Marina Kabat sobre “Telefonistas. Las obreras torturadas bajo el primer gobierno de Perón”, de Marcial Luna. En Diario El Tiempo (20/04/2018)

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Mito y realidad: no todo peronismo pasado fue mejor

Cuando reinaba el menemismo y durante los malos momentos del kirchnerismo, el 45 fue una especie de paraíso perdido evocado con nostalgia por los partidarios descontentos con el devenir contemporáneo del movimiento. Sin embargo, como lo prueba el libro de Marcial Luna, no todo peronismo pasado fue mejor. Luna desmonta este mito de un peronismo originario paradisíaco, libre de los vicios del peronismo actual. Luna da cuenta de un caso de violación de derechos humanos durante el primer gobierno peronista. Es un caso emblemático: se trata de un grupo de mujeres huelguistas del gremio telefónico que en el año 1949 fueron detenidas y torturadas por la Policía. Los responsables del hecho lejos de ser amonestados, fueron felicitados en forma pública y fueron promovidos por su actuación.

¿Y comieron perdices? Perón y los trabajadores tras el 17 de octubre

La mayoría de los libros sobre el peronismo y el movimiento obrero inician el relato con el arribo de Perón a la Secretaría de Trabajo y Previsión y lo concluyen el 17 de octubre. El fin del relato se asemeja a los cuentos de hadas y su clásico “y vivieron felices para siempre.” Pero, como toda pareja sabe, la luna de miel y el matrimonio son dos momentos muy diferentes. El libro recientemente publicado de Marcial Luna nos introduce en esta otra historia pocas veces contada, y nos permite adentrarnos en la vida de casados de Perón y los trabajadores y su difícil convivencia.

El sector telefónico estuvo durante los primeros años peronistas en el centro de las disputas políticas. Su principal dirigente, Luis Gay dirigía el Partido Laborista, formado por los sindicatos que avalaron la candidatura de Perón en las elecciones de 1946. Luego de las elecciones, Perón ordenó su disolución. Cipriano Reyes pagó con la cárcel su resistencia a esa medida.

Luis Gay, no solo dirigía el Partido Laborista y el gremio telefónico, sino que también se presenta a las elecciones de la CGT y las gana, pese a que Perón promueve a otro candidato. Como Secretario General de la CGT no acepta seguir las instrucciones gubernamentales y es forzado a renunciar. Como Perón tampoco quiere dejarle margen de acción en su propio gremio, interviene el sindicato de los trabajadores telefónicos.

Como lo muestra Marcial Luna, el gremio intervenido es una olla a presión: a los reclamos porque se permita a los trabajadores elegir la conducción de su propio sindicato se suman las quejas por una nacionalización sui generis del servicio telefónico más beneficiosa para la empresa supuestamente desplazada que para el Estado Nacional. Además, hay un núcleo de trabajadores que se resiste a afiliarse al partido peronista, tal como lo requería el Estado como condición para que conservaran sus puestos. Finalmente, las agotadoras condiciones laborales de las telefonistas hacían que ellas reclamaran no solo aumento de salario, sino una reducción de la jornada laboral a 6 horas.

Una joven que iba altrabajo en bicicleta

Un grupo de activistas afiliados al Partido Comunista encabeza el reclamo. En un primer momento Perón se muestra bien predispuesto. Hasta recibe sonriente el pedido de mejoras de la mano de una obrera, la joven Nieves Boschi.  Promete hacer todo lo posible. Sin embargo, al iniciarse la huelga esa joven es detenida, y torturada en dependencias policiales. Entre sesiones de picana eléctrica le muestran el mismo pliego de reivindicaciones que ella le había dado a Perón. Los torturadores le dicen que la harían soltar su bebé (ella estaba embarazada) y mientras aplican la picana en sus genitales le avisan que ya no podría volver a montar su bicicleta. Los oficiales conocían su rutina. Nieves pierde su embarazo a consecuencia de los tormentos sufridos.

Marcial Luna no solo analiza estos sucesos. Sino que indaga también cómo se cierra el círculo para que la denuncia de estos casos no prospere: así describe la ronda de reconocimiento donde el juez se abraza con los torturadores, el cerrojo operado sobre la prensa y los debates de ese mismo año en los que se decidió que la Constitución peronista no incluiría el derecho a huelga y que, por el contrario, daría jerarquía constitucional a la largamente cuestionada Ley de Residencia.

Derechos humanos y peronismo

El caso de las telefonistas torturadas es solo la punta del iceberg que ilustra el funcionamiento del aparato represivo conformado por el peronismo en el poder. El espionaje sistemático a los obreros, el control de los sindicatos, las detenciones arbitrarias, la tortura e incluso asesinato (casos de Carlos Antonio Aguirre en Tucumán en 1949 en medio de la huelga azucarera o el médico rosarino Juan Ingallinella en 1955), fueron los mecanismos utilizados para mantener bajo cuerda al movimiento obrero una vez que se acabaron las perdices y llegaron los años de vacas flacas. Para desarrollar estos procedimientos el peronismo creó toda la estructura represiva de la Argentina moderna. Por eso, años más tarde, cuando en 1961, el coronel Hamilton Alberto Díaz, del Servicio de Informaciones del Ejército dictó en la Escuela Superior de Guerra una conferencia sobre las herramientas para la represión interna, señaló que todas las herramientas legales para el despliegue de las actividades del ejército, habían sido creadas con anterioridad por el peronismo. El supuesto paraíso perdido, el peronismo original, fue en realidad el reino de los servicios de inteligencia y el momento en el cual los aparatos represivos actuaron con mayor impunidad, celebrados, incluso, por una burocracia sindical adicta al régimen.

La memoria social está sujeta a muchos avatares y está expuesta a múltiples operaciones: lo vemos hoy cuando la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, cuya fuerza política gobernó el país por doce años sin habilitar nunca el debate parlamentario por el derecho al aborto legal y gratuito, se promociona como feminista, al tiempo que circulan en las redes ilustraciones suyas con un pañuelo verde al cuello. Mito y realidad son muy diferentes. Allí está el libro de Marcial Luna, para que ambos no se confundan bajo la pátina del tiempo.

(*) Investigadora CONICET, docente UBA y autora de “Perónleaks. Una relectura del peronismo en base a sus documentos secretos (1943-1955)”.

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