En Venezuela, la oposición avanza sin prisa, pero sin pausa. ¿Acaso los trabajadores no deberían estar con Chávez?, se preguntan algunos. ¿Cree realmente que los votos a Capriles son solamente burgueses? En esta nota, va a encontrar una buena muestra de cómo el chavismo está perdiendo una parte de su base social.
Nicolás Grimaldi
LAP-CEICS
En abril pasado, se celebraron las elecciones para elegir al sucesor de Chávez en Venezuela. Más allá de las controversias, los resultados arrojaron como ganador a Maduro, con el 50,66% de los votos, que representa a 7.505.338 votantes. Henrique Capriles Radonski (MUD), su contendiente, obtuvo el 49,07%, lo que significa un total de 7.270.403 votos. Desde las elecciones de octubre del año pasado, el chavismo perdió más de 600 mil votos, mientras que Capriles sacó casi un millón de votos más. Es decir, estamos ante un severo retroceso del chavismo y un avance de los partidos de la llamada derecha. En general, suele pensarse que al MUD solo lo votan sectores ligados a la burguesía o pequeño burguesía y algunos obreros “fascistas”. Sin embargo, el crecimiento de la oposición no puede ser explicado sin una importante participación popular. Una explicación impresionista, aludiría a la muerte de Chávez. Sin embargo, esa respuesta no resulta suficiente, teniendo en cuenta que el avance de la oposición es anterior al deceso del líder del movimiento y que Maduro contaba con el apoyo del aquel. Una parte de la explicación se encuentra en el comportamiento de la clase obrera ocupada, que obviamente, no es el único sostén de la alianza opositora. Pero vale la pena examinar su comportamiento y las causas por las que se enfrenta al gobierno. A continuación intentaremos dar respuesta a este problema.
Los sindicatos en Venezuela
El grueso de la vida sindical en Venezuela, en los comienzos del proceso, vino girando en torno a dos centrales: la Central de Trabajadores Venezolanos (CTV) y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT). La primera se posicionó como opositora a Chávez desde el primer momento, debido a la política de intervención sindical que sostuvo el chavismo en sus primeros años y que derivó en el “Acuerdo Democrático” firmado por la central sindical y la entidad patronal FEDECAMARAS, en marzo de 2002, que se plasmó en el golpe de Estado fallido. Hoy dóia, la CTV posee más de 300 mil afiliado (sobre una población total de 30 millones), con un peso importante en la rama de la construcción y la industria petrolera.
Durante el 2003 y de la mano de la formación de diferentes corrientes sindicales -como la Alianza Sindical Independiente- el chavismo decidió formar la UNT como central alternativa, que llegó a tener casi el triple de afiliados que la CTV, adquiriendo importancia en las empresas estatales y la administración pública. Sin embargo, en el 2006 se dividió en cinco corrientes: la opositora C-CURA (que hegemonizaba el 60% de la entidad), la corriente conducida por Marcela Máspero (una línea cercana al chavismo y al PSUV), la ortodoxia chavista de la Fuerza Socialista Bolivariana de Trabajadores, la Autonomía Sindical (cercana a Patria Para Todos, chavistas “críticos”) y el Movimiento de Trabajadores Revolucionarios Alfredo Maneiro (chavistas, por fuera del PSUV). En un intento por reunificar las fuerzas y recuperar la dirección del movimiento, en 2011, el chavismo creó la Central Bolivariana de Trabajadores y Trabajadoras de la Ciudad, el Campo y la Pesca (CBST-CCP), para remplazar a la fracasada UNT.
Detrás –y con menor importancia- aparecen CODESA, CUTV (Confederación Única de Trabajadores de Venezuela), brazo sindical del Partido Comunista (con presencia en la industria metalúrgica de Aragua) y la CGT (Confederación General de Trabajadores), que para el 2008 registraba 7.940 afiliados de 49 sindicatos nacionales y regionales. Estas últimas rompieron con el chavismo debido a la poca participación que les otorgaba en las discusiones laborales.
En términos generales, la vida sindical venezolana se ha fragmentado desde la llegada de Chávez al poder. La CTV denunció en marzo que, al menos el 57,1% de los sindicatos que existen actualmente en el país son paralelos. Según sus estadísticas, entre 2001 y 2013 la cifra de sindicatos pasó de unas 2.700 a 7 mil entidades de las que entre el 40% ó 50% se encuentran legitimadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE). Esto conlleva a casos como los de la Federación de Trabajadores de Anzoátegui (Fetranzoátegui) donde sólo 42 de los 67 gremios que componen la federación cumplen los requisitos exigidos por el Estado para encontrarse legitimados, es decir para tener personería gremial. Ello, lejos de unificar y potenciar las organizaciones obreras, termina por diluir sus reclamos y quitarles fuerza. Como vimos, el chavismo no logró, hasta el momento, configurar un sindicalismo homogéneo y leal a los dirigentes del PSUV, salvo en el período 2003-2006. Veamos a continuación cuáles de estos gremios apoyaron al candidato opositor.
El apoyo a Capriles
Además de la CTV, históricamente adversa, existe un grupo de organizaciones sindicales que no apoyan a Maduro y que, en algunos casos, sí lo hacen con Capriles. En el caso de la CTV, este sostén se manifestó ya para las elecciones del 2012, donde el Frente Unitario de Trabajadores de Venezuela informó que se incorporaría a las labores de campaña electoral del 2012 a favor de Henrique Capriles Radonski [1].
¿Cuál es la causa de ese alineamiento? Camilo Torres, uno de los dirigentes sindicales opositores, advirtió que con el chavismo no se discuten contratos colectivos, no se dan garantías de seguridad individual y se pretende mermar la labor de los sindicatos con la creación de los “consejos de trabajadores”. Como contrapartida, presentaron a Capriles una serie de peticiones que implicaban la garantía de la libertad sindical, la discusión de los contratos colectivos y vigencia de los mecanismos de seguridad social, entre otras.
En los días previos a la elección, la CTV señaló que consideraba insuficiente el aumento del salario mínimo que oscila entre el 38 y 45% a ser cancelado en tres tramos, a saber: Una primera porción en mayo, equivalente a 20%. En septiembre, la segunda parte de 10%. En noviembre, se prevé un ajuste de entre 5 y 10%, de acuerdo a la tasa inflacionaria para el momento. La CTV planteaba un aumento general de salario de 50%, cercano al monto señalado por Capriles. Camilo Torres, señaló que si lo que se pretende es resarcir los efectos de la inflación y devaluación se está discriminando a una parte importante de los trabajadores. Agregó que sólo en el sector textil se perdieron más de un millón de puestos de trabajo.
Para el acto del 1° de mayo, se realizó una marcha donde Capriles era el principal orador y a la que convocó la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV). Allí, el candidato opositor señaló que su lucha era para que el bolívar fuera “una moneda fuerte” y para elevar el salario de los trabajadores. Agregó que de advertir lo que estaba sucediendo en Venezuela, hubiesen otorgado un aumento salarial del 40%, como crítica a la actuación de Maduro, mientras que aludió a la inflación, alegando que es la más alta de la región [2]. Es decir, los obreros no están apoyando a un candidato que azuza un programa liberal, sino a de uno que encabeza el Día del Trabajador e intenta correr por izquierda al gobierno.
Una de las organizaciones que se emparenta con esta central sindical es el FUT (Frente Único de Trabajadores) conformado por diferentes confederaciones con raíces en Anzoátegui. Surgió en 1999, de la mano de Acción Democrática para enfrentar al chavista FBT (Frente Bolivariano de Trabajadores) luego que la cúpula de la CTV dimitiera en su totalidad y nombrase una conducción provisoria para la realización de elecciones internas. El FUT anunció que haría campaña a favor del candidato de Henrique Capriles Radonski [3]. En Anzoátegui, Capriles saco más de 50 mil votos de diferencia. La CGT también expresó su apoyo al MUD. Para fines de abril, denunció la persecución a empleados públicos, por no compartir las simpatías chavistas. La secretaria general de la CGT, Maritza Chirenos, indicó que estan preparando una denuncia ante la OIT [4].
El 30 de abril se celebró en Puerto Ordaz un mitín entre referentes sindicales, mayormente de trabajadores del Estado, y Capriles, en apoyo a su candidatura. Participaron Camilo Torres (enfermería), Carlos Pinelli (trabajadores del Estado), Trino Basanta (salud), Roger Núñez (metalúrgicos), José Rodríguez (maestros), Eukaris Ojeda (frigoríficos) y Héctor Milano, asesor sindical. En Bolívar (departamento donde se encuentra la ciudad del encuentro), la oposición obtuvo casi 30 mil votos más que Maduro.
Por su parte, la UNT y el Fadess entregaron a los candidatos presidenciales una “agenda laboral” con quince consignas. Froilán Barrios, coordinador nacional de Fadess y dirigente del Movimiento Laborista, sostuvo que el nuevo gobierno debía sentarse con los gremios al día siguiente de la elección y trazar un plan de empleo. Al mismo tiempo planteó que debía haber un aumento del salario no menor a 3.000 bolívares, así como el fortalecimiento del poder adquisitivo, “meter la lupa” en el desabastecimiento y acabar con la persecución a sindicatos y sus dirigentes. Aseguró que los puntos que discutirían con los candidatos beneficiaría a más de 13.300 millones de trabajadores en el país, de los cuales 6.500.000 son trabajadores formales y el resto -según explicó- son trabajadores informales o desempleados. Barrios insistió en que el nuevo gobierno debía tener políticas claras que frenen la devaluación, pues “de lo contrario, todo aumento salarial se convertirá en sal y agua”. Adelantaron que cualquiera que fuera ganador y no atiendiera los reclamos de los trabajadores, los tendría en pie de guerra. Fadess y UNT se declararon en emergencia. De no haber respuesta, prometían el 1 de mayo “más caliente de toda la historia de Venezuela”. En realidad, Froilán Barrios terminó apoyando a Capriles.
Por su parte, Gladys Montenegro, dirigente nacional de UNT, anunciaba para el miércoles 10 de abril, un paro de trabajadores universitarios. La UNT también denunció el año pasado la prohibición de afiliación sindical para los trabajadores de la Misión Barrio Adentro, la tercerización en la empresa de telecomunicación estatal Cantv y persecución en el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
En definitiva, vemos que, lejos de tener una base social exclusivamente burguesa y pequeño burguesa, una parte importante de la clase obrera apoya, a través de sus organizaciones, al candidato opositor. Procuraremos, a continuación explicar las causas del alejamiento de estas masas del chavismo.
Rupturas bolivarianas
Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en 2012 se produjeron un total de 77 asesinatos de sindicalistas solo en Anzoátegui. Esta cifra casi triplica la del 2011, cuando la Vicaría de DD.HH. de la Arquidiócesis de Caracas contabilizó 26 víctimas, y duplica la cifra de 2010 (30 muertos). La proliferación de sindicatos paralelos provocó disputas por los afiliados que redundaron en el llamado “sicariato”, por el que se eliminaron, asimismo, a los dirigentes menos alineados con las disposiciones patronales, con la anuencia de los gobiernos de los estados. Estos crímenes tienen también como marco el crecimiento de la conflictividad sindical. El Fadess señaló que desde el año 2008 al presente, el promedio de conflictos anuales estaba entre 2.000 y 2.500 y para el 2012 había más de 3.000 [5].
Más allá de su vínculo con los sectores más concentrados la burguesía venezolana, cuando se aplicó la devaluación a principio de año, Capriles pidió un aumento salarial de emergencia de 46,5% para compensar la pérdida de poder monetario, mientras que desde el chavismo se pedía “mesura” y apoyo a la medida. En el mismo sentido, en mayo del 2013 en el estadio Alejandro Borjes de Maracaibo, se llevó a cabo una asamblea de ciudadanos con los empleados despedidos y los miembros de mesa de su comando de campaña. Allí, Capriles afirmó que iría por todo el país para conocer la situación de todos los trabajadores. Al mismo tiempo, denunciaba el despido de 9.200 trabajadores en el Estado de Zulia [6].
Al mismo tiempo señaló los incumplimientos del Estado en el pago de prestaciones sociales en regiones como Guayana. La UNT, además de coincidir en estas críticas, sostuvo que se trataba de una reforma con impacto inflacionario. El Fadess por su parte sostuvo que esta nueva ley prohíbe la reelección en los sindicatos y que entrega muchas prerrogativas al inspector laboral, como por ejemplo que en la antigua ley, una vez que se introducía un pliego conciliatorio empezaban a correr 120 días, ahora este tiempo dependen del inspector del trabajo.
En abril, Maduro reglamentó la Ley Orgánica del Trabajo, que si bien anuncia ciertas ventajas (reducción del período de prueba, reducción de la jornada laboral nocturna y diurna para las empresas privadas), vincula el cobro retroactivo de los montos correspondientes a seguridad social a la rentabilidad de un fondo dependiente del Estado. Por último, establece “consejos de trabajadores” dependientes del Estado, por fuera de las organizaciones sindicales, para “controlar” las condiciones de trabajo. Asimismo, todas las ventajas prometidas en la nueva ley sólo serán implementadas una vez que los inspectores nombrados por el Estado, y no los sindicatos, examinen su viabilidad en cada una de las empresas. Por último, la reforma cataloga algunas actividades como “de interés público”. Con la excusa de evitar su suspensión durante los feriados, se establece un principio legal para impedir el ejercicio del derecho a huelga. Es decir, en un esquema en el que se anuncian ciertas concesiones, a la clase obrera se le retiran prerrogativas organizativas.
Como vimos, la oposición de los gremios expresa la quiebra del gobierno con una parte importante de la clase obrera organizada sindicalmente. Maduro tomó nota de la situación, pues a los pocos días de asumir, convocó a todos los sindicatos a un “diálogo nacional”. La CTV sostuvo que estaba dispuesta, pero que ello no era compatible con la “operación limpieza”, que consistía en despidos masivos en la administración pública, en particular en Zulia, Táchira y Carabobo. Es decir, mientras el gobierno pretendía escuchar demandas, provocaba nuevos descontentos.
Conclusiones
La información que vertimos aquí deja al descubierto la efectiva ruptura entre el chavismo y cierta fracción de la clase obrera. Chávez nunca pudo sostener su hegemonía en la clase obrera ocupada. Desde el 2006, perdió a su principal baluarte en ese campo. La CTV, una central menor y tradicionalmente a la derecha, siempre apoyó a los candidatos opositores. No obstante, la novedad de los últimos años es el estallido del sindicalismo chavista, sumado al creciente descontento con el gobierno, que redunda en una migración hacia una oposición que ya no reclama públicamente un programa de ajuste, sino que intenta mostrarse como un paladín de las demandas obreras.
Este cuadro de situación está provocado por la ausencia de un corriente revolucionaria en el seno de la clase obrera. De haber existido, no habría tenido mayores problemas en canalizar todo este descontento. Que el chavismo, en algún momento, iba a perder obreros, era algo previsible. Que todo ese caudal iba a ser la base de masas de la derecha, algo que se debía evitar. La mimetización de gran parte de la izquierda con el chavismo y la ausencia de una crítica elemental hacia el régimen se mostraron, paradójicamente, como el elemento que favoreció a Capriles. Los propugnadores de “lo posible” terminaron produciendo eso que querían evitar. Seguramente, en el futuro, encontraremos a muchos “socialistas” apoyando la represión a las huelgas obreras con la excusa de que son “de la derecha”. De la misma forma que aquí una parte de una izquierda que se presume “revolucionaria” se niega a apoyar a los trabajadores si marchan con Moyano.
Notas
1 http://goo.gl/bMigi
2 http://goo.gl/ILDf7
3 http://goo.gl/WPd5f
4 http://goo.gl/T9ZW1
5 http://goo.gl/W6a1O
6 http://goo.gl/lX5es