La lucha teórica es la que permite dar una batalla por la hegemonía. En este terreno, quienes nos critican no solo han abandonado esa lucha, sino que, muchas veces han trabajado para el enemigo. Lo hacen a diario cada vez que trafican ideas burguesas a través de su nacionalismo ramplón, cada vez que alientan una lectura amable del peronismo, por su simple ignorancia de la Historia.
Marina Kabat
Razón y Revolución
Cuando todo falla, el último recurso al que se apela en una discusión contra RyR es el latiguillo “ustedes no luchan”. Es significativo que quienes realizan semejantes afirmaciones no puedan referir un evento reciente de la lucha de clases en la Argentina donde RyR no estuviera presente. Participamos de todas las ANT (en las cuales pusimos nuestro aporte al programa), somos organización convocante (y aportante) en todas las movilizaciones importantes, intervenimos gremialmente en los espacios laborales donde estamos insertos, hicimos campaña electoral por el FIT sin pedir nada a cambio y llevamos solidaridad política y material en cada una de los conflictos importantes (como el más reciente de AGR-Clarín). En todas estas actividades, RyR se destaca siempre por su militancia. No vamos a las marchas a hacer turismo. No damos por cumplida nuestra tarea con solo mostrarnos. En todas las movilizaciones, es visible nuestro espíritu militante frente a muchos partidos que tienen al grueso de sus integrantes haciendo “turismo”.
Pero este no es el meollo del asunto, porque no fueron esas intervenciones nuestro campo central de acción. Por lo tanto, aun si no hubiéramos hecho estas cosas (o las hubiéramos hecho con menos énfasis), no habríamos dejado de ser una organización de lucha por dedicarnos a lo que fue, hasta el momento, nuestra tarea principal.
La lucha en que andamos
Lenin, siguiendo a Engels, junto a la lucha económica (la sindical) y la lucha política (por el poder) planteaba la necesidad de afrontar una tercera: la lucha teórica. Esta forma le parecía central, porque atañe a la construcción del núcleo del partido, su programa y es la que permite, en última instancia, orientar todas las luchas económicas y políticas. Solo una apropiada concepción teórica es capaz de proyectar esas luchas hacia la construcción del Socialismo. En ausencia de la misma, lo que predomina es la consciencia espontánea de las masas que, es una conciencia tradeunionista, sindical, es decir, reformista.
El nacimiento de Razón y Revolución, como organización política, se remonta a 2002-2003, momento en el que se consolidó como grupo al romper su vínculo con el Partido Obrero. En ese momento, arribamos a dos conclusiones. La primera, que la izquierda argentina arrastra un fuerte déficit teórico y que es preciso conocer la realidad concreta que se quiere transformar. La segunda, que la lucha de clases, después de los asesinatos de Puente Pueyrredón, entraba en un reflujo relativo y que, por lo tanto, era posible desarrollar en ese período que se abría la tarea teórica pendiente.
La lucha teórica es la que permite dar una batalla por la hegemonía. Es el mismo problema que preocupa a Lenin cuando señala la necesidad de “desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología tradicional, propia de la vieja concepción del mundo”. Una nueva mirada, una socialista, de la realidad requiere un abordaje científico.1 De esta manera, examinamos en forma sistemática durante diez años la sociedad argentina. Pese a que en esta etapa también realizamos una intensa labor propagandística, nuestros esfuerzos principales se dirigieron a la lucha teórica. A la construcción de un programa. En la medida en que el grueso de esa tarea está ya realizada, empezamos en el último año a dirigir nuestras energías a nuevas actividades, por ejemplo pusimos en pie una corriente sindical docente.
Otros partidos no realizaron esta tarea teórica en ningún momento. En 1975 en un documento Política Obrera (PO) –antecesora del Partido Obrero– hizo una feroz autocrítica por lo que se consideraba una “colosal laguna programática”:
“PO no tiene aún un programa, es decir, una caracterización acabada del estadio del desarrollo de la sociedad argentina y de las tareas objetivas que se desprenden de sus contradicciones, en el cuadro de la etapa actual del capitalismo mundial. No tenemos una definición de la formación histórica de las clases en el país, un balance de su rol político, la estructuración del Estado nacional en relación al capitalismo mundial y el carácter del programa revolucionario del proletariado victorioso. Sin la elaboración del programa no se construirá el partido, porque éste es exactamente eso, el programa.”2
Sin embargo, tampoco aprovechó la dictadura, pese a ser un momento más propicio para replegarse sobre estas tareas teóricas. Pasó el tiempo y el PO sigue arrastrando el mismo déficit, solo que ahora ya no le preocupa. Se ha acostumbrado a la ignorancia y la defiende como una virtud. Algo similar puede decirse del PTS. Al no haberse dedicado a construir conocimiento socialista, ambos suelen reproducir ideología burguesa cada vez que se ponen a opinar sobre los grandes problemas. Es lo que ocurre con su asimilación de nociones regulacionistas o conceptos construidos para negar el protagonismo de la clase obrera como sujeto histórico (“precariado”, “trabajo esclavo”, etc.). O, para el siglo XIX, con su reivindicación del revisionismo (como el caso del PO) o de Halperín Donghi (en el del PTS). En este terreno, ellos no solo han abandonado la lucha, sino que, muchas veces han trabajado para el enemigo. Lo hacen a diario cada vez que trafican ideas burguesas a través de su nacionalismo ramplón, cada vez que alientan una lectura amable del peronismo, por su simple ignorancia de la historia.
El “kiosquito”
Las mentiras nunca vienen solas: para tapar una, hacen falta otras. Todo el activismo comprueba el espíritu militante y combatiente de RyR. Llegado este punto se necesita una segunda mentira para cubrir la primera. Surge entonces la tesis del “kiosquito”: se esfuerzan para ganar plata.
Todo el trabajo militante de RyR es desvalorizado bajo el supuesto de que se trataría de la tarea de un grupo de jóvenes que son explotados en función del lucro personal de una persona. Militar mucho, ponerle garra al piqueteo, a la difusión de ideas, a la intervención en asambleas y espacios políticos no sería un elemento positivo, sino su contrario: la prueba de la explotación a la que se ven sometidos. Por qué Sartelli trabaja de docente, cuando podría ser mantenido por sus supuestos esclavos, es algo que nadie explica.
Esta tesis, además de apelar a la consabida visión burguesa -según la cual, los partidos de izquierda están formados por dirigentes inescrupulosos que “usan” a los perejiles-, ningunea a RyR en términos organizativos, reduciéndola a una persona seguida por un montón de lacayos. Muy por el contrario, RyR tiene un importante núcleo de dirigentes, porque forma cuadros. Esta tarea formativa, que muchas organizaciones descuidan, es otra forma de luchar, porque apuntala no solo las luchas actuales, sino también las futuras.
Eso mismo hace nuestra editorial, el supuesto “kiosquito”. Frente al inmediatismo y la mezquindad de otros partidos (que se ocupan de tareas que sólo dan rédito a muy corto plazo), RyR encara tareas revolucionarias más amplias y con una mirada al futuro. Nuestros libros contribuyen a comprender las tareas de la revolución en Argentina. No sabemos si seremos nosotros quienes capitalizaremos todos sus frutos. Quizás, muchas de esas consecuencias se vean cuando ya no estemos (¿o alguien duda de lo que ha aportado –y sigue aportando- El capital de Marx a la lucha de clases?). Solo quienes han abandonado esta tarea que tradicionalmente ha estado siempre en el corazón de la labor partidaria pueden menospreciar, como lo hacen, nuestra labor en este campo.
El PO no tiene trabajo editorial digno de tal nombre (la excepción es la edición de los valiosos libros de Oviedo y de Heller sobre el movimiento piquetero y las fábricas ocupadas). De hecho, para su trabajo internacional debió requerirnos libros que nosotros publicamos de sus propios militantes. Eso, por no recordar la barbaridad que resultó -y la vergüenza que suscitaron- cuando decidieron dejar que un dirigente sin formación histórica escribiera sobre la Revolución de Mayo, sólo para salir al combate de nuestra producción. En cambio, el PTS, solo ha publicado libros clásicos junto con algunas publicaciones de su propia factoría de muy dudosa calidad. Ni hablar de IS, cuya publicación editorial se cuentan con los dedos de una mano. Y estamos hablando de los tres partidos más importantes. Qué queda entonces para los demás, que tampoco se privan de acusarnos de ya se sabe qué.
En todos los casos, el precio promedio de los libros que edita la izquierda (cuando edita) es muy superior (incluso llega al doble) de los de nuestra editorial. ¿Quién alimenta un “kiosquito”, entonces? Ofrecer un amplio catálogo de libros con una perspectiva socialista a un precio muy económico es una decisión política, atrás de la cual hay un compromiso militante sostenido en forma consciente. A diferencia de otros, para alcanzar a un público lo más masivo posible, vendemos los libros al precio más accesible del mercado. Si esta ecuación es posible, es gracias a la militancia de los compañeros, que implica desde la producción (hay que escribirlos) o la selección, hasta la propia venta, pasando por la corrección y edición. Más de 100.000 libros vendidos, a esta altura, dan cuenta de que hemos alcanzado cierto éxito en la tarea. ¿Y quiénes son, en definitiva, el grueso de los que compran, leen y se forman con nuestros libros? Exacto: los mismos que nos acusan de “no luchar”.
RyR puede ser una organización más pequeña que los dos partidos más importantes (que tampoco son organizaciones de masas), pero con ese número tan “pequeño” sostuvimos y expandimos una prensa partidaria, una editorial socialista y un centro político-cultural. Esto lo consiguió un grupo que, hasta el año pasado, rondaba las 50 personas y que, por mucho tiempo, fluctuó entre las 20 y 30. Es decir, RyR ostenta una productividad por militante muy superior a cualquier otra organización que se precie de “luchar en serio”. Por lo tanto, en lugar de acusarnos de no luchar, deberían presentar críticas sobre el contenido de nuestra lucha, lo que hasta ahora no han sabido hacer.
Ahora, siendo muchos más, nos lanzamos a tareas políticas más variadas. El éxito que tendremos en este nuevo camino no podemos saberlo de antemano. De lo que sí estamos seguros es que pondremos en él el mismo tesón y el mismo espíritu militante que hemos demostrado hasta ahora.
Notas
[1]Lenin, V. ¿Qué hacer? Ediciones varias.
[2]Política Obrera: Bases para un balance político organizativo, 1975. Ver análisis en: Lissandrello, Guido: “Navegantes sin brújula”, El Aromo, octubre de 2016, goo.gl/FKa90A
Excelente. Comparto
100 x 100. Deseo compartir con Uds. El proximo finde semana estare fuera del hospital y listo para aportar
A los seres.humanos se los define por lo que hacen y como lo hacen y no por lo que dicen o escriben Me gustaria dialogar sobre esto. CREO hay error grave