayor de los precios. La realidad demuestra todo lo contrario.

Por Luis Lozada (Colaborador)

Venezuela es un país tropical, y el Trópico es multicolor; sin embargo si hay un color de entre tantos que pintan sus paisajes y que define a Venezuela, es el color del petróleo. Lo que pase con el petróleo, un auge de los precios, una caída importante de los mismos o sencillamente el desarrollo de esta industria impactará significativamente en esta sociedad.
La reciente crisis que atravesamos es producto del agotamiento de la fuente sobre la que se basa el patrón de acumulación de capital en Venezuela: la renta petrolera. Ésta es la que permite poner en marcha a la economía y reproducir la vida de millones de venezolanos, por supuesto unos en mejores y otros en peores condiciones dependiendo a la clase social de pertenencia. Entender qué ha pasado con el petróleo, la renta y la industria petrolera per se desde un panorama general, nos dará algunas claves para entender mejor dicha crisis.

Más reservas… menos producción

Hace casi una década se certificaron las reservas de la Faja Petrolífera del Orinoco ubicando a Venezuela como la mayor reserva probada de oro negro del planeta, con un total de 297 mil millones de barriles. Eso daría, a una tasa de extracción de 3 millones de barriles por día, petróleo para más de 270 años. Esto, dependiendo de cómo se mire o se mida, nos dará luces sobre el verdadero potencial petrolero venezolano. Ciertamente tener reservas es sustantivo, y tener las mayores reservas del mundo aún más, pues confiere un peso geopolítico importantísimo, ya que toda empresa o país petrolera(o) no sólo produce sino que explora para conseguir nuevas reservas, sin éstas no hay producción posible. Pero en esencia las reservas son el potencial a futuro de extraer crudo, no hay una relación lineal reserva-producción. Una idea más completa sobre el potencial nos lo brinda el análisis del resto de los eslabones del negocio petrolero, a saber: la producción, la refinación y la comercialización.
En este sentido vemos cómo la producción petrolera en Venezuela en los últimos 16 años en lugar de aumentar ha disminuido de 3,16 a 2,89 millones de barriles diarios, a pesar de la rimbombante certificación y propaganda oficial sobre las mayores reservas del mundo y de que en diversos planes de PDVSA se establecía aumentar la producción a 5,8 millones de barriles diarios para el año 2012. Al no cumplirse esa meta, se reformuló a 4,7 millones de barriles diarios en 2013 y luego a 4,2 millones de barriles diarios en 2015, cifra que tampoco se alcanzará este año. Y la meta de los 6 millones de barriles diarios se postergó al año 2019. El argumento que dio Rafael Ramírez -ex presidente de PDVSA- para explicar estos niveles de producción fue la de ceñirse a la cuota OPEP asignada para Venezuela y así defender los precios, sin embargo entra en contradicción con los diversos planes de expansión volumétrica que aún mantiene esta empresa.
La contrapartida de la producción es el consumo interno y éste ha aumentado significativamente pasando de 393 a 703 miles de barriles diarios entre 1997 y 2013, es decir un aumento del 79%, entre otras cosas debido al subsidio del combustible más alto del mundo. Mientras el promedio mundial es de 1,41 dólares por litro de gasolina en Venezuela cuesta 2 centavos de dólar. Esto sin dudas es una transferencia de renta a las empresas, pero además de eso le genera pérdidas a PDVSA ya que el precio en el mercado interno es por lo menos 30 veces inferior a los costos de producción. Entre los años 2005 y 2013 el costo de producción supera al precio domestico por lo que la pérdida asciende a los 12 mil millones de dólares aproximadamente. En fin, una producción estancada por debajo de los 3 millones de barriles diarios y un consumo que ha crecido de tal manera deja menos barriles disponibles para la exportación, es decir, para la captación de renta. La exportación pasó de 3,02 a 2,43 millones de barriles diarios, es decir una caída del 20% entre 1997 y 2013.
La situación de la refinación no dista de lo anterior. El volumen de productos refinados en la nación se mantiene estancado alrededor de los 1,1 millones de barriles diarios. Esto si tomamos en cuenta que la capacidad nominal de refinación nacional (es decir sin incluir las refinerías que tiene PDVSA en el exterior) es la misma desde hace década y media (1,3 millones de barriles diarios) a pesar de los planes de expansión. Esto ha generado una disminución de las exportaciones de refinados. Mientras en el año 1997 se exportaron 200 mil barriles diarios de gasolina en el año 2013 sólo exportaron 36 mil barriles diarios, es decir una caída del 82% de este producto. Adicional a esto desde al año 2004 hasta el 2013 se importaron (sólo desde los EEUU según la EIA) componentes, aditivos y e inclusive gasolina por un monto aproximado de 9 mil millones de dólares.

Oleada rentista

A pesar de la situación de estancamiento de la producción y de caída en las exportaciones, Venezuela pudo compensar con creces esta situación debido al boom que experimentó el precio del barril desde inicios de la década pasada. Es decir, a pesar que hubo una caída volumétrica de las exportaciones el precio permitió multiplicar los ingresos de PDVSA. En 2001 los ingresos fueron de 44 mil millones de dólares mientras que para el 2013 fueron de 114 mil millones de dólares, es decir un incremento de 170%, de los cuales unas dos terceras partes aproximadamente se van en cubrir costos y gastos. De este último renglón los costos relativos a compras de petróleo y productos representan poco más del 50%. Esto se debe a las compras de crudo liviano que debe hacer PDVSA para alimentar sus refinerías en el exterior cuyas dietas no son de crudos pesados ni extra-pesados, es decir, no se alimentan de crudos venezolanos. Esta operación de compras de activos en el exterior y evitar el fisco nacional, producto de la internacionalización que se desarrolló en PDVSA en los años ‘80 y ‘90 aun en materia de costos sigue vigente. Pero adicional a eso como ya lo mencionamos para las operaciones de producción y refinación a nivel nacional PDVSA ha incrementado sus importaciones de crudos y productos.
No obstante lo anterior, el boom de los precios permitió una cuantía importante de divisas por concepto de regalías e impuestos sobre la renta de la actividad petrolera. Otra cuota importante fue directamente desde PDVSA a financiar el desarrollo social, pero que desde el 2011 se observa una contracción importante de este renglón. A pesar del mencionado boom la estatal petrolera partir del 2006 comienza un aumento significativo de su deuda financiera al pasar de 3 mil millones de dólares a 43 mil millones de dólares en 2013, es decir un incremento de 1333%. Si tomamos en cuenta las cifras de producción y refinación sabemos que la deuda no ha sido fundamentalmente invertida en dichas operaciones (la relación deuda/patrimonio paso de 5% a 51% entre 2006 y 2013), sino dirigida a financiar toda la inversión social que se la ha asignado a esta empresa y que va desde la importación de alimentos hasta la construcción de viviendas. Es decir a desempeñar el rol de caja chica del Estado para atender sobre todo a la población obrera sobrante que existe en Venezuela y que se reproduce gracias a la asistencia estatal.

Fin de la oleada

Todo este panorama se agudiza con la caída de los precios del crudo. Ya decíamos que Venezuela había sorteado su no incremento de la producción gracias al boom de los precios, pero ahora la situación es otra. La cesta petrolera venezolana (CVP) el año pasado cerró en 88,42 dólares por barril muy por debajo de los 117 que según el Deutsche Bank necesitaría el gobierno para equilibrar sus cuentas fiscales. El pronóstico para este año de precios que hace la EIA es de unos 58 dólares para el Brent, por lo que la CVP se ubicará alrededor de los 50 dólares a lo sumo de cumplirse este pronóstico.

La crisis mundial en 2009, lejos de lo que dijo Chávez en su momento que no nos afectaría, nos afectó aunque la economía y por ende las materias primas tomaron rápidamente un segundo aire. Desde esos años se vienen agravando los principales indicadores económicos como la inflación, escasez, déficit fiscal y crecimiento del PIB. Ante el escenario actual Maduro ha planteado que la inversión social se mantendrá y que el gobierno y la economía están preparados para una baja aun mayor de los precios. La realidad demuestra todo lo contrario. Estamos atravesando una de las peores crisis de los últimos 30 años con un gobierno que llegó al poder con un discurso anti-ajuste y anti-neoliberal pero al que su margen de maniobra (la renta) ya le acabó. Es sólo cuestión de tiempo para que lo aplique, aunque pareciera que su estrategia es ir aplicándolo por goteo.

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