Colombia se presenta como la principal aliada latinoamericana de los EE.UU. en la “lucha” contra el narcoterrorismo. Venezuela, por el contrario, aparece como el principal enemigo de los EE.UU. en la región. Los enfrentamientos entre Chávez y Uribe, con amenazas hasta militares, refuerzan el contraste entre ambos países fronterizos. Sin embargo, la burguesía colombiana se financia tanto con uno como con otro. Por un lado, las exportaciones baratas de recursos naturales al mercado estadounidense a cambio de préstamos y financiamiento para el Plan Colombia. Por el otro, la venta de alimentos y manufacturas caras a Venezuela ante la demanda engordada por el boom de los precios internacionales del petróleo. Analizaremos cómo el crecimiento de la economía colombiana se inscribió en este triángulo. Pero antes repasemos las bases históricas del desarrollo colombiano.
Del café a la deuda
La participación de Colombia en el mercado mundial fue siempre marginal y jamás superó el 0,24% del comercio global. El café, desde inicios del siglo XX, se convertiría en motor y única fuente de ingresos de divisas capaz de sostener los niveles de protección para su industria y agricultura hasta finales de los ‘80. En 1925-1949, las exportaciones de café alcanzaron los 2.162 millones de dólares y una participación promedio del 66% en el total. La edad de oro cafetera fue 1950-1969 cuando la participación del principal cultivo alcanzaría su máximo peso en las exportaciones (un 71% del total en promedio) y un valor de 7.441 millones de dólares acumulado. A partir de entonces empieza a perder peso. Desde inicios de 1970, si bien el valor de las exportaciones seguía en ascenso, la participación del café comenzó a descender. Entre 1970-1979, su participación fue de 55%, y bajó a un 46% entre 1980-1989. Desde entonces, la tendencia a la merma de su participación se profundizó, alcanzando una participación aproximada de 18% entre 1990-1999, y del 5% entre 2000 y septiembre de 2010.(1)
Desde principios de siglo XX y hasta 1991, los diversos gobiernos sean conservadores o liberales, han implementado políticas de protección a la industria, y también a la agricultura.(2) Sumado a las políticas proteccionistas y al otorgamiento de subsidios crediticios, se pusieron en marcha inversiones en infraestructura “dirigidas” a beneficiar a la burguesía colombiana. Asimismo, sobre todo desde la década de 1950, impulsaron la creación de empresas públicas, principalmente en el sector industrial y minero. Estas tendencias se mantendrían vigentes hasta las reformas de apertura comercial, a partir de 1991.
En un principio, la renta cafetera se convirtió en el principal recurso para financiar las políticas de protección destinadas a sostener a una industria ineficiente, tanto por escala como productividad. Sin embargo, a medida que la economía colombiana iba creciendo, los sectores protegidos aumentaban su peso y, por ende, también el “esfuerzo” para su protección. A mediados de los ‘70, y en un contexto de abundancia de capital ficticio producto de los elevados precios del petróleo, se multiplicaron los préstamos a gobiernos y empresas del denominado “Tercer mundo”. Por entonces, los recursos generados por la bonanza del café de 1975 permitieron a la economía colombiana funcionar sin necesidad de recurrir a elevados niveles de endeudamiento, en contraste con otras economías de la región. Pero la crisis del café en 1980 produjo una caída en las exportaciones y un deterioro en el balance comercial colombiano, obligando a recurrir al endeudamiento externo para cerrar el déficit comercial. El estallido de la crisis de la deuda en 1982, encontró al sector público y privado con un nivel de endeudamiento que rozaba apenas el 6% del PBI.(3) El todavía bajo endeudamiento permitió al gobierno colombiano postergar el proceso de ajuste. De todas formas, entre 1981 y 1985, el PBI creció tan solo un 2,5%, muy por debajo del 5,1% y 5,5% alcanzados en los ‘60 y ‘70 respectivamente. El desempleo pasó de 8,1% en 1981 a 13,8% en 1985.
El alivio llegaría con otra bonanza cafetera, que permitió un repunte del crecimiento económico con tasas superiores al 5% en 1986 y 1987. Ya en 1988, y con una inflación del 25% anual, el gobierno buscó enfriar la economía mediante la implementación de políticas de ajustes y estabilización. Pero su fracaso condujo al gobierno colombiano a desarmar el sistema proteccionista. Desde 1991, se implementó la apertura comercial y de la cuenta de capital, y se desreguló el mercado laboral. En 1993 se produjo un fuerte flujo de capitales, que tendió a la revaluación del peso y abarató las importaciones. Estas medidas generaron un aparente crecimiento del PBI liderado por un boom del consumo, financiado con el ingreso de capital extranjero que permitió “llenar” el creciente déficit en la balanza comercial.
Sin embargo, el crecimiento en base a la inyección de capital ficticio encontró su límite cuando el estallido de la crisis asiática de 1997-1998 disparó la fuga de capital en la región, dejando a Colombia sin crédito internacional. Esto condujo a las autoridades a ajustar, para comenzar a pagar la deuda externa. En 1998, la relación deuda-PBI era del 38%, pasando a 48% en 2001.(4) El auge de la crisis se produjo en 1999, cuando el PBI cayó 4,2% y el desempleo alcanzó el 20%. Entre 1998 y 2002, la tasa de crecimiento promedio anual fue de apenas 0,54%.
El matrimonio
Colombia recibió miles de millones de dólares por parte de EE.UU. para reforzar su poderío militar en el marco de la lucha contra las FARC y el ELN. Los planes “Colombia” y “Patriota” también financiaron la erradicación de los cultivos de hoja de coca y amapola. Además, Colombia autorizó el establecimiento de bases militares en su territorio, oficialmente “para entrenar a los militares colombianos contra la narcoguerrilla”.(5)
Pero detrás de estos vínculos políticos, se encuentra el hecho de que la economía norteamericana ha sido su principal socio comercial: el 42 % de sus ventas externas va a su aliado del norte.(6) El fundamento se encuentra en el trato aduanero preferencial otorgado por EE.UU. a los productos de la región andina. En mayo de 2002, EE.UU. renovó y amplió el sistema de preferencias arancelarias otorgadas unilateralmente a Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, alegando como propósito el desarrollo de una producción alternativa a la de cultivos ilícitos. Esta Ley de Preferencias Comerciales y de Erradicación de Drogas en los Andes (ATPDEA, en inglés) incluyó 6.300 productos, entre los cuales se encuentran el petróleo y derivados, textiles, indumentaria y calzado, atún y marroquinería, libres de arancel para su ingreso al mercado norteamericano.(7) Desde la entrada en vigencia de ATPDEA, las exportaciones colombianas pasaron de 13.129 a 37.626 millones de dólares en 2008. Entre las principales mercancías exportadas encontramos los aceites crudos de petróleo o de mineral bituminoso, con el 32%; hulla térmica con 14,6%; oro con 4,6%; café con 4,3%; naftas con 4% y el ferroníquel con 2,5%. Es decir, entre enero y agosto de 2010, la exportación de commodites alcanzó el 62% en el total exportado. El peso de EE.UU. se pone de manifiesto cuando observamos que, por ejemplo, el 71% del total de combustibles exportados por Colombia fueron a los EE.UU.(8)
El affaire con el no tan mal vecino
El acuerdo bilateral con EE.UU. se lleva toda la atención. Pero la importancia de Venezuela como socio comercial ha sido preponderante en la historia colombiana, sobre todo a partir de 1970. Desde entonces, el comercio bilateral experimentó varias fases de auge y crisis, atravesadas por el auge de los precios del petróleo y la crisis de la deuda de 1982 y 1999.
Tradicionalmente, Venezuela ha sido un mercado cautivo para los exportadores colombianos de manufacturas y agroindustrias, que se desarrollaron mediante la protección. Esto último, junto al escaso desarrollo industrial y manufacturero venezolano y los acuerdos bilaterales, permitieron a la industria colombiana hacerse del “mercado interno” venezolano. En 1991, ambos países establecieron por primera vez una zona de libre comercio. En 1994, concertaron la igualdad de tarifas frente a terceros en casi el 90% de sus aranceles de aduana. Ambos acuerdos crearon las condiciones para el desarrollo de ramas que, sin protección, no hubieran sido económicamente factible.(9) Los dos países actuaron de forma coordinada, hasta que en diciembre de 2006, Colombia firmó un Tratado de Libre Comercio con EE.UU., a pesar de la negativa venezolana. A raíz de ello, Chávez anunció el retiro de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), a efectivizarse en diciembre de 2011.
Dicha medida, aunque presentada como respuesta a un conflicto irreconciliable, fue un gesto para la tribuna. Entre 2004 y 2008, a pesar de las crisis en la relación durante 2002-2003, se produjo un auge jamás visto del comercio bilateral. La participación de Venezuela en el total exportado por Colombia pasó del 5,3% al 16,2%. Los elevados precios del petróleo permitieron a Venezuela contar con una enorme masa de divisas que alimentó un boom de consumo basado en dinero barato. El sector manufacturero colombiano colocó su producción en Venezuela.(10) Entre las principales exportaciones encontramos automóviles, textiles e indumentarias. Cada una con una participación en el total exportado de 11%, seguidos de la carne y químicos con 10% y cueros con el 6%. Para 2008, el superávit comercial con Venezuela había alcanzado los 4.951 millones de dólares.(11)
Ménage a trois
La crisis mundial tuvo un doble efecto en la economía colombiana. Por un lado, cayó el comercio con los EE.UU. Por otro lado, la crisis afectó sobre todo por la demanda venezolana, hacia donde van dirigidos los productos con mayor valor agregado. Razón por la cual, el comercio entre ambos países comenzó a descender drásticamente(12) . En julio de 2009, Chávez puso restricciones comerciales a las importaciones de productos colombianos. Tras el estallido de la crisis y los conflictos con Venezuela, desde julio las exportaciones colombianas cayeron un 12,69%. El superávit colombiano con Venezuela se redujo a 900 millones de dólares entre enero y octubre de 2010.(13) Sin embargo, entre enero y agosto de 2010, de la mano de una recuperación del comercio internacional, volvieron a crecer un 21,9%.
La crisis ya puso en jaque las relaciones de Colombia con su amante venezolana. Pero como el estancamiento económico de los EE.UU. no parece revertirse, su matrimonio puede también entrar en crisis. Lejos de haber aparecido una alternativa latinoamericana frente a la crisis, la debilidad económica regional será la característica de los próximos años y en eso van juntos tanto los amigos como los enemigos de EE.UU.
Notas:
(1) M. Urrutia et al: “Comercio exterior y actividad económica de Colombia en el siglo XX: exportaciones totales y tradicionales”, GRECO.
(2) S. Kalmanovitz y E. López Enciso: “Aspectos de la agricultura colombiana en el siglo XX”, en salomonkalmnovitz.com
(3) M. Damill, J.M. Fanelli y R. Frenkel: “La macroeconomía de América Latina en los ochentas. Los casos de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile y México”, CEPAL, 1994.
(4) J.P. Arango: “La bomba de la deuda externa”, en deslinde.org.co
(5) N. Grimaldi: “El guardaespaldas. O por qué interviene el Comando Sur de los EEUU en Latinoamérica”, El Aromo Nº51, Nov-Dic 2009.
(6) Dinámica… op cit.
(7) Carta Mensual INTAL Nº 161. Diciembre 2009.
(8) Dinámica… op cit.
(9) M.P. Esguerra Umaña et al: “El comercio colombo-venezolano: características y evolución reciente (1995-2009)”, Borradores de Economía Nº 602. Banco de la República.
(10) Idem.
(11) Dinámica Comercio Exterior: “Exportaciones a EEUU – Venezuela- Ecuador (2006-2010)”. DANE (03/12/2010).
(12) Andreína Vargas: “Pdvsa reportó caída de 53% de sus ganancias netas de 2009”, El Tiempo, (04/08/2010).
(13) Dinámica Comercio Exterior: “Exportaciones a EEUU – Venezuela- Ecuador (2006-2010)”. DANE (03/12/2010).