Ladran Sancho. Felipe Pigna y su versión de la clase obrera bajo el yrigoyenismo

en El Aromo n° 34

Por Julieta Pacheco – Durante los primeros días de noviembre la editorial Planeta sacó a la calle el tercer tomo de Los mitos de la historia argentina, de Felipe Pigna. En menos de una semana agotó tres ediciones, vendiendo 60.000 ejemplares. Este número refleja de manera contundente el gran interés que despierta en el público conocer la historia Argentina. En este caso volvemos a ser testigos del denominado fenómeno Pigna que, de un tiempo a esta parte, ha logrado instalarse como un referente progresista y popular de nuestra historia. En este sentido, Pigna ha intentado construir una imagen que lo diferencie y lo distancie de las versiones académicas y elitistas, proponiendo como alternativa a los héroes de bronce, una historia “de la gente para le gente”. A continuación, nos sumergiremos en el mundo Pigna para ver cómo nos cuenta la primera mitad del siglo XX.

El enfrentamiento

En el camino hacia la construcción de una explicación de toda la historia Argentina, desde la Revolución de Mayo hasta nuestros días, Pigna nos ofrece el tercer tomo de su obra, que incluirá dos tomos más, uno que iría de 1943 a 1976 y otro de 1976 al 2001.1 Este tercer tomo, que abarca el período que comienza con la declaración de la Ley Sáenz Peña en 1912 y termina con los gobiernos de Justo y Castillo (1932-943), cuenta con un prólogo del renombrado Osvaldo Bayer. En este artículo pondremos énfasis en sólo uno de los capítulos, “La dignidad rebelde. El movimiento obrero durante las presidencias radicales”, entendiendo que logra sintetizar los elementos centrales del enfoque de Pigna.

El capítulo que reseñamos se concentra en uno de los acontecimientos más importantes y sangrientos de la clase obrera argentina: la Semana trágica de 1919. Por un lado, describe la trayectoria de un movimiento obrero recuperado de la derrota sufrida frente a la represión ejercida por el Estado durante el Centenario. Por el otro, relata la forma de intervención del primer gobierno democrático. Según Pigna: “la administración radical oscilaba entre el reconocimiento de los sindicatos, intermediación y la represión”.2 En este marco los hechos de la Semana trágica pondrían en jaque a este primer gobierno radical y nos mostraría su cara represiva. Concretamente, en la versión que nos ofrece Pigna, los acontecimientos comenzarían con un “piquete”, realizado por los obreros en huelga, en la puerta de los talleres Vasena. Este hecho sería el comienzo de un enfrentamiento entre obreros y la policía, en el cual se produce un tiroteo en donde morirían cuatro civiles y treinta resultarían heridos. Los muertos habrían sido personas que no estaban involucradas en el conflicto: una estaba tomando mate en su casa, dos eran recolectores de basura que quedaron atrapados en el tiroteo y el tercero era un jornalero que estaba por la zona: “ninguno fue muerto en actitud de combate, ninguno estaba agrediendo a las fuerzas represivas”.3

Pigna continuará relatando los hechos hasta llegar al otro enfrentamiento importante, el del día del entierro de las víctimas. Nuevamente, Pigna se encarga de remarcarnos que al frente de la manifestación marchan mujeres, niños y familiares de los caídos, gente inocente que se verá afectada por el enfrentamiento. Antes de la resolución del conflicto, Pigna reseña la formación y la actividad de La Liga Patriótica: “bandas terroristas armadas […] lo hacían con total impunidad y con la más absoluta colaboración y complicidad de los oficiales”.4 Por último, la huelga triunfaría a partir de la negociación entre una de las dos centrales sindicales que nucleaba a una parte de los trabajadores, la FORA IX, y un gobierno radical presionado por “los dueños del poder”.5

Los otros dos episodios de represión contados en el libro son los hechos sucedidos en la empresa inglesa La Forestal, ubicada en Santa Fe y en las estancias de Santa Cruz. El primer hecho da cuenta de una manifestación que, en 1921, fue sofocada con una brutal represión por el gobierno democrático de Yrigoyen. El segundo, se produce cuando los obreros rurales afiliados a la FORA se rebelan, llamando a una huelga general. Como consecuencia de esto, se producen grandes despidos y se desata un enfrentamiento. El gobierno manda a Héctor Benigno Varela, quien había estado bajo el mando de Dellepiane durante la Semana Trágica, para solucionar el conflicto. No lo logra. Y a partir de la presión ejercida por Gran Bretaña y Estados Unidos, Varela decretará la pena de muerte (ya abolida) para los subversivos. De esta manera se desata una gran represión. Cuando Varela regresa a Buenos Aires, Yrigoyen lo premia nombrándolo director de la escuela de caballería de Campo de Mayo.

En los tres acontecimientos relatados por Pigna, vemos un mismo hilo conductor. En todos hubo enfrentamientos entre la clase obrera organizada y la burguesía, según Pigna, extranjera. La clase obrera fue fuertemente reprimida y sólo consiguió reformas en el caso de la Semana Trágica, donde la FORA habría conciliado con Vasena.

La conciliación

Como bien vimos en la descripción de los enfrentamientos que contamos, Pigna avanza sobre la visión tradicional de la historia (Romero, Hilda Sábato y compañía) y reconoce a una clase obrera organizada y luchando por la reivindicación de sus derechos. Otro mérito es relatar la historia de forma sencilla y con una continuidad entre los hechos. Es así como vemos que la represión de Santa Cruz estuvo a cargo de un agente que reprimió años anteriores en la Semana Trágica. También, la continuidad de la organización obrera en los 20 y lo que 50 años más tarde se conocerá como el Cordobaza.6 En esta línea Pigna se toma el trabajo de dejar en claro que Krieger Vasena, Ministro de Economía de Onganía, es descendiente directo de Alfredo Vasena, el dueño de los talleres metalúrgicos donde se desencadena el primer enfrentamiento. Otro elemento importante es que intenta relacionar los primeros años del siglo XX con los primeros del siglo XXI, a partir de los métodos de lucha de la clase obrera y para ello bien le viene la palabra “piquete”.

Así y todo, debemos dejar en claro cuáles son los límites de la historia que cuenta Pigna. Antes que nada, debemos aclarar que la profesión de Pigna es un divulgador. En este caso, se encarga de contar la historia Argentina adaptada a las necesidades del presente. Por lo tanto, lo que aquí importa, no es cuestionar su lugar como historiador, sino el programa con el cual divulga la historia. Y es aquí en donde Pigna borra con el codo todo lo que escribió con la mano. En primer lugar, recupera la organización de la clase obrera en la actualidad. Esto es algo que no puede dejar pasar después de la experiencia política más importante de los últimos tiempos, el Argentinazo. Pero este reconocimiento progresista oculta un programa conservador. Por un lado, señala que la organización de los trabajadores es necesaria para la defensa de sus intereses. Pero, por otro, señala el peligro que corre el movimiento obrero cuando opta por el uso de métodos de acción directa.

En el caso del tiroteo en los talleres Vasena y durante el cortejo fúnebre, los muertos habrían sido inocentes que, aparentemente, nada tenían que ver con el conflicto. En este punto, Pigna se acerca peligrosamente a la concepción de un enfrentamiento entre dos bandos, donde la sociedad civil queda en el medio como rehén. El segundo peligro que marca Pigna a los trabajadores es la consecuencia que puede acarrear la lucha por sus derechos: una brutal represión. Es aquí donde nuestro amigo Felipe nos aconseja ser moderados con los métodos que utilizamos para llevar a cabo nuestros reclamos.

El último elemento que termina de defi nir al programa del popular historiador es el relato que hace de la fi nalización de la huelga de la Semana Trágica. La FORA IX negocia con Vasena logrando las reivindicaciones que le ponen fi n a la huelga. Luego de esto, todos los obreros volverían a sus puestos de trabajo. Pigna no cuenta que esa negociación fue desatendida por la clase obrera, quien siguió accionando en las calles bajo la dirección de los anarquistas de la FORA V. Y no cuenta esto, porque tampoco se tomó el trabajo de explicar cuál es el programa anarquista, sólo dice que eran “pacifi stas, que tenían ideas muy nobles y que se equivocaban con los atentados porque allí moría gente inocente”.7 El programa anarquista, básicamente, promueve la acción directa de la clase obrera, descreyendo de los partidos políticos. El autor es muy astuto en no mencionar esto, porque él está reconociendo al movimiento obrero e intenta darle una salida institucional a sus demandas. Pretende dejar atrás el método utilizado por la clase obrera durante los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001. Para ello, intenta aconsejar cómo debe organizarse y accionar la clase obrera y cuál debe ser su relación con el Estado y con la burguesía nacional e internacional, marcadas, falsamente, como una buena y otra mala. Los enemigos del pueblo serían las burguesías extranjeras que no quieren aportar para el desarrollo de la Nación.

A partir de lo reseñado nos queda claro a qué se debe el éxito de las ventas del libro de Pigna. Recupera los enfrentamientos contra las clases dominantes y ofrece una explicación a la situación presente, lo que vemos que hace cuando marca las continuidades y relaciones de los diferentes procesos. Pero, los combates son diluidos en un intento de encapsularlos en los marcos legales. O sea a gusto y placer del enemigo. Otro elemento, la alusión a ciertos personajes, como la de los Vasena, muestran una concepción basada en caracteres individuales, mezquinos o corruptos. Lo individuos son juzgados por llevar adelante acciones moralmente buenas o malas. Es así como Pigna, que intenta separarse de Romero y cía., termina teniendo más similitudes que diferencias. Ambos ven la historia como hechos de acciones individuales, con un predominio de las ideas y la autonomía del Estado. Esto nos muestra que unos y otros comparten el mismo programa: el de la burguesía.

Por último, la salida del libro a casi dos meses del aniversario del 19 y 20 de diciembre de 2001, en donde la clase utilizó el método de acción directa y la violencia para hacer oír sus reclamos, es muy pertinente para una burguesía que intenta recomponerse después de los aires de la insurrección de diciembre. El libro, como toda su producción, demuestra que hasta la burguesía sabe que el Argentinazo todavía sigue vivo.


Notas

1www.perfil.com
2Pigna, Felipe, “La dignidad rebelde. El movimiento obrero durante los gobiernos radicales” en Los Mitos de la historia Argentina, Ed. Planeta, Buenos Aires, 2006, p. 63
3Op. cit., p. 68
4Op. cit., p. 79
5Op. cit., p. 85
6Op. cit, p. 74
7www.perfil.com

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