El gusto amargo de la justicia
La satisfacción que expresaron los familiares por la revisión de las sentencias que realizó la Cámara de Casación Penal no se condice con la historia del movimiento que integran ni con el derrotero que ha seguido la justicia en el caso. Más que alegría, parece un gesto de resignación ante un panorama que se presentaba adverso. Recapitulemos. En 2008, el tribunal que juzgó el crimen dictaminó condenas mucho más altas que las que hoy se festejan. Chabán había sido condenado a 20 años de prisión y Díaz a 18. Un año después, Casación modificaba la carátula y ordenaba revisar las penas. Acatando el fallo, el Tribunal Oral bajó la condena a Chabán y a Díaz, y en un gesto que apuntaba a conformar a los familiares movilizados, elevó las penas de los funcionarios (de 2 a 4 años) y condenó a los integrantes de Callejeros. La clave estaba en el delito que se les imputaba, que pasó de estrago doloso a culposo. La diferencia estriba en que, mientras en el primer caso los culpables serían conscientes de que su comportamiento negligente podría ocasionar el incendio, en el segundo no. Algo que era perfectamente demostrable en el caso de Chabán, que tuvo múltiples avisos acerca de las consecuencias de decorar el lugar con materiales inflamables, clausurar las puertas de emergencia y vender entradas por encima de la capacidad.
*Historiador y militante de Razón y Revolución. Autor del libro Culpable. República Cromañón, 30 de diciembre de 2004
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