Macri viene anunciando la necesidad de implementar una reforma educativa en todos los niveles. Al principio, el foco estuvo sobre la escuela secundaria y luego en los profesorados de la ciudad. Pero, el Plan Maestro tiene pautas para aplicar en las universidades públicas. Como el resto de los casos, tiende a profundizar la degradación.
Una de las ideas centrales es articular el sistema bajo el criterio de “pertinencia de oferta académica”, acorde con las necesidades de carreras focalizadas y planes estratégicos. Para ello, se defiende que los recursos “migren”. Y los recursos no son solo dinero, sino docentes. Estos deberán estar disponibles para moverse de una institución a otra. Ya varias universidades hicieron acuerdos para unifcar tramos de sus carreras y así poder “intercambiar docentes”. La “pertinencia de oferta académica” no es, entonces, ninguna mejora en los contenidos, sino una excusa para manejar y abaratar “recursos” según las necesidades del capital.
En esa “articulación” y “redirecciomiento” tendrían un papel central los Consejos Regionales de Planifcación de la Educación Superior (CPRES), que deberían ajustar los “recursos” a las “necesidades” de cada región.
Amoldarse a la realidad de cada provincia parece un lindo discurso. Pero ya vimos sus resultados reales en la educación media: provincias pobres con escuelas pobres y degradadas. Vamos a formar docentes que contengan a los alumnos pobres, y docentes para alumnos que pueden ser mano de obra calificada para las empresas. En otras palabras, vamos a tener docentes de primera y docentes de segunda.
Por otro lado, se propone “fortalecer la formación socio laboral para el trabajo” y compatibilizarla con la “productividad de la economía”. ¿Qué signifca esto? Que los recursos (humanos y económicos) se deben ajustar a la ganancia capitalista y no a las necesidades humanas. ¿En el NOA se va a invertir dinero en desarrollar una cura contra el Mal de Chagas? No. Eso no da ganancia. La gente que vive allí apenas puede alimentarse, mucho menos pagarse medicamentos. Como si esto fuera poco, se van a implementar pasantías, o sea, mano de obra barata para los negocios locales.
En síntesis, en qué carreras se va a poner más plata y cómo se va a formar a los futuros profesionales va a estar definido según las necesidades del capital. Se va a crear una gran masa de trabajadores poco calificados (lo necesario para realizar operaciones simples) y un núcleo de mano de obra calificada barata (a través del sistema de pasantías). Los recursos de las universidades van a estar al servicio de las ramas estratégicas de la acumulación capitalista.
Las gestiones de las distintas universidades van a querer pactar y, en muchos casos, van a asegurarse la complicidad de las federaciones y centros de estudiantes controlados por agrupaciones afines. Otros, van a defender a las universidades y profesorados tal cual están, con programas que tampoco ofrecen una formación científca, sino que reproducen las ideas de la clase dominante y convierten, en el caso de las Ciencias Sociales, a los alumnos en meros repetidores de textos “clásicos”.
¿Qué podemos hacer los estudiantes frente a este avance sobre nuestra educación? Organizar una gran campaña de agitación nacional de cara a un gran congreso de estudiantes y docentes de todos los niveles. Desde allí debemos luchar contra la implementación del Plan Maestro y por imponer una modifcación de los programas de estudio, para que brinden una formación acorde a los intereses de los trabajadores. Par eso, necesitamos poner en pie un movimiento estudiantil realmente revolucionario.