La urgente necesidad de una presencia

en El Aromo n° 43

Verónica Baudino

Editora responsable

Dos pingüinos, un toro apodado “Alfredito”, una paloma inflable y la actuación estelar de 5 militantes disfrazados de huevos, para demostrar que ellos “se la bancan”, son parte de la “renovada” artillería de los defensores del “campo” y del gobierno. La bizarra escena tiene su escenario en la Plaza Congreso. Esta nueva fase del conflicto, consistente en ganar espacios en el mediático escenario, tiene su antecedente en la disputa por la Plaza de Mayo, batalla que tuvo como protagonista a un hoy ausente Luis D´ Elía, que desalojó a golpes de puño a los “caceroleros” de teflón. Obviamente, en esta oportunidad, el objetivo es instalarse en un lugar estratégico para propagandizar posiciones y ganar adhesiones de los sectores que hasta ahora se mantuvieron al margen. El lugar a ocupar, a su vez, no es cualquiera. El campamento actual remite a la histórica lucha de los docentes, que culminó con la instalación, contra Carlos Menem, de la carpa docente, miserablemente levantada después de centenares de días de lucha, a favor de Fernando De la Rúa. Allí también se congregaron las masas el 19 de diciembre de 2001 y constituye el centro de la disputa política nacional, junto con la Plaza de Mayo.

Ponga huevo, don Pingüino

La decisión del campo de instalar carpas en Plaza Congreso, apuró a los kirchneristas a armar las suyas para evitar que sus contrincantes avanzaran. El sábado 21 de junio ubicaron sus primeras carpas sin mayores repercusiones, que llegarían el lunes 23, cuando el gobierno de la ciudad ordenó desalojar la plaza. La justificación: los manifestantes no tenían autorización del gobierno y ponían en peligro vidas humanas. No obstante, la Policía Federal desatendió el llamado macrista y las carpas siguieron en su lugar, más aún, multiplicándose. Con este intento fallido, el Pro trató de evitar el avance de la ocupación, actuando a favor del campo. Aníbal Fernández salió en defensa del campamento K, acusando a los funcionarios porteños de querer desalojar la plaza mientras avalaban la paralización el país durante 100 días. La pulseada la ganó el gobierno, apoyado en un fallo del juez Gallardo, quien usó como argumento el permiso que el gobierno porteño extendió para la realización de las misas multitudinarias de Luis Palau. La mayor parte de la Plaza quedó ocupada por las carpas de los defensores del gobierno. En ellas colgaron sus banderas y carteles el Movimiento 26 de julio, la FTV, el Frente Transversal (CTA), el Segundo Centenario, Militancia Peronista, Madres de Plaza de Mayo, Movimiento Evita, MUP, Juventud Peronista, Peronismo Militante, La Cámpora, Compromiso K, Mesa Federal Bertelloto, Identidad, Justicia Social y Partido Militancia Social. Entre los sindicatos, sólo se hicieron presente Vialidad Nacional y UTE. Como representantes de entidades empresarias, Fedecámaras y Cámara Argentina de Empresas. Por su parte, el POR Posadista y el PC también sumaron al sector K del Camping Congreso, al que por estos días señala como su lugar natural el Partido Humanista y su carpa “naranja”. En las diferentes carpas se organizan charlas con gente como Norberto Galasso, Hebe de Bonafini y Daniel Filmus, recitales y proyección de películas. A su vez, las organizaciones cuentan con una batería de volantes y periódicos donde explican las bases de su apoyo a las medidas discutidas. La línea general es la exaltación del gobierno como progresista y el representante general de los intereses nacionales, con una especial apelación al apoyo de los trabajadores y los pequeños empresarios. En las carpas adornadas con fotos y citas de militantes montoneros, Madres de Plaza de Mayo y Jauretche, la tendencia Nac&Pop, intenta desmitificar los argumentos del “campo”. Las “nuevas zonceras” argentinas serían la creencia en que las retenciones sostienen al Estado, que los medios son independientes, que el campo trabaja de sol a sol, que al campo le interesa la comida de los argentinos, que sólo el campo genera trabajo digno y que el gobierno no quiere dialogar. A cada una se oponen con argumentos que enfatizan que el crecimiento económico, de la recaudación y del empleo, son producto de las políticas estatales asentadas en el incentivo a la reindustrialización nacional. A su vez, denuncian que en el campo no hay trabajo sino especulación e insisten una vez más en el carácter monopólico de Clarín, derivado de la Ley de Radiodifusión de la última dictadura militar. Sin embargo, por el momento, en las carpas las consignas y actividades sólo son sostenidas por militantes. Excepto en algunas actividades puntuales, permanecen vacías atrayendo sólo a algunos turistas curiosos.

Toritos, palomas y santos

Sin escándalos de por medio ni tanta parafernalia, el campo también instaló su única carpa. Empapelada con cartelitos de apoyo de visitantes de todas partes del país y adornada con cuadros de santos, la carpa “verde” es escoltada por el toro “Alfredito” y una paloma que simboliza la democracia y la Constitución Nacional. Este sector del camping aglutina un variopinto grupo de organizaciones, desde entidades insospechadas de populares hasta partidos de izquierda. Entre ellas se encuentran las cuatro entidades del campo (SRA, FAA, CONINAGRO y CRA), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), las Asambleas del Pueblo, Trabajadores Desocupados MTD La Matanza, el Partido Comunista Revolucionario (PCR), la Asociación de Agricultores de Concordia, el MIDJ (comandado por Raúl Castells), los Trabajadores de Edificios convocados en apoyo al campo, el Movimiento Patriótico Nacional Provisional (jubilados) y la FTV Disidente, entre otros. El clima que se observa es de discusión permanente, aunque desorganizada, entre quienes se acercan a la carpa. No hay charlas ni actividades planificadas. El centro de la escena lo ocupan las mesas dispuestas para la junta de firmas para la derogación del decreto presidencial. Tampoco se entregan muchos volantes ni periódicos. Quienes allí obran como los principales propagandistas son los mismos representantes de las entidades, que se turnan para subir al escenario dispuesto en la puerta de la carpa. Allí, aguardados por medios de comunicación y, por lo general, mucha gente, explican el curso de las sesiones en el Congreso Nacional.

El gran ausente

Mientras el mundo se desbarranca hacia la crisis, el Camping Congreso se ha transformado en el campo de batalla por una riqueza social que, probablemente, se esfume en poco tiempo. Más allá de los sellos, tanto las carpas K como la recientemente levantada “carpa verde”, están llenas de contenido burgués. Lo que significa que tanto la clase obrera como la pequeña burguesía que protagonizaron el Argentinazo siguen ausentes. Salvo por la “carpa roja” del MAS y algún acto del PO, la izquierda revolucionaria no ha tomado su lugar en la contienda. Su intervención es, sin embargo, la única que puede transformar esta triste payasada en un drama de verdadero interés. Urge, entonces, una convocatoria decidida a la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados y preparar allí una intervención conjunta.

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