Toda lucha tiene un objetivo que, a su vez, está condicionado por una serie de planteos más generales. Dicho de otra forma, el objetivo de una lucha específica es también la expresión concreta de un programa. A su vez, toda lucha tiene un camino hacia ese objetivo. O sea, una línea sobre la cual ir dando los pasos hasta la conquista. Es decir, una estrategia, que marque un horizonte a seguir y ordene una serie de tareas a realizar. En la lucha docente que viene desarrollándose en CABA estos debates están dándose, pero también son transversales a la docencia a nivel nacional, como la lucha que llevan adelante nuestros compañeros en Misiones.
Ni bien comenzó a discutirse la posibilidad de retornar a la presencialidad, como Corriente Nacional Docente Conti Santoro, nos expresamos en contra de cualquier presencialidad en pandemia. El año pasado fue correcta la consigna de “en pandemia no volvemos” adoptada por el gremio, porque significaba que no volvíamos hasta que el virus deje de circular entre nosotros. Ahora, con vacuna mediante, no volver a la presencialidad hasta que desaparezca la pandemia, significa rechazar la presencialidad hasta que se produzca la vacunación de toda la población. Por eso fuimos consecuentes con lo que dijimos el año pasado y lo que sostuvimos durante lo que va de este.
Esta primera definición nos separó tajantemente de casi toda la izquierda, principalmente del FIT-U en términos partidarios, y de la Multicolor en el campo docente, que defendió, y aún hoy lo sigue haciendo, alguna forma de presencialidad. De allí que, todavía, con 20 mil casos y contando, seguimos escuchando que faltan protocolos, que no hay condiciones de higiene, o que hay que suspender la presencialidad porque los casos están muy altos. También, nos alejó de quienes hoy levantan la consigna de “vacunación masiva” pero que festejaron una supuesta vacunación masiva hace semanas atrás y aprobaron el levantamiento del paro docente en febrero. Nos referimos en este último caso al Partido Obrero Tendencia. Como quien se quema con leche una vez, no sabemos cuánto tardarán los compañeros en reacomodar nuevamente la consigna.
Pero no solamente surgió esta diferencia en términos de las consignas elementales de la lucha que debemos dar. También surgieron diferencias respecto al camino a seguir en esa lucha que hoy, sea por la falta de vacunación masiva, en nuestro caso, o la por la suba de los contagios, en el caso de la CD de Ademys, el acuerdo generalizado es la necesidad de exigir la suspensión de la presencialidad.
Por un lado, la CD de Ademys, pero también organizaciones que aparecen por fuera, vienen planteando encarar la lucha organizando “paros escalonados”, primero, y ahora “paros continuos” con asambleas. La Corriente Nacional Docente Conti Santoro desde un primer momento viene planteando la necesidad de convocar a un paro por tiempo indeterminado hasta la suspensión de la presencialidad. Esta posición fue puesta bajo ataque sistemáticamente en diferentes asambleas, acusándola de sectaria, divisionista, irresponsable, y caprichosa.
En primer lugar, es necesario señalar que la posición de “paro por tiempo indeterminado” no es una posición que sea asumida solamente por la Corriente Nacional Docente Conti Santoro. También, unas decenas de compañeros docentes se pliegan o mocionan directamente esta consigna. La misma, viene obteniendo sistemáticamente, en todas las asambleas, entre un 10 y un 15% de los votos. Habida cuenta de que es una moción presentada solamente por una organización, mientras que hay mociones presentadas por frentes de 4 o 5 organizaciones y obtiene 60 o 70%, estamos obteniendo, como organización, más o menos lo mismo que las otras organizaciones individualmente. Con lo cual, no se trata de una posición sectaria, sino que expresa una voluntad real dentro de la asamblea docente igual que cualquier otra.
En segundo lugar, la táctica que el gremio viene aplicando es de paros de 24 o 48 horas, o sea, la de paros continuos o a lo sumo con algún tipo de escalonamiento. Si vemos la evolución de las asambleas, veremos que con esa táctica pasamos de una asamblea de más de mil personas, el 19 de abril, a dos asambleas de 600 el 21 y el 26, una asamblea de 300 el 1 de mayo, y una última asamblea que incluso estuvo por debajo de los 300 asistentes durante varios momentos. O sea, se pasó de asambleas docentes verdaderamente masivas, a asambleas donde el peso del aparato es mayor. Por otra parte, si bien no hay números concretos de la adhesión al paro, queda claro que la misma fue mermando semana a semana. Obviamente esto no es responsabilidad solo de la CD y las organizaciones que apoyan este tipo de estrategia, ya que también hay ataques del gobierno, con amenazas de sumarios o de descuentos salariales. Pero, como quien se dispara en el pie en el medio de un tiroteo, no es lo mejor adoptar una medida que vence cada dos días, y que debe ser refrendada cada 24 o 48 en asambleas de 4 o 5 horas en medio de un voraz ataque por parte del gobierno. Por lo tanto, no es irresponsable proponer una estrategia que cambie un rumbo, sino más bien lo es el proponer el mismo camino una y otra vez.
La propuesta que nosotros venimos sosteniendo, y que caló en parte del activismo docente, plantea algo cualitativamente diferente. En efecto, 24 o 48 horas más de paro no significan un salto en la lucha. Como dijimos reiteradamente en muchas asambleas, nuestra posición no es un capricho semántico. No queremos que figure la palabra “indeterminado” porque nos gusta como suena. Está claro que tampoco queremos, como casi toda la CD apoyó el 1 de mayo y una parte volvió a sostener en la asamblea del 8, que “hay que ir a las escuelas”. Sabemos que volver a las escuelas implica un riesgo de vida, como bien lo muestra el récord de muertes docentes del último viernes en todo el país. No queremos que los docentes vuelvan a la presencialidad hasta que la pandemia haya dejado de existir, o sea, hasta que se vacune masivamente a la población. En cambio, sí queremos darle un horizonte a la lucha. O sea, marcar cuál debe ser el camino a seguir y sostenemos que corresponde a los gremios combativos dar ese curso. Cuando planteamos “paro por tiempo indeterminado” lo hacemos porque consideramos que el sindicato debe decir, firmemente, a los docentes, a la comunidad educativa, pero fundamentalmente a los gobiernos, que no vamos a permitir que se sigan cobrando más vidas en vano. Por lo tanto, no es un “capricho”, así como tampoco lo es cuando planteamos, como Razón y Revolución, que la izquierda debe colocar al Socialismo como principal horizonte de su intervención para educar a las masas en esa lucha.
Obviamente, no planteamos el paro indeterminado como algo en el aire y con duración hasta el infinito. Lo planteamos materializado en asambleas cada 72 o 96 horas para que sea revalidado o reorientado, que permita un plazo de tiempo entre una y otra para poder organizar actividades, visibilizar la lucha, y convencer a los compañeros. Sostenemos que la conclusión lógica del rechazo a la presencialidad en pandemia es el paro indeterminado hasta la vacunación masiva. Por supuesto, esto no implica una adhesión absoluta y permanente en sí misma por parte de los docentes. Esto nos lleva a los pasos a dar en ese camino, o sea, a las tácticas que se desarrollan en una estrategia.
Si solo se realizan acciones puramente electorales, como la caravana a Garin o el acto en las puertas del Ministerio de Salud para exigir la incautación de vacunas, en realidad del principio activo, de Sigman, mientras se rechaza la organización de caravanas a la Jefatura, al Ministerio, o la instalación de una carpa docente, difícilmente se puede conseguir la multitud del paro. O sea, si se ata la lucha por la suspensión de la presencialidad a los intereses electorales del FIT-U, complica aún más convocar a los compañeros a la lucha.
En cambio, si se organizan cotidianamente actividades en las puertas de las diferentes escuelas, si se desarrolla un plan de lucha contra los descuentos movilizando al Ministerio de Trabajo, si se intenta convocar a gremios combativos y al activismo en general a una nacionalización de la lucha, seguramente el nivel de adhesión sería mayor. De hecho, la mayor actividad contra la presencialidad en estas tres semanas de paro fue el ruidazo frente a la Jefatura, algo que no fue convocado por el propio gremio teniendo incluso que levantar una asamblea para poder participar del mismo.
La conciencia no es espontánea, no surge sola de la propia de lucha. Debe ser disputada y para eso es necesario darle una orientación con una consigna clara, suspensión de la presencialidad hasta la vacunación masiva, y una estrategia, el paro por tiempo indeterminado hasta que se efectivice la suspensión. Como Corriente Nacional Docente Conti Santoro, seguimos sosteniendo la necesidad de imprimirle a la lucha el horizonte de que no vamos a tolerar ni una muerte más. No podemos esperar a que la docencia independiente imponga a la dirección ese rumbo. Debe ser el activismo clasista quien se ponga a la altura de las necesidades de la lucha.
Corriente Nacional Docente Conti Santoro CABA