¿Es verdad que una alta conflictividad fue contraproducente para las fábricas ocupadas? Compare con nosotros las trayectorias de los distintos casos y comprenderá que, como en todo, la lucha paga.
Marina Kabat
TES-CEICS
El triunfo de la línea cooperativista
Hoy en día, en la Argentina, se ha naturalizado el hecho de que las fábricas ocupadas funcionen bajo una estructura cooperativa. Al mismo tiempo, se ha generalizado la expresión “empresas recuperadas”. Supuestamente ésta sería más pertinente que la de fábricas ocupadas, que sólo aludiría a un momento del proceso de la consabida “recuperación” y concentraría la mirada en una situación conflictiva no presente en todos los casos, ni en todas las etapas del proceso.
De esta manera, la formación de cooperativas se debería a su mayor conveniencia y no a una combinación de represión y cooptación estatal. El contraste con la situación en Venezuela -donde el proceso de nacionalización de firmas fue importante- debiera servir para ilustrar sobre otras posibles alternativas y evitar una mirada teleológica del proceso.
El INAES -Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social-, una institución estatal, insistió, desde su creación en el año 2000, en la conformación de cooperativas como única vía para que las fábricas ocupadas fueran reconocidas. El INAES ha procurado tutelar las fábricas ocupadas y en su resolución número 2037 del año 2003 creó nuevas regulaciones sobres las cooperativas e incrementó su propio poder de policía sobre ellas.
Los obreros de Brukman y Zanón, las dos fábricas ocupadas más importantes, originalmente rechazaron la conformación de cooperativas. La represión y la falta de apoyo económico por parte del gobierno finalmente las obligaron a aceptar la forma cooperativa. Los trabajadores de ambos establecimientos resistieron casi dos años (entre 2001 y 2003 Brukman; entre 2002 y 2004 Zanón) antes de aceptar la forma cooperativa. Cabe recordar que antes del brutal desalojo de 2003 los trabajadores de Brukman todavía afirmaban que no estaban de acuerdo en aceptar un “microemprendimiento”. En Zanón, la cooperativa “FASINPAT”, recién se forma en mayo de 2004, tras 27 meses de gestión obrera de la producción. Si bien esto es presentado como una medida transitoria en pos de la lucha por la estatización, ésta última se avizora como lejana y hoy no parece trascender plano declamativo.
La represión que sufrieron y el resultado negativo de sus intentos de estatización bajo gestión obrera, actuaron como un caso testigo para las demás fábricas ocupados y tuvieron, de este modo, profundos efectos disuasorios y disciplinadores. La bibliografía que comentamos, opera en el plano ideológico en el mismo sentido.
Los principales problemas que afectan hoy a las fábricas ocupadas derivan de su carácter cooperativo. En función del mismo, los obreros, en términos legales, se han transformado en socios de las cooperativas, con lo cual han perdido todos los derechos laborales. Al mismo tiempo su fortuna ha quedado al arbitrio del mercado. De la suerte de la cooperativa en la competencia capitalista dependerá el nivel de ingresos o lo estabilidad laboral de los trabajadores. La percepción de distintos subsidios estatales ha sido apenas un paliativo a esta situación. Pero su gravitación se demuestra por el hecho de que hoy uno de los principales reclamos de las fábricas ocupadas sea la duplicación de los REPRO o planes línea 1 que perciben (se trata de 600 pesos mensuales por trabajador).
Las expropiaciones
Cuando la creación de una cooperativa fue acompañada de un proceso de ocupación, se obtuvo la expropiación en un mayor número de casos. De acuerdo a un relevamiento realizado en 2004, la mayoría de las fábricas ocupadas había obtenido la expropiación mientras que las empresas que no fueron ocupadas sólo la habían obtenido en alrededor de un tercio de los casos.2 En 2004, la mayor parte de las empresas recuperadas no habían conseguido la expropiación, y cuando la tenían era temporaria. En cambio en el 2010 el 63% de las empresas ha obtenido la expropiación, incluso el 19% obtuvo expropiación definitiva. En ese sentido pareciera existir un progreso. Sin embargo, las clausulas de esas expropiaciones las vuelven precarias. Una decena de firmas de la ciudad de Buenos Aires que entabló una lucha conjunta por la expropiación definitiva la obtuvo mediante la ley 1529 de 2004. Dentro de este grupo se encontraban Chilavert y Brukman. Pero esta ley no ha sido reglamentada y el gobierno porteño no inició el pago acordado por la expropiación, lo que abre la puerta a reclamos judiciales de los propietarios. En una situación similar se encuentra Zanón, que obtuvo la expropiación definitiva hace 2 años, pero como el gobierno neuquino no se presentó inmediatamente ante el juzgado que atiende la quiebra de la firma y no realizó los pagos correspondientes, el proceso se prolonga. El pasado 10 de noviembre los obreros de Zanón realizaron una marcha denunciando estas dilaciones y pidiendo que se concluya el proceso de expropiación.
En peor situación se encuentran quienes optaron por canales de reclamo individuales relacionados con la vía judicial. En particular este es el caso del hotel Bauen. En julio de este año la Corte Suprema de Justicia rechazó el recurso de queja que la Cooperativa de Trabajadores había presentado en 2009. El presidente de la cooperativa dijo entonces: “El rechazo de la Corte nos hace despabilar y ponerle toda la energía a lograr la sanción de la Ley de Expropiación”.3 En el mismo artículo, ese periódico señaló: “si desde 2003 la pelea fue legal, ahora es política”. Siempre se trató de una lucha política, y quienes actuaron tratando de convencer a los obreros de encaminarse por vías lo más institucionales posibles, alejándolos de la lucha política colectiva, deberían asumir ahora la responsabilidad del fracaso de su orientación. Todavía en julio los obreros tenían expectativas acerca de que el transcurso del año electoral les sería favorable, pero esto no ha sucedido. En todos estos años se ha perdido un tiempo valioso puesto que se desaprovechó el momento cuando la relación de fuerzas era más favorable a la clase obrera. Esto demuestra que el conflicto no resulta contraproducente a los intereses obreros –como parece creer la bibliografía criticada- sino que por el contrario, quienes quisieron evitar un conflicto abiertamente político y de cariz colectivo, se encuentran hoy en peor situación legal.
El Argentinazo y después
La bibliografía que hemos criticado parece verse obligada diluir la relación entre fábricas ocupadas y el Argentinazo. Sin embargo, de acuerdo a sus propios cálculos del total de empresas recuperadas que hoy funcionan (aquí incluyen cooperativas que se organizan en torno a una firma preexistente y que no implica el desarrollo de una ocupación) el 49,75 % se produjo entre 2002 y 2004 y solo un 20,9% con posterioridad a esta fecha. Que, si bien a un ritmo más lento, continuaran apareciendo nuevas ocupaciones, es una prueba de que nos encontrábamos ante un reflujo relativo. Pero este año existen varios indicios de que el proceso abierto con el Argentinazo ha sido cerrado. Una muestra de esto es que en 2011 no hemos podido constatar que se tomara fábrica alguna: no figura ninguna en las prensas partidarias de izquierda, ni ninguna de las más de 260 cooperativas nuevas que registra el INAES son fábricas ocupadas. Esto es significativo en un contexto en que distintas plantas han despedido (ver nota de Ianina Harari en este suplemento) o suspendido trabajadores (ver de la misma autora su nota en El Aromo pasado). En 2008 una situación similar condujo a la ocupación de Indugraf y otras plantas. Incluso, ese año ante los primeros despidos en automotrices hubo un movimiento que amenazó con la ocupación de General Motors. Contrariamente, nada de esto ha ocurrido en 2011, lo que constituye una prueba más de la clausura del proceso abierto 10 años antes. Esto no nos retrotrae, sin embargo, a un escenario de derrota y retroceso similar al de los ’90. El Argentinazo ha dejado en pie una serie de organizaciones y cuadros militantes que debemos defender. Entre ellos figuran, por cierto, las fábricas ocupadas. Pero si una actitud sectaria e ingenua hacia ellas era peligrosa en el momento de alza de la lucha de clases, lo es más ahora cuando enfrentamos una recomposición de la hegemonía burguesa. Como en tantos otros campos, defender las fábricas ocupadas y pelear por mantener y profundizar las simpatías revolucionarias en su seno, requiere que se aúnen las fuerzas de los partidos de izquierda para poder presentar batalla, tanto a la reacción como al reformismo.
Notas
2 Trinchero, Hugo (dir): Las empresas recuperadas en la Argentina: Informe del Segundo Relevamiento del Programa Facultad Abierta, UBACyT de Urgencia Social F-701, 2004. [SEUBE Facultad de Filosofía y Letras—UBA] 3 La vaca.org, 12/7/2011.