“En estos términos, no tenemos todavía una buena historia de los setenta. En un cambio de opiniones que tuvimos acerca de esos años, el historiador Tulio Halperín concluyó que, en el fondo, ambos nos acordábamos de distinta manera y que ninguno de los dos sustentaba su opinión en una verdadera reconstrucción historiográfica.”
Luis Alberto Romero
Clarín, 15/5/97
El prof. Romero logró irritar a mucha gente con las palabras que citamos arriba. A los que escribieron sobre los setenta, sobre todo, pero también a los que nos tiene hartos la cantinela de que sólo un reducido grupo de personas «hace verdadera historia» en la Argentina. Interpretada textualmente, la frase pareciera decir: como Tulio Halperín y yo sólo hemos «opinado», no hay buena historia de los setenta. De donde, sin mucha malicia, podría deducirse que los únicos «historiadores» del país son ellos dos. Que La larga agonía de la Argentina peronista y la Breve historia de la Argentina contemporánea no son, precisamente, ejercicios de elevado nivel historiográfico, es algo con lo que podemos coincidir con Romero, pero de allí a decir que la producción del resto del mundo es sólo opinión, hay mucho trecho. Por supuesto, no creemos que el prof. Romero piense de semejante manera. Seguramente se trata de una frase poco feliz o de un exceso de interpretación en quienes la han leído de otro modo.
Es cierto que es difícil hacerse cargo de un pasado tan duro, sobre todo cuando sigue vivo en los represores que transitan las calles tranquilamente y en una clase dominante que surgió triunfante tras la masacre. Pero haríamos muy mal en descalificar a colegas que se animan a transitar por caminos peligrosos eludiendo los lugares comunes, como aquellos en los que caen una y otra vez muchos historiadores temerosos de ser considerados defensores de la «violencia».
Razón y Revolución ha estado siempre interesada en el debate franco. Aprovechamos esta ocasión para convocar a los lectores a la presentación de la revista, en la que un panel de historiadores debatirá la existencia o no de la historia de los setenta. Desde ya, el prof. Romero está invitado a integrarlo. Esperamos que no falte.