¿Qué pasó en Cromañón?La responsabilidad de Callejeros, en su justa medida

en El Aromo n° 31

Una respuesta a “Mala señal” de Gabriel Falzetti

Silvia Bignami
Militante del grupo Memoria
y Justicia por Nuestros Pibes

Este artículo es una respuesta a ciertas afirmaciones que se realizan en la nota de Gabriel Falzetti aparecida en el n° 29 de El Aromo. Quiero aclarar, en primer lugar, que las posiciones que se vierten en esta respuesta son a título personal, pero también son un producto de reflexiones hechas dentro del grupo de padres y familiares de víctimas de Cromañón Memoria y Justicia por Nuestros Pibes.

Creo que el problema que tiene la nota en cuestión es que partiendo de un debate en torno a la última producción discográfica de Callejeros, realiza afirmaciones un tanto simplistas sobre cuestiones que exceden al debate sobre el disco. Coincido con Razón y Revolución en que Cromañón no es producto de una falla de esta sociedad, sino un producto de cómo ésta funciona. Pero acá empiezo a discutir algunas cosas.

En primer lugar, cuando señalan que “la salida es ver nuestras desgracias como la regla de la sociedad en que vivimos y no como una excepción”. Esto no lo ve todo el mundo así, y eso no impide que se pueda librar una lucha justa por algo que hay que cambiar. Porque sino, no podría haber en esta sociedad ninguna lucha reivindicativa. Nosotros dijimos, y cito una producción realizada por el conjunto de los grupos: “Cromañón es además de una realidad, una metáfora de cómo funcionan las cosas en el país, del trato que se da a los jóvenes, de las condiciones de los espacios en donde tocan las bandas, de la desidia, desinterés y corrupción de los gobernantes, el gatillo fácil y los chicos que mueren por la impunidad. ¿Qué fue la masacre de Cromañón? Fue la muerte totalmente evitable, por causas no naturales durante un recital de rock, de, al menos, 194 personas, jóvenes en su mayoría”. Con esto quiero decir lo siguiente: que uno no comprenda todas las reglas de funcionamiento de la sociedad no quiere decir que uno no pueda luchar por esto. Es algo dialéctico. Uno va comprendiendo como funciona la sociedad en la medida en que va operando sobre ella. Y a mí me parece que una organización de izquierda como ustedes, un rol que puede jugar en todo caso es ayudar a pensar al otro si es que tiene un camino más recorrido, pero un ayudar poniendo el cuerpo.

En segundo lugar, la nota pone en un plano de igualdad la lucha de los familiares y de los partidos de izquierda en el movimiento de Cromañón. Creo que la lucha la llevaron básicamente los familiares, sobrevivientes y amigos. Los partidos de izquierda y las organizaciones han entendido, a veces sí y a veces no, esta metáfora que es Cromañón, pero nos han acompañado de manera absolutamente insuficiente. La nota parece adjudicarse, o adjudicarle a un partido de izquierda, la destitución de Ibarra. En realidad, se la debemos adjudicar a nuestra lucha, al acompañamiento de algunos, y también -por qué no- a la interna del poder.

 

La caracterizacn de crimen social

 

Otra discusión importante es la caracterización que ustedes realizan de Cromañón como crimen social. Quiero aclarar que todos los familiares estamos de acuerdo en la responsabilidad política en este crimen, todos nosotros hemos hecho un esfuerzo muy grande para imponer en la sociedad la palabra masacre.

Si bien es cierto que -por lo menos para algunos de nosotros- la culpa es del capitalismo, decir “del capitalismo” diluye tanto como decir de uno sólo. ¿Cuáles son los nombres? Los empresarios que lucran: Chabán. Callejeros, que siguió esa lógica, aunque no lo pongo al nivel de Chabán. Ibarra, porque era el responsable máximo. La sociedad off shore que estaba detrás de Cromañón. El propio gobierno nacional que se lavó las manos olímpicamente. Estos son los responsables básicos.

En ese sentido, diferenciar masacre de crimen social no está bien, porque mientras los medios ponían tragedia o accidente, nosotros decíamos: tragedia es aquello que los dioses miran de lejos; accidente, aquello que ocurre de manera casual. Entonces nosotros quisimos imponer una palabra más fuerte. Y parece más fuerte masacre que crimen social. También fue esto último. Pero, un crimen de un solo chico por gatillo fácil también es un crimen social y no es una masacre. Nosotros decimos que fue evitable, fue en masa, que fue provocado por una decidia prácticamente homicida. De hecho a Ibarra y a Chabán le estamos pidiendo homicidio. Nosotros le llamamos masacre. Para que haya una masacre no necesariamente alguien tiene que haber oprimido un gatillo. De hecho Videla masacró gente y yo no se si Videla estuvo torturando personalmente. Entonces, nosotros necesitamos que la gente que esté con nosotros, que nos ayude.

 

La responsabilidad de Callejeros

 

La otra cosa que yo creo que hay que discutir es la frase “ni Callejeros ni su público tienen responsabilidad”. No es lo mismo Callejeros que su público. Decir que Callejeros y su público como una masa no son responsables es no diferenciarlos. Y además, es meterse en un problema que tenemos los familiares. Este problema se relaciona con la responsabilidad de Callejeros.

Si se repasan todos nuestros documentos, ninguno cuestiona a Callejeros. Esto es por respeto a los sobrevivientes y porque entendemos que, en una cadena de responsabilidades, Callejeros tiene una responsabilidad menor. Pero su público no. No son lo mismo. Hablo, por ejemplo, del 40% de los chicos que murieron por entrar a salvar pibes y de los sobrevivientes que yo conozco. Yo creo que se comportaron mejor que Callejeros. Callejeros no hizo una sola denuncia contra Ibarra, de hecho no lo querellan. Tampoco hizo una sola declaración a favor de la lucha de los familiares. Callejeros no entró a rescatar pibes. Sacar este disco puede verse como una elaboración del duelo o como una búsqueda de lucro con lo que está pasando. Nunca intentaron juntarse con nosotros. Cuando se juntaron con alguien, fue con Radio 10.

La frutilla del postre es que cuando ellos intentaron entrar en la causa, cosa que la jueza no les permite, quisieron hacerlo querellando al que tiró la bengala. El que tiró la bengala, que sin duda es un irresponsable, es parte de su público. Callejeros le está pidiendo a su público una lealtad que ellos no han tenido. Igual, esto lo digo con mucho cuidado, porque la responsabilidad de Callejeros es mil veces menor que la del gobernante y mil veces menor que la de Chabán. En ese sentido, que tengan la misma calificación es una animalada. Pero tienen una responsabilidad.

Si yo esto lo tengo que decir en dos párrafos no lo digo, ni nombro a Callejeros. Pero sí puedo, por ejemplo, cuestionar por qué un grupo tiene letras tan contestatarias, y, en los hechos, los defiende un ex abogado del Gobierno de la Ciudad. Por qué un grupo traiciona, de alguna manera, sus propias letras. Ellos sabían muy bien la cantidad de pibes que entraban. Entonces, ahí me parece que ellos actuaron entrando totalmente en la lógica del mercado. Y las leyes del mercado dicen que puedo meter el triple de pibes. Pero uno elige hacerlo o no hacerlo.

Yo creo que Callejeros ha sido víctima de este sistema, pero acá la nota en cuestión dice una cosa con la que estoy muy de acuerdo: que no podemos transformarnos en aquello que odiamos, es lo que desean los enemigos de la sociedad que buscamos construir. Y cuando uno sigue la lógica del mercado, y por ejemplo, querella al de la bengala, está haciendo eso. Ahora tenemos una prueba: Ibarra acaba de denunciar, y están procesando, a tres padres por agresiones. Son los mismos padres que denunció Callejeros. Yo no voy a defender la actitud de esos padres, pero digo, ¿en qué lugar te parás?

Es difícil despegarse de las posiciones políticas posteriores de Callejeros, porque fueron muy malas. Fueron casi peores que sus actitudes la noche de la masacre. Yo no voy a pensar que la seguridad de mi hijo depende de una banda de rock. Creo que hay una responsabilidad en el cuidado de los pibes que no pasa sólo por la bengala. Más allá de si promovían o no el uso de bengalas (que lo hacían). Pero, como yo pienso que esto podría haber sido producido por la descarga eléctrica de una guitarra, yo saltaría por encima el tema de la bengala. Ellos, sobre todo a través de su manager, que tiene más responsabilidad, sabían la cantidad de gente que entraba en el lugar. No podían no saberlo, porque existe concretamente una sobreventa de entradas que ellos promovían. Eso sí lo sabían. Yo creo que hay un deslizamiento. La sociedad capitalista impone una cierta forma de hacer las cosas, y uno hasta cierto punto es víctima. Es muy difícil que Callejeros no haya visto cuál era el estado del lugar cuando lo fueron a ver. Y además, hubo incendios anteriores en sus mismos recitales. Entonces, esas son cosas que uno puede ver. Si bien la actitud posterior yo no la puedo poner en la causa penal, yo siempre me puse a pensar -y tengo una duda con eso- si la actitud de Callejeros fue cada vez peor porque estuvieron mal aconsejados o porque en realidad eso son los Callejeros. Querellar al de la bengala es una estafa moral hacia sus seguidores. Ahora, yo tengo la duda y me permito tener dudas. Por eso, no creo conveniente hacer una declaración extemporánea contra Callejeros. Insisto en que no es la misma calificación que para Chabán y su crimen. Pero mi duda es a siguiente: estos Callejeros, que se muestran ahora indiferentes, jugando con nuestros sentimientos, yendo a tocar donde les parece, apareciendo de golpe en un recital donde no estaba previsto, sin pensar que puede haber sobrevivientes a los que les pueda caer mal. ¿Fueron empeorando los Callejeros o siempre fueron así y lo están mostrando? Yo no tengo una respuesta, pero creo que nos merecemos un debate.

 

Conclusión

 

Lo que se cuestiona de la nota de Gabriel Falzetti es que, partiendo del disco de Callejeros se dicen cosas que son fuertes y que se abordan con escasa profundidad. El poner en términos blanco y negro: “no fue una masacre, fue un crimen social”. Fue un crimen social y para nosotros también fue una masacre. Entonces me parece que el pensamiento del periódico debería ser más abierto. Más dispuesto a ayudarnos a elaborar mientras se pone el cuerpo con nosotros. A veces uno tiene esa sensación, que la izquierda escribe cosas desde un escritorio. Me parece que hay que poner el cuerpo y acompañar.

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